De todos los fregados lingüísticos en los que chapoteaba Mariano Rajoy con jovialidad cuando era presidente del Gobierno, ha pasado a la posteridad aquel trabalenguas de vago aliento lírico con el que en cierta ocasión quiso expresar su compromiso con la financiación autonómica, y que todavía hoy se usa como herramienta motivacional en algunas empresas: «Puedo asegurarles a ustedes que haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda, si es que eso es posible, y haré todo lo posible, e incluso lo imposible, si también lo imposible es posible».

La diferencia entre una y otra instancia, el trecho que separa lo factible de lo irrealizable, resulta mucho más concluyente para doña Cristina Ayala, que anunció hace unos días que abandonará el Senado si se convierte en alcaldesa de nuestro suelo bendito, mas evitó aventurar el curso hipotético de su carrera profesional en caso de verse obligada a enrolarse en la oposición, pues, según sus palabras, juzga imposible tal perspectiva. Y, como la señora Ayala parece ser de las que piensan, con Aristóteles, que la política es el arte de lo posible y no la demanda de lo imposible, tal y como se sostenía en el Mayo francés, nos hemos quedado sin saber otros detalles sustanciosos sobre su futuro. 

En particular, uno le preguntaría si se le ha pasado por el caletre, ante la distópica coyuntura de perder las elecciones municipales, la posibilidad no solo ya de conservar su estatus parlamentario, sino de pegar una espantada semejante a la que protagonizó hace algo más de tres años Javier Lacalle, su predecesor en la candidatura del PP a la alcaldía burgalesa, quien, meses después de ser derrotado en las urnas, renunció a su acta de concejal, puso tierra de por medio y se instaló, precisamente, en su sinecura senatorial.

En cualquier caso, y dado que las decisiones en política se suelen adoptar en función de lo que la realidad determina y no al albur de los anhelos de cada cual, pronto sabremos si la candidata, sean cuales sean los resultados del 28-M, se mantiene o no fiel al compromiso que ha adquirido con sus paisanos al encabezar la lista de su partido. Pero no juzgamos superfluo recordarle aquella frase de Muhammad Ali que inspiró una célebre campaña publicitaria de una marca de ropa deportiva: Impossible is nothing.