«Nadie nos habló del riesgo en los 90; hoy me cuesta respirar»

I.E.
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La Seguridad Social reconoció el año pasado la incapacidad permanente total a Juan José Lozano, diagnosticado de silicosis en 2012 después de trabajar con 'silestone' desde hace más de tres décadas en distintas empresas

Juan José, el burgalés que ganó la batalla por la silicosis del Silestone: «Nadie nos habló del riesgo en los 90; ahora me cuesta respirar». - Foto: Alberto Rodrigo

La silicosis es la enfermedad profesional más antigua reconocida en España por sus devastadores efectos sobre los mineros. Sin embargo, el carbón no es el único mineral capaz de provocar una dolencia de manifestación tardía que machaca los pulmones de quienes la padecen. Es el polvo de sílice el que la provoca y también está presente en el vidrio, en la piedra natural, en el mármol y en el cuarzo, el principal componente del 'silestone', el producto de Cosentino que se utiliza para encimeras y cocinas en España. La empresa almeriense acaba de pagar una millonaria indemnización a cinco trabajadores gallegos que presentaron una demanda contra la compañía, pero los afectados están por toda España. También Burgos.   

Juan José Lozano, de 60 años de edad, es uno de ellos. Pero no se enteró hasta 2012. Y fue en una revisión rutinaria de la mutua con la que trabajaba su empresa en ese momento. Este burgalés llevaba trabajando en el sector del mármol desde principios de los 80 y recuerda que «con el boom del sector inmobiliario» fue cuando las empresas empezaron a manipular el 'silestone' que comercializaba Cosentino. «En aquella época nadie nos habló de sus riesgos; de hecho trabajábamos con una simple mascarilla de tela que, por lo visto, apenas impedía la inhalación de las partículas de sílice», evoca. 

Como esos pequeños cristales que «permanecen mucho tiempo suspendidos en el aire del lugar de trabajo van dañando poco a poco los pulmones, la enfermedad tarda en revelarse», explica Juan José. En su caso, lo descubrió el médico de la mutua en el examen anual, él no presentaba ningún síntoma. En una placa de tórax que le practicaron «aparecieron unas manchas en los pulmones» y, en un principio, le dijeron que padecía neumoconiosis, un conjunto de dolencias  causadas por la inhalación de partículas de polvo. «Ni siquiera me dijeron que tenía silicosis», lamenta.

En una revisión rutinaria en la mutua vieron el problema que tenía en los pulmones»

Es más, en la mutua le dijeron que se reincorporara a su puesto de trabajo y recomendaron a la empresa que realizara una serie de cambios para impedir que siguiera respirando ese polvo. Empezó a utilizar doble mascarilla con filtro y «se dejó de pulir y cortar el 'silestone' en seco para hacerlo en mojado». «Pero el mal ya estaba hecho de tantos años trabajando sin las medidas de protección adecuadas para preservar la salud», se queja.

Su historia no acaba ahí. Finalmente el negocio en el que estaba empleado cerró y tuvo que buscarse la vida en otro ámbito, aunque también en una tarea que le requería «un gran esfuerzo físico». Al punto de que el año pasado tuvo que pedir la baja porque «no podía más». «Me fatigaba con nada y no podía respirar», describe, pero tenía que mirar por su futuro porque no había llegado a al edad de jubilación.

En UGT le recomendaron que acudiera al Instituto Nacional de la Silicosis, en Oviedo, para que le realizaran una revisión exhaustiva. Y en cuanto le hicieron las radiografías de tórax los médicos le preguntaron: ¿Usted qué pensión cobra? «Ninguna». «Se quedaron alucinados» y a las pocas semanas la Seguridad Social le reconoció la incapacidad permanente total, no la absoluta, con lo que se le ha quedado una pensión del 75% de su último salario.

Lo que me da  miedo es la evolución, porque solo tengo 60 años y me fatigo con mucha facilidad»

En estos momentos, puede «caminar, pasear», es el único ejercicio físico que se permite, porque solo con subir escaleras se queda «sin aliento». Pero lo que más le asusta es «cómo pueda evolucionar la enfermedad», porque esos «cristalitos de sílice se te quedan incrustados en los pulmones y no hay ni cura ni tratamiento». «Y solo tengo 60 años», afirma compungido. Por el momento no se ha planteado iniciar una batalla legal para reclamar una indemnización a Cosentino, pero tampoco lo descarta. En Burgos sabe que hay algunos otros trabajadores en su situación.