Una primera vez repleta de sentimiento y diversión

S.F.L. / Briviesca
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Entre los asistentes a la celebración de La Tabera se encontraban vecinos de otras comarcas y regiones. Dos de los tres párrocos también descubrieron ayer la importancia del festejo

Julián (i.) y Aurelio se acercaron desde Medina de Pomar. - Foto: J.J.MATÍAS.

Tal era la emoción de Aurelio por pisar por primera vez el santuario de Santa Casilda que no dudó en cruzar a la piedra ubicada en la parte trasera de la iglesia y jugarse el pellejo para que sus amigos le fotografiaran. Cual influencer no se conformó solo con una instantánea y cada vez que cambiaba de postura rogaba que le sacaran más. Con los brazos en cruz, con paraguas en mano, con una pierna hacia arriba, de frente o de espaldas consiguió obtener el mejor recuerdo de un «día que promete», aseguraba. 

Sin intención alguna de apostar unos euros en el juego porque «no llevo dinero en la cartera», se justificaba mientras otros visitantes se lo recriminaban, sí pretendía disfrutar de una fiesta desconocida para él. Vecino de Medina de Pomar, sabía de la existencia de la rogativa pero por motivos laborales nunca había acudido. Su compañero Julián, tampoco. Se acercaron a contemplar las primeras jugadas pero pronto descendieron hasta las campas y esperaron hasta el reparto de la paella. 

Las hermanas Ana y Begoña Gutiérrez también experimentaron ayer por primera vez lo que rodea a la tradición y comprobaron que todo lo que escucharon desde niñas se cumplía. Después de pasar 50 veranos en Briviesca, aseguraron que «nos conocemos al dedillo hasta las normas de la taba». Si bien, no es lo mismo que te lo cuenten a contarlo, y los buenos momentos vividos a lo largo de estos días «volverán a repetirse, estamos convencidas». Ana reside en Madrid y la festividad de San Isidro ha permitido adelantar su estancia en la ciudad unos meses. El teletrabajo ha sido su aliado y pese a que el lunes dudaba de poder acercarse al santuario, finalmente disfrutó de cada uno de los actos.

Para los párrocos Emilio y Estéfano oficiar misa en la iglesia de Santa Casilda resultó una «experiencia preciosa», además de por el entorno, por compartir sus sermones en una fecha tan señalada. «Me produce muchísima curiosidad al tratarse de un acontecimiento tan importante para los vecinos de toda la zona y me honra estar hoy aquí», manifestó el joven sacerdote.

Una visita diaria. En el lado opuesto de la balanza se encuentra Angelín Martínez, uno de los tres residentes de San Pedro de la Hoz, que ni la lluvia, ni los abrasadores rayos del sol o la nieve le arremeten las ganas de visitar el santuario. Lo hace a diario -solo falta por fuerza mayor- porque tiene que alimentar a los perros de Roberto y Carmen, los gestores del bar-restaurante. Pero la paz que respira y la energía que le transmite el lugar también le empujan a ir. Como no podía ser de otra manera ayer vistió sus mejores galas para disfrutar de una fiesta que la lleva en lo más profundo de su corazón.