El frío ataca pero no al juego

S.F.L. / Briviesca
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Los más fieles a Santa Casilda no recordaban un año con tan poca participación, si bien los bares recibieron a cientos de clientes. Se repartieron 700 raciones de paella pero la mayoría optó por degustarla en casa

La bendición de la paella se hizo esperar un cuarto de hora. - Foto: J.J.MATÍAS.

Después de varias semanas con un calor que ni en agosto, las temperaturas descendieron hace ya días sin ánimo de dar tregua al sol en unas cuantas jornadas. La comarca burebana amaneció ayer bajo un cielo gris que amenazaba la ansiada lluvia, aunque finalmente respetó la celebración de la rogativa de La Tabera, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. No obstante, unas insignificantes gotas de agua que cayeron a primera hora cambiaron el rumbo de lo programado respecto a la elaboración de las siete paellas, que por primera vez en la última década las cocinaron en los fogones del restaurante del santuario, en vez de en las campas.

La humedad se apoderó del entorno y frenó a cantidad de briviescanos y vecinos de la comarca dispuestos a desempolvar un año más las mesas y sillas de cámping para colocarlas en el entorno de Santa Casilda y comer al aire libre. «Mis primos pretendían acercarse después de trabajar pero con el día que hace se quedan en casa», hablaba Alicia con una amiga. 

Con la asistencia de menos devotos que habitualmente, llegaba la hora de la procesión y la misa y los allí presentes, aquellos que nunca fallan, comentaban que se notaba «más bajón» de gente y lo achacaban a la «mala previsión del tiempo» y a que la fiesta se celebrara «en martes». Sorprendentemente, en la iglesia no se ocuparon todos los huecos para escuchar el sermón de los tres sacerdotes, en el desfile participaron más políticos que vecinos y en el bar sobraba espacio tanto en la barra como en las mesas.

A medida que avanzaba la mañana, el enclave recibió un goteo de fieles y muy pocos se atrevieron a trasladarse ante el riesgo de acabar empapados. Tras disfrutar de un aperitivo, los apostantes -con los billetes ya en mano- buscaron su sitio alrededor de la mesa en la que se inauguró oficialmente el juego. El primero en lanzar el hueso fue el delegado territorial de la Junta en Burgos, Roberto Saiz, que puso 40 euros sobre el tablero y, tras 9 intentonas, sacó carne. A continuación, efectúo varias tiradas la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, el presidente de la Diputación de Burgos, César Rico, el subdelegado de Gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente, y el alcalde de Briviesca, Álvaro Morales. 

Concluido el juego, ya en las campas, se realizó la bendición de la paella con 15 minutos de retraso. Los cientos de personas que aguardaban en la cola con plato o táper en mano para recibir su ración de paella se mostraron un tanto molestos ante la tardanza. El reparto de las raciones del arroz -acompañado de pollo, pimientos y marisco- se alargó hasta pasadas las 15.30 horas. Sin embargo, la sobremesa no se estiró tanto debido al frío y al molesto viento que a más de un grupo le jugó malas pasadas cuando soplaba con fuerza y hacía volar los platos y vasos del picnic. 

A partir de las 17 los asistentes comenzaron a recoger para trasladarse a Briviesca y apostar en los 15 bares que instalaron mesa de juego. Como bien manda la tradición, la fiesta en la mayor parte de los locales se prolongó hasta bien entrada la madrugada.