Isco resucitado

Diego Izco (SPC)
-

El malagueño volvió a jugar nueve meses después y fue la pieza clave en el triunfo del Betis

El andaluz hizo un debut sobresaliente el sábado ante el Villarreal. - Foto: EFE

Más fino y ágil, todavía sin el ritmo debido y probablemente con la velocidad de antaño ya perdida, Francisco Alarcón se presentó de nuevo en sociedad. Como el ilustre que abandona momentáneamente una fiesta porque ha olvidado algo en el coche y vuelve con todos los honores, suscitando las mismas miradas de la primera vez, Isco 're-debutó' en la Liga nueve meses después de haberla abandonado. Con el 22 en la espalda, con 31 años en el carné y con la misma ilusión en las botas.  

El Betis es el último destino en la aventura del malagueño. De entrada, Manuel Pellegrini le ha entregado la titularidad. En un equipo donde gobernó Canales (ahora en México) y tocó Fekir (ahora lesionado), el técnico chileno necesita la precisión de Isco. «No me ha sorprendido nada su rendimiento -dijo Pellegrini sobre su nuevo mediocampista-, es un jugador especial». Con 69 años y más de 1.430 partidos dirigidos en la élite, el 'ingeniero' ya no toma decisiones arriesgadas o aleatorias. Habló con Isco hace tiempo, le prometió minutos y un equipo a su alrededor, le exigió ponerse en forma para la causa y le habló de aquellos tiempos en los que juntos pusieron los cimientos del mejor Málaga de la historia. 

Era verano de 2011 cuando el club andaluz pagó seis millones de euros al Valencia por la ficha del joven Alarcón, que entonces tenía 19 años. En apenas dos temporadas, Pellegrini extrajo una versión asombrosa del jugador, un mediapunta capaz de integrarse en cualquier posición del ataque y de aparecer siempre con peligro: 17 goles y nueve asistencias tuvieron la culpa del golpe sobre la mesa del Real Madrid, que pagó 30 millones de euros por el muchacho que acababa de ganar el Golden Boy (2012) superando en la votación final a Courtois y El Shaarawy.

Sus nueve temporadas de blanco descubrieron a una de las grandes figuras del fútbol español en el siglo XXI (en 2018 su cotización internacional alcanzó los 90 millones de euros), pero tuvieron su 'cara b' en la lenta agonía de sus últimas tres campañas: casi inédito (cinco goles y cuatro asistencias en apenas 76 partidos, pocos como titular) y acusado de sobrepeso, encontró una salida en el Sevilla de la 22/23.  

El 'infierno'

Este verano, Isco se confesaba en Marca tras cinco años de silencio. «Monchi -director deportivo del Sevilla- me agredió; me cogió del cuello y nos tuvieron que separar». Su estancia en el Pizjuán se cuenta en apenas 12 partidos, polémica (generada por unos rumores interesados sobre su salida del club en diciembre) y un adiós abrupto en invierno que amenazaba con finiquitar su carrera. «Echo de menos sentirme futbolista», decía a mediados de julio, apenas dos semanas antes de que Pellegrini convenciera al Betis de que aún podía sacar mucho fútbol de un futbolista presuntamente acabado. 

Isco pasó con nota el reconocimiento médico -a pesar de los rumores sobre su estado de forma- y se involucró de lleno en el quinto proyecto de su carrera. Y a los 19 minutos, ejecutó uno de esos pases medidos, al hueco, que le dieron fama mundial: Luiz Henrique aprovechó el regalo y asistió para el gol de Ayoze. El '22' de Benalmádena controló, templó y aguantó al equipo, que terminó sacando de Villarreal (1-2) los primeros tres puntos del curso. 

«He pasado momentos malos, pero he salido adelante», dijo el 'MVP' del encuentro. «Lo que me gusta es jugar, y no ha sido fácil no hacerlo. Me he sentido mejor de lo que esperaba. Estoy muy contento. No se puede pedir más». Isco ha recuperado la sonrisa, el balón ha recuperado a un compañero y el fútbol ha recuperado para la causa a uno de esos futbolistas especiales, de los que siempre intentan que ni el espectador ni la pelota se aburran.