Los sufridores de la N-122: «Te la juegas»

L.N. / Aranda
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Trabajadores que circulan a diario por la Nacional entre Aranda y Valladolid denuncian un trayecto plagado de riesgos. Pero, sin duda, les duele más la «dejadez» de la administración

Los baches son frecuentes en varios puntos de la N-122 en la Ribera. - Foto: Valdivielso

Corría el año 1997 cuando se licitó el primer tramo de las obras de transformación de la carretera N-122 en la Autovía del Duero. Hoy, 26 años después, falta la mitad de su trazado por construir. Mientras la A-11 sigue sin llegar, la nacional no deja de engordar su estadística de víctimas y heridos. Lo saben bien quienes circulan a diario entre Aranda de Duero y Valladolid por motivos laborales. Todos coinciden: los riesgos tienden prácticamente a infinito. Al elevado tráfico de vehículos pesados casi a cualquier hora del día se suman las dificultades para adelantar y la gran cantidad de animales que cruzan. «Es una carretera muy mala. Cansa mucho, hay que estar muy atento», lamenta David Abad, quien suma nueve años desplazándose todos los días entre ambas ciudades. A su juicio, no habría que sobrepasar los 85 kilómetros por hora. Como sufridor de una infraestructura que arrastra años y años de promesas incumplidas, sabe bien que lo contrario «es jugarse la vida». Por desgracia, continúa, los accidentes están a la orden del día. «Los ves cada dos por tres y da miedo», admite.  

En esta línea también se pronuncia Luis Alberto Cuéllar. Él, al contrario que David, sale todos los días desde Aranda rumbo a Valladolid, donde trabaja como terapeuta ocupacional. En su caso, acumula casi 12 años yendo y viniendo. Reconoce que cada vez que se topa con algún incidente piensa que le podía haber pasado a él. Aunque, por suerte, no ha sufrido ningún percance serio. Apunta que uno de los tramos más deteriorados es el que va desde Nava de Roa hasta Peñafiel, «todo agujereado». A raíz de la borrasca Filomena y de las heladas habituales del invierno han aflorado socavones «bastante terribles», que obligan a transitar «con muchísimo cuidado porque te juegas que se te reviente una rueda». 

Por su parte, Pilar del Bosque, la farmacéutica de Fuentecén, indica que cuando decidió apostar por desarrollar su carrera en el medio rural de la Ribera del Duero sabía que tendría que asumir el riesgo de enfrentarse a diario por la N-122. Su caso contrasta con el de otros sanitarios que, como apunta el director del Hospital de los Santos Reyes, Evaristo Arzalluz, han descartado recalar en Aranda para evitar los peligros que implica esta nacional. «Les resulta implanteable dedicar tanto tiempo a desplazarse para ir al trabajo y, sobre todo, correr tanto riesgo». Ante este panorama, todos, sin excepción, coinciden al lanzar una 'invitación' a quienes tienen en su mano el poder de decidir que la N-122 se convierta de una vez por todas en la A-11. Los cuatro les animan a hacer el mismo trayecto que ellos durante una semana. «A ver qué les parecen ciertos adelantamientos o ir detrás de una caravana de camiones», apunta Cuéllar. «Que vengan y vean lo que sucede. Si lo sufren en sus propias carnes quizá lo valorarían de otra forma», añade Del Bosque. 

Pilar del Bosque, farmacéutica en Fuentecén.Pilar del Bosque, farmacéutica en Fuentecén. - Foto: DB

Y lo que queda. El malestar por «tanta dejadez» se refleja con datos como el siguiente: desde 2015, cuando se inauguró la variante de Aranda, un recorrido de 13,4 kilómetros que precisó de 7 años para su ejecución, no se ha movido ni un metro de tierra en esta autovía en la provincia de Burgos. Quedan por ejecutar 65 kilómetros en dos tramos. En los despachos, el último avance llegó en enero con la licitación de las obras para conectar la A-11 con la N-122 en las proximidades de Castrillo de la Vega, una actuación de 18 millones de euros.  

Evaristo Arzalluz · Director del Hospital de los Santos Reyes

«Algunos médicos han renunciado a la plaza por este riesgo»

Evaristo Arzalluz suma 16 años recorriendo a diario la N-122 entre Valladolid yAranda de Duero. El director del Hospital de los Santos Reyes enumera el sinfín de riesgos a los que miles de conductores se enfrentan al transitar por esta nacional: las densas nieblas de invierno, el cansancio de circular detrás de los camiones, adelantamientos peligrosos, transportes especiales a los que resulta imposible sobrepasar, corzos que se cruzan... hasta el punto de que un compañero ha declarado su vehículo dos veces siniestro total en un solo año por haber atropellado a algún animal. Obviamente, a todo ello se suma el tiempo. Ir de una ciudad a otra implica una hora y media. «No te lo quita nadie». Pero, sin duda,  lo peor son los accidentes. En una de las últimas tragedias, un padre y su hijo menor fallecieron en Peñafiel. 

Luis Alberto Cuéllar, terapeuta ocupacional.Luis Alberto Cuéllar, terapeuta ocupacional. - Foto: DB

Todo esto junto, según subraya Arzalluz, «hace que sea implanteable vivir en Valladolid y trabajar en Aranda». De hecho, el director del Santos Reyes lamenta que «en las últimas oposiciones de médicos y enfermeras algunos han renunciado a la plaza o han pedido excedencia porque les resulta implanteable dedicar tanto tiempo a desplazarse para ir al trabajo y, sobre todo, correr tanto riesgo. El problema es el riesgo», reitera Arzalluz. Porque «tú puedes conducir bien o ser muy prudente, pero no sabes lo que van a hacer los demás». 

Así que el director del hospital  invita a quienes gestionan las infraestructuras a viajar con él y comparar la densidad de tráfico de la N-122 con cualquier otra autovía y que «vean cuál es más importante hacer y cuál es secundaria». Advierte que de no ser por la A-1 la Ribera estaría aislada (sin tren y sin A-11). Este es, a su juicio, un tema esencial porque la autovía «facilitaría mucho que profesionales cualificados que viven en Valladolid eligieran Aranda como destino profesional. Ayudaría al establecimiento de empresas y población», recalca. 

Pilar del Bosque · Farmacéutica en Fuentecén

David Abad, encargado de almacén en GSK.David Abad, encargado de almacén en GSK. - Foto: DB

«He tenido varios sustos en la N-122 y se te encoge el corazón»

Desde hace cuatro años, Pilar del Bosque se desplaza a diario desde su Valladolid natal hasta la localidad ribereña de Fuentecén, donde gestiona la farmacia, así como el botiquín de Valdezate. Asegura que no lleva «mal del todo» viajar tanto. Eso sí, las más de dos horas diarias que destina a los trayectos que separan su casa de su trabajo le obligan a «estar centrada al 100% en la carretera» porque «un despiste puede suponer un problemón».

Pilar cuenta que tomó la decisión de coger las riendas de la farmacia de Fuentecén sabiendo que se enfrentaría en su día a día a la N-122. Priorizó la oportunidad laboral que se le presentó y asumió el riesgo. «Era consciente», subraya. Hoy se muestra encantada con su trabajo en el medio rural y asegura que le tratan fenomenal. 

El único pero es la fatídica nacional, escenario de un sinfín de situaciones de peligro. Ella misma reconoce que no ha sufrido ningún percance, pero sí varios sustos, por ejemplo, «cuando alguien te adelanta cuando no debe». En ese momento, Pilar admite que «se te encoge el corazón y todo el cuerpo». El sobresalto más gordo que ha vivido hasta ahora la farmacéutica de Fuentecén se produjo entre Sardón y Tudela. Ella iba en dirección hacia Valladolid. En pleno adelantamiento, salió un vehículo de un camino en dirección contraria, sin ver que ella estaba adelantando. «Me vi estrellada», confiesa. Por suerte, pegó un frenazo y pudo hacerse hueco entre dos camiones. 

Evaristo Arzalluz, director del Hospital de los Santos Reyes.Evaristo Arzalluz, director del Hospital de los Santos Reyes. - Foto: Patricia

A la pregunta de qué les diría a quienes tienen en su mano ejecutar la conversión de la N-122 en la ansiada Autovía del Duero, Del Bosque simplemente les pide que dediquen una semana a desplazarse todos los días por la nacional. «A lo mejor viéndolo con sus propios ojos lo valorarían de otra forma. Antes de decir nada, les animo a venir y que vean lo que supone una carretera con muchísimo tráfico a cualquier hora», zanja.  

David Abad · Encargado de almacén en GSK

«Por desgracia ves accidentes cada poco tiempo. Da miedo» 

David Abad se desplaza por la N-122 a horas muy dispares. Trabaja a turnos en GSK como encargado de almacén, así que lo mismo conduce a las 4 y media de la mañana que a las 10 de la noche. Da igual, el tráfico es prácticamente igual de intenso. De hecho, cuenta que un día, a eso de las nueve de la noche, se cruzó con 32 camiones de frente. Después de nueve años yendo y viniendo a diario desde Valladolid a Aranda, reconoce que se le hace pesado, sobre todo porque «es una carretera muy cansada», a la que por si fuera poco se suma una gran cantidad de animales que cruzan, desde jabalíes a zorros e, incluso, perros. 

En un par de ocasiones, David se ha tenido que echar a la cuneta por algún adelantamiento de riesgo. «En ese momento frenas, rezas, te echas a un lado y esperas... si tienes suerte y lo ves con tiempo». Al final, dice, no merece la pena ir a más de 85 km/hora:«Te juegas la vida y no adelantas nada porque enseguida te vas a encontrar con otro camión». Así que más vale la tranquilidad. 

En su caso, cuenta con la ventaja de que toda su familia vive en Aranda, por lo que las semanas que trabaja de noche se queda a dormir en la capital ribereña y regresa a mediodía a Valladolid, donde le esperan su mujer e hijos. David, de 44 años, detalla que le encanta su trabajo y que, además, cuenta con buenas condiciones laborales. De ahí su esfuerzo de ir y venir a diario. Pese a todo, no oculta que «la N-122 resta muchos puntos. Por desgracia ves accidentes cada poco tiempo, a veces a diario. Da miedo. Pero aguanto porque me gusta mi trabajo y también porque soy de Aranda. De lo contrario...». 

Como el resto de 'sufridores' de la N-122, tampoco él se explica que no se haya transformado aún en autovía. Cuando su mujer comenzó hace 25 años la universidad, la A-11 ya estaba para hacerse. Pero nada. «Priorizan lo económico al riesgo humano», lamenta. 

Luis Alberto Cuéllar · Terapeuta ocupacional

«Hay bastantes imprudentes. Vas a 90 km. por hora y te pitan»

Luis Alberto Cuéllar recorre cerca de 1.000 kilómetros a la semana. La gran mayoría para desplazarse desde Aranda de Duero hasta Valladolid, donde trabaja como terapeuta ocupacional en un centro de rehabilitación psicosocial. Va y viene a diario desde hace casi 12 años. Se levanta a las 6 y cuarto de la mañana y se pone al volante. Admite que hay veces que «cuesta un poco», pero todo se compensa con el hecho de vivir donde quiere, en Aranda, en casa. Aquí están sus raíces y aquí, él que se define como alguien «muy activo», es donde lleva a cabo un sinfín de actividades que quizá en una ciudad más grande le resultaría más complicado por las distancias. 

De su experiencia diaria en la N-122 concluye que la gente conduce «de forma egoísta» y que «te toca ir pendiente de lo que hacen los demás porque hay bastantes imprudentes. Aunque el límite es de 90 kilómetros por hora, te adelantan a mucha más velocidad y te pitan porque vas a 90». Cuéllar reconoce que ha tenido «muchísima suerte» porque no ha sufrido ningún accidente. Sólo un golpe en el casco urbano de Peñafiel después de que un vehículo se saltara un stop y le golpeara en un lateral y otro choque con un corzo a la semana de haber estrenado su coche. En cualquier caso, ha presenciado unos cuantos siniestros. «Ves coches espachurrados, la manta en el suelo y te hace plantearte muchas cosas».

Después de años y años de promesas incumplidas, Luis Alberto lamenta que «hay una serie de intereses y dejadez que impiden que esta carretera avance» en su conversión como autovía. A su juicio, se juntan varios factores: las malas comunicaciones en Castilla y León, un cierto «abandono» y el hecho de que «la Junta tiene los votos asegurados». Mientras la A-11 sigue sin llegar, él continúa sufriendo los baches entre Nava y Peñafiel: «Vas casi con una rueda por el arcén porque está todo agujereado».