El «pobre» nivel de idiomas frena la expansión de la economía

G. ARCE / Burgos
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Pese a las mejoras en Educación, la proliferación de títulos acreditativos y los Erasmus, las empresas burgalesas tienen dificultades para encontrar titulados que hablen con fluidez, al menos, una lengua extranjera

El «pobre» nivel de idiomas frena la expansión de la economía

En Burgos se expiden cada año miles de títulos académicos acreditando diferentes niveles de idiomas, pero, en realidad, una buena parte de sus titulares no pasaría el primer corte en el proceso de selección de personal de una empresa multinacional o que aspira a internacionalizarse, es decir, de la mayoría de las que operan en la provincia. El dominio fluido de, al menos, una lengua extranjera y la capacidad para mantener una conversación de tipo profesional y también personal con ella, sigue siendo uno de los principales escollos a los que todavía se enfrenta el mercado laboral burgalés a la hora de crecer en una economía globalizada.

Más de un mes -y con suerte- ha tardado una pyme local del metal, fabricante de maquinaria para el transporte, en encontrar una persona titulada en contabilidad y que hable inglés de una forma fluida. «Hemos descartado a muchos candidatos porque no daban un nivel mínimo. Aunque parezca mentira, no hemos encontrado el nivel mínimo en una lengua que todos los titulados burgaleses deberían dominar desde su infancia», explica el responsable de Recursos Humanos de esta industria, quien añade que para seguir impulsando su internacionalización necesitan que, al menos, todos sus equipos de gestión y administración dominen una segunda lengua.

«Es lo básico, que cojan un teléfono o inicien una videoconferencia con cualquier cliente del mundo en un idioma común, sin interrupción alguna. Es lo mínimo que exigimos para poder dar el salto a otros países», sentencia.

El «preocupante estancamiento» en el dominio de idiomas y «el fracaso en las políticas educativas» son algunos de los argumentos esgrimidos en el anuncio de traspaso de una academia de lenguas local, que vende Burgos como una oportunidad de negocio por su alta industrialización y el elevado nivel de empleo ligado a las industrias internacionalizadas. 

España, argumenta en su anuncio, ocupa el puesto 33 en el ranking mundial en nivel de inglés, una lengua que aumenta su dominio en el resto de Europa, pero que se estanca en nuestro país, sentencia.

«La exigencia del conocimiento de idiomas para acceder a un empleo o para promoción interna dentro de la empresa es una realidad en un mercado laboral global, en el que se compite por el talento a un nivel internacional. Las empresas para las que trabajamos ya no valoran el dominio de segundo idioma, sino de un tercero (incluyendo el materno), especialmente para los puestos directivos, mandos intermedios y técnicos», detalla Eva Franco, directora de Adecco en Burgos. Por demanda empresarial, el inglés encabeza la lista, seguido del francés y del alemán. 

Para esta compañía de recursos humanos se da por hecho que el inglés es un «básico» que se adquiere en la etapa escolar. «Pero la realidad que nos encontramos es que, a pesar de llevar muchos años aprendiendo un idioma, hay candidatos que no alcanzan la fluidez necesaria para poder desenvolverse a nivel profesional». «Sí, ha habido una ligera mejora en los últimos años, pero tenemos dificultades importantes para encontrar gente con la suficiente fluidez», subraya Franco, que considera que esta realidad es un «debe» pendiente del sistema educativo y también un problema de exigencia y disciplina de cada persona. 

«Si se exige idiomas para un puesto, su falta de dominio por parte del candidato es su descarte inmediato. El nivel medio que muchos ponen en su currículum es un nivel básico y poco más. El idioma es equiparable en valor a la titulación e incluso a la experiencia que se exige». 

Pensamiento crítico. Los problemas para encontrar trabajadores bilingües contrastan con la gran oferta educativa existente en Burgos, mucho más amplia con la irrupción de las academias online. 

«Se demanda formación en lenguas cuando aparece la obligación de sacarse un certificado para acceder a un empleo o para participar en un Erasmus, por ejemplo, hasta entonces hay cierto desinterés por aprender una lengua», explica Ana García-Arroyo, directora del Centro de Lenguas Modernas de la UBU. 

El problema, reflexiona, está en la didáctica, en el uso de métodos obsoletos de enseñanza que «hartan» y «aburren» al alumnado y que aún mantienen su vigencia por comodidad del profesorado y por la rentabilidad que aportan a un sistema muy centrado en el número de alumnos y no en la calidad de la enseñanza. 

«Promover el pensamiento crítico y la creatividad con nuevas metodologías exige trabajo... Hay que explorar la pedagogía emocional, porque la gramática pura y dura que estudiamos en la escuela no te lleva a ninguna parte. Se trata de que el futuro trabajador sepa pulsar el botón de la máquina y, sobre todo, que sepa cómo resolver un problema cuando la máquina falla y en cualquier idioma».

«Teóricamente se termina el bachillerato con un nivel B1, pero es difícil ver ese nivel en la Universidad, salvo en aquellos que se han perfeccionado en academias».

García-Arroyo, que ha ejercido como profesora de idiomas para ingenieros entre otras muchas ocupaciones, siempre insiste en que el inglés no solo es el idioma de los manuales técnicos y de los contratos, también lo es de las conversaciones personales en una comida de trabajo. «Es obligado desenvolverse en estos ámbitos porque, si no, estás fuera. Da lo mismo que te equivoques en un tiempo verbal, el idioma te permite el acceso a otras culturas y también a la cultura de las compañías».

Tras más de 40 años de experiencia docente, su recomendación a los universitarios es viajar al extranjero para trabajar y empaparse de un idioma y de una cultura. Esos son los candidatos que más buscan las empresas.