10 años divulgando Ojo Guareña

A.C. /Quintanilla del Rebollar
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La Casa del Parque, que supuso una inversión de 1,8 millones para la Junta de Castilla y León, ha recibido 124.057 visitantes desde diciembre de 2005

 
 
En 1919, Domingo Fernández Peña, vecino de Quintanilla del Rebollar, que había hecho fortuna en Cuba, legó 400.000 pesetas a su pueblo natal para fundar unas escuelas, a las que acudían los niños del entorno. La despoblación trajo el abandono del edificio, pero la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León le dio una segunda oportunidad y de algún modo, la antigua escuela ha seguido siendo un centro de enseñanza y divulgación, ahora de la biodiversidad y la riqueza del Monumento Natural de Ojo Guareña. La Casa del Parque de Ojo Guareña abrió sus puertas en diciembre de 2005, hace ahora diez años, y desde entonces ha recibido la visita de 124.057 personas. 
Las obras duraron años. La inversión en la adecuación de la casa y su entorno costó 1,8 millones de euros, pero mereció la pena. Rafael Sánchez, responsable de Ráspano Ecoturismo, la empresa contratada por la Fundación del Patrimonio Natural de Castilla y León para la gestión de la casa, asegura que los visitantes se «llevan una buena impresión». «Gusta el carácter didáctico de la casa y el audiovisual que permite ver las zonas más valiosas del complejo kárstico que no se pueden visitar», explica Sánchez, quien comprueba como muchos turistas llegan con la idea de hacer una visita rápida a la cueva de San Bernabé y su entorno y en la casa comprueban que Ojo Guareña merece una segunda visita para recorrer sus pueblos con encanto, su red de senderos y ahora también Cueva Palomera.
De todos los visitantes, los que este ingeniero técnico forestal aprecia más son los escolares, porque representan las generaciones futuras que tendrán en sus manos la conservación del medio ambiente. En estos diez años han pasado 26.526 escolares de todo el norte de España por la Casa del Parque de Ojo Guareña. El pasado año fueron 3.000 niños los que acudieron a conocer la casa y realizar actividades medioambientales en ella. De ellos, 1.576 participaron en la propuesta Aulas en la Naturaleza o Clasroom in Nature, que ofrece la propia empresa Ráspano en colaboración con el albergue de Espinosa de los Monteros y que añade el atractivo de desarrollar las actividades en inglés. Para el año que entra ya hay cerradas reservas para un total de 2.068 niños que se acercarán a Ojo Guareña con Clasroom in Nature, todo un éxito del que Sánchez y el equipo de Ráspano, formado por un total de 12 profesionales, están muy satisfechos. Muchas veces esos niños regresan con sus familias a Ojo Guareña y esa es otro de los grandes éxitos.
A lo largo del año, especialmente en verano, la Casa desarrolla numerosos talleres ambientales dirigidos al público infantil y familiar. La promoción del juego tradicional de bolos entre los niños es otro de los objetivos de la programación. Las Jornadas sobre Biodiversidad, Cultura y Tradiciones de Las Merindades que este pasado octubre celebraron su quinta edición son un clásico de la Casa del Parque de Ojo Guareña y gracias a ellas se ha creado un grupo de profesionales voluntarios que colaboran estrechamente con la conservación del espacio natural. La Casa del Parque se ha convertido en un Punto de Biodiversidad Virtual desde el que se está confeccionando un inventario de la fauna y flora del espacio. Las imágenes de las cientos de especies ya captadas por las cámaras de los voluntarios se pueden ver en la web biodiversidadvirtual.org, la plataforma donde se almacena toda la información.
 
Un regalo. Durante la mañana de ayer, la Casa del Parque celebró su décimo aniversario con una jornada divulgativa familiar sobre los suelos sanos, en el Año Internacional de los Suelos que ya acaba. La expertas Bárbara de Aymerich y Casilda Olalla, de la Universidad de Burgos, regalaron su saber a una treintena de personas de forma gratuita. La Casa del Parque ya está cerrada hasta el primer fin de semana de marzo, pero sus responsables han querido hacer este último esfuerzo por los amantes de la naturaleza.
Si algo lamenta Rafael Sánchez es que este lugar de recepción de visitantes cierre durante casi tres meses y ni siquiera abra al público los fines de semana durante el invierno. Los recortes de la crisis aún se notan en la Casa que en 2005 comenzó abriendo todo el año con tres monitores, que ahora se han quedado en solo uno con el apoyo muy puntual de un segundo monitor en temporada alta. Maite Martínez comparte esta labor con Sánchez, quien ha tenido que dar prioridad a la atención al público frente a las actividades ambientales que antaño fueron mucho más numerosas.