La ONU avisa que el calor podría destruir sus récords este año

Agencias
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La llegada adelantada del fenómeno 'El Niño' provocaría que entre mayo y agosto el mercurio alcance cotas inusuales, que llevaría a 2023 a destronar a 2016 como el ejercicio más sofocante

El pantano de Arguis, en Huesca, cuyo agua se utiliza principalmente para el regadío, se encontraba el pasado lunes al seis por ciento de su volumen. - Foto: EFE

El cambio climático cada vez muestra con mayor claridad sus efectos sobre el planeta y el alza de las temperaturas es una de ellas. De hecho, estas no tienen visos de moderarse y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertó ayer que existen crecientes posibilidades de que el fenómeno de El Niño, tradicionalmente asociado a un aumento de los termómetros, se registre en los próximos meses y produzca al menos dos años de mayor calor, después de haber sufrido el planeta ya entre 2015 y 2022 los ocho años más cálidos desde que se tiene registro.

«Esperamos un grave aumento de la temperatura global en los próximos dos años», anticipó el director del departamento de predicción, Wilfran Mufuma, quien no obstante subrayó que hay que esperar nuevos estudios.

Según el informe presentado ayer en Ginebra, el fenómeno de El Niño, que en unas regiones del planeta suele acompañarse de inundaciones y en otras de sequías, tiene un 60 por ciento de posibilidades de desencadenarse antes de julio, y la probabilidad aumenta al 80  hacia septiembre.

Así las cosas, entre mayo y agosto de este año hay riesgo elevado de que las temperaturas alcancen niveles nunca detectados, los cuales podrían batir todos los récords registrados hasta ahora. Según el organismo, 2023 podría destronar a 2016 del puesto que ocupa como año más caluroso.

Mediciones del agua en superficie ya han mostrado que la temperatura del Pacífico nuevamente aumenta, lo que ha llevado a los expertos a anticipar la llegada de El Niño, que podría ir asociado a más lluvias en el sur de Ecuador, el noroeste de Perú, el sur de Brasil, el noreste de Argentina, el sureste de Paraguay, Uruguay, el centro de Chile y el norte de México. 

Sin embargo, «en grandes extensiones de la Amazonía, en otras ocasiones ha ido asociado a sequías», mientras la OMM también suele vincular este fenómeno a escasez de precipitaciones en Indonesia, Australia, África y la India.

El anterior ciclo de El Niño (2014-2015) contribuyó a que un año después, en 2016, las temperaturas del planeta fuesen las más elevadas desde que se tienen registros, por lo que en esta ocasión también podría causar sus peores efectos con cierto retraso, por lo que la OMM prevé que lleguen en 2024.

En el hemisferio norte, el aumento de la temperatura de las aguas favorece el desarrollo de huracanes en el Pacífico, pero dificulta la formación de los mismos en el océano Atlántico.

Menos frío

La preocupación por un incremento de temperaturas aumenta si se tiene en cuenta que los tres años de dominio de La Niña no pudieron contrarrestar el calentamiento global y coincidieron, por ejemplo, con la grave ola de calor vivida por Europa y otras regiones el pasado año en el verano boreal.

«Usualmente, el fenómeno contrario ofrecía cierta pausa en el calentamiento global, pero con el cambio climático también ese periodo está siendo más cálido», señaló Mufuma.