Los afectos de la piedra

I.L.H. / Burgos
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Con la caliza de Hontoria de la Cantera y otros materiales nobles, el escultor Julio Carazo da vida en el arco de Santa María a los abrazos, las miradas cómplices, los cuerpos entrelazados y los torsos en movimiento

Toda la obra que Carazo muestra en el arco de Santa María es de reciente creación. - Foto: Valdivielso

La caliza de tono blanco roto con la que se esculpió la Catedral es la piedra preferida del escultor Julio Carazo Lucas. De su durabilidad y posibilidades no hay mejor ejemplo que el templo gótico, pero de nada serviría esa presencia del material noble sin las manos del artista que lo dota de vida y luminosidad. «Junto al alabastro es lo que más me gusta. Porque siempre son piezas únicas y te exige desarrollar una gran creatividad. Al margen de que has de ser muy preciso para que la obra no se rompa», asegura. Carazo, artista antes que cantero aunque conoce lo que exige el oficio artesano, le da a la piedra mil interpretaciones a través de las fusiones de un abrazo, las miradas cómplices, los cuerpos entrelazados, las gracilidad de un torso desnudo, el movimiento de un gesto o la danza que consigue apoyándose en las formas sinuosas.

Con las piezas de reciente creación el escultor mirandés inauguró el viernes, a las 20 horas, la exposición Ilusiones en el arco de Santa María, un espacio al que regresa siete años después de su última muestra en la capital. «Es un tiempo prudente para un escultor porque esta obra no se hace en dos días. En la escultura se tarda y además hay que tener muchas ideas porque no todas te pueden servir», afirma para justificar su ausencia desde 2016. 

Entre las esperanzas cumplidas que aquí suscribe predomina la piedra blanca, «una buena piedra para trabajar sobre todo cuando está recién sacada de la cantera porque está blanda. Luego se endurece enseguida», explica reconociendo también las dificultades que conlleva evitar que la pieza casque por sus vetas. «No se puede corregir. Si se rompe hay que tirarla».

Además de la piedra y el alabastro, crea y expone obras hechas en madera, bronce y mármol. A la hora de seleccionar el cuerpo sobre el que domará a su mano, Carazo se fía de su instinto y de los bocetos que custodia en su taller. «Tengo miles. Trabajo todo sobre apuntes, y cuando veo uno que me puede caer bien para una piedra o una madera concreta, lo desarrollo en ella. Eso es lo habitual, aunque a veces de la madera, por ejemplo, sale la idea para trabajar una figura», añade mientras mira hacia la pieza en la que tres personas se abrazan desde el corazón de un nogal de grandes dimensiones.

Repartidas por las dos plantas del arco hay también señores sin cabeza que combinan el blanco de la piedra trabajada y el gris que tiñe el paso del tiempo, torsos sin rostro que destilan elegancia, parejas que se tocan, individuos que muestran sus afectos, damas con velos que ocultan y enseñan, señoritas que brillan en el alabastro y contorsiones en bronces.

Hermano del pintor Pepe Carazo con el que a menudo mantiene discusiones sobre la situación del mundo del arte, subraya que su disciplina no pasa por su mejor momento. «Ha habido épocas mejores. Aunque acabo de volver de exponer en Estepona (Málaga) y no me ha ido mal, pero es complicado». La muestra en Burgos estará abierta hasta el 1 de octubre.