Medio siglo de la operación que catapultó al Burgos CF

CARMELO PALACIOS / Burgos
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A principios de agosto de 1973, José Luis Preciado, entonces presidente blanquinegro, viajó hasta Madrid para cerrar la cesión de Juanito. Así se fraguó la llegada del '7' y así fueron sus primeros meses

Primera vez que Juanito se enfundó la camiseta del Burgos CF con solo 18 años. - Foto: FEDE

La historia del Burgos CF cambió para siempre en el verano de 1973. El equipo blanquinegro acababa de descender de Primera División y los fichajes realizados por la directiva no ilusionaban mucho a la afición. La pretemporada comenzó con cierta resignación hasta que a principios de agosto José Luis Preciado, presidente del Burgos CF, cerró una operación que lo cambió todo. Todavía nadie lo sabía, pero la cesión de Juan Gómez 'Juanito' por parte del Atlético de Madrid -hace ahora medio siglo- marcó un punto de inflexión y dio continuidad a la maravillosa década de los 70 a las orillas del Arlanzón.

«Los fichajes son jugadores del montón, ¿no?», le preguntaba un periodista al entrenador, Ignacio Eizaguirre, el día del inicio de la pretemporada. «Se ha tratado de fichar lo mejor posible, pero es difícil encontrar jugadores de rendimiento», contestó con cierta resignación. Era 27 de agosto, Rufino Requejo hacía semanas que había puesto rumbo a Málaga y el nombre de Juanito todavía no sonaba con fuerza en Burgos.

Sin embargo, Preciado ya había preguntado por el joven malagueño de 18 años hace meses y el 31 de julio viajó hasta Madrid para ver un partido de entrenamiento entre el Atlético y el Rayo Vallecano. En las gradas del Vicente Calderón, el presidente blanquinegro avanzó la negociación por Juanito y se adelantó a otros clubes como el Mallorca o el Real Betis.

La prensa de la época aseguraba que Vicente Calderón, presidente del Atlético, dio «preferencia» al Burgos CF por llevar mucho tiempo detrás del malagueño, pues había preguntado por él en otras ocasiones, pero Max Merkel, entrenador colchonero hasta ese verano, no le había querido dejar salir porque veía algo diferente en aquel chaval de regate fácil y carácter rebelde.

Dos días después de aquel amistoso, Preciado viajó de nuevo hasta la capital para firmar el contrato, pero no pudo hacerlo al no encontrarse en las oficinas el secretario técnico. No perdió la calma y, finalmente, el lunes 6 de agosto se concretó definitivamente la cesión del '7' por un año.

Al día siguiente, Juanito pisó por primera vez El Plantío, pero no llegó a participar en el amistoso del Burgos CF contra su filial. Sí lo hizo en un nuevo partido de preparación que se celebró el 8 de agosto contra el mismo rival y consiguió «un bonito gol» en su primera aparición con la camiseta blanquinegra, según recoge la crónica de Diario de Burgos.

Juanito no participó en los siguientes encuentros por culpa de unas molestias y no reapareció hasta el 22 de agosto en la victoria del Burgos CF contra el Logroñés en Las Gaunas. Fue un amistoso en el que no marcó, pero resultó ser «el más sobresaliente en ataque con varias intervenciones que hablan de su calidad», en palabras del cronista de la época.

Aun así, los inicios de Juanito no fueron fáciles porque todavía arrastraba problemas por la rotura de tibia y peroné que sufrió estando en el Atlético. «Eizaguirre, el entrenador, me dijo que estaba cojo, que así no podía jugar», recordaba Preciado a este periódico en 2018.

Entonces, el presidente fue a ver al doctor Villa, le confirmó que le podía quedar una cojera al soldar los huesos y le recomendó ir a un zapatero de la calle La Puebla. «Llegué al zapatero y me pidió 15.000 pesetas, que era un dineral entonces. Se lo comenté a mis directivos de confianza y se echaron a reír. Me dieron el dinero a regañadientes porque no comprendían que pudiera cobrar tanto», contaba Preciado.

Juanito no sabía nada de todo esto y Preciado cogía su bota cada 10 días sin que el '7' se diera cuenta para llevársela al zapatero y que le pusiera unas plantillas estrechas que evitaran la cojera. Con el paso del tiempo, el extremo malagueño se enteró, pero todo quedó en una anécdota porque para entonces ya se había convertido en una estrella y había comenzado a forjar su leyenda a las orillas del Arlanzón.