A lo largo de la semana, la Policía Local recibió varios avisos que les pusieron sobre la pista de novatadas. Fueron episodios aislados en zonas apartadas del núcleo urbano, como el entorno del HUBU o el parque de San Isidro. Pero el día marcado en rojo era ayer. Y el dispositivo fue mucho más ambicioso de lo que en un principio tenían pensado los mandos. Tras la reunión mantenida en la Subdelegación del Gobierno con representantes de la UBU, apostaron por ampliar el número de agentes a 18 agentes, algunos de ellos de paisano, y peinar zonas donde habitualmente no suele haber botellón.
El recorrido comenzó en el entorno del Castillo, centro neurálgico del botellón en la capital burgalesa. Allí, la unidad de drones trató de localizar desde el aire grupos de jóvenes que pudieran estar llevando a cabo algún rito iniciario. Pero las patrullas se desplazaron de manera dinámica por toda la ciudad, con la parte trasera del HUBU, los alrededores de las universidades y el parque de San Isidro como principales puntos calientes. Los agentes de paisano eran los encargados de recorrer estas zonas y dar aviso si ocurría algo.
Si bien el centro histórico fue el lugar donde, vaticinaron, terminarían los universitarios y por eso fue donde más incidieron al caer la noche. En total, nueve patrullas de la Policía Local que vigilaron, además, el consumo de sustancias estupefacientes en la vía pública, gracias a los perros de la Unidad Canina, o la venta de alcohol a menores en diferentes establecimientos (...).
Hubo grupos de chavales diseminados por las laderas. - Foto: Alberto Rodrigo(Más información, en la edición impresa de Diario de Burgos de este viernes o aquí)