«He sufrido el síndrome del impostor toda la vida»

ALMUDENA SANZ
-

ENTREVISTA | Madrugó para dejar claro que 'No somos nadie' y se vistió de negro en 'Caiga quien caiga'. Ha militado en la tropa de veteranos de 'Yu. No te pierdas nada' y ha puesto una sonrisa al 'Hoy por hoy'. Nuevos proyectos tocan a su puerta

David Ibáñez 'Fox', locutor, actor, guionista, reportero... - Foto: Valdivielso

Dos finales dieron inicio al verano de David Ibáñez, Fox. Apareció el the end en Yu. No te pierdas nada, el programa de Europa FM en el que ha pasado los diez últimos años de su vida, y se apagó, está por ver si definitivamente, la sección Rojo y negro, que ha compartido con Yonyi Arenas las dos últimas temporadas del programa Hoy por hoy de la Cadena Ser, con Àngels Barceló. La incertidumbre se coló en su equipaje durante las vacaciones, pero, ya de vuelta a Madrid, su cabeza vuelve a enfrascarse en nuevos proyectos. Silencio, de momento. Campo de acción no le falta a este burgalés del 82, licenciado en Comunicación Audiovisual, 'locutor, actor, doblador, guionista, reportero, dibujante, friqui, jovencísimo...'. Antes de enfilar la A-1, cuando la vida aún era tan bonita que parece de verdad, que dijo el cantautor, se toma un café bajo la sombra de los plátanos de El Espolón. ¿Quién se sienta delante? ¿David Ibáñez o Fox? 

¿Quién es David Ibáñez y quién es Fox?
Creo que son la misma persona. Es verdad que cuando soy Fox, o cuando me ponen un micrófono delante, me libero más. Al principio me sirvió para ponerme una especie de máscara, porque yo soy muy tímido, aunque la gente dice que no lo parece, pero lo soy, y hay cosas que me dan mucha vergüenza. Pero tampoco fue voluntario llamarme Fox para trabajar. 

¿Cómo fue?
Me llamaba Fox ya en Burgos. A una parte de mis amigos los conocí en los cibercafés a los que íbamos a jugar, había que ponerse un nick, yo me puse Fox, por Expediente X. Me empezaron a llamar así y cuando me fui a Salamanca, para sentirme cómodo, en familia, dije 'pues a mí me llaman Fox'. Aquello se extendió y como una de mis profesoras, Celia Montalbán, terminó siendo mi jefa en No somos nadie, nos bautizó a mi compañero y a mí como Niño y Fox. Yo dije que me parecía un poco ridículo, pero se quedó y me sirvió. Entonces fue una máscara, pero con el tiempo ya no sé quién es quién. 

Si se tomaran un café frente a frente David Ibáñez y Fox, aunque ahora sean la misma persona, ¿qué se dirían el uno al otro?
Si no hay micrófono, lo mismo. Con el micrófono, Fox sí se siente con la libertad de poder decir ciertas cosas. Necesito confianza para hablar y jugar con el humor. Nunca me he creído que el humor y yo estuviésemos hechos para trabajar juntos; he sufrido síndrome del impostor toda la vida. Ahora es difícil que una broma que hago en la radio no se la haga a alguien con quien tengo confianza. Fox es una persona un poco más libre que David Ibáñez, porque David piensa que delante de personas a las que no conoce de nada por qué va a hacer una tontería o jugar con las palabras para sacar una broma. Es más tímido, pero no es otra persona. 

¿Se siente uno en la obligación de ser siempre gracioso o es algo que sale de una manera natural y espontánea?
Al principio sí tenía esa sensación, pero ahora soy gracioso cuando quiero serlo. No tengo la obligación de hacer chistes. Sí es verdad que en determinadas entrevistas, en un programa que no es el tuyo, sí tengo la duda de cómo comportarme. Es cierto que en el mundo del humor todos esperan que hagas un chiste todo el rato, pero no, igual que un panadero no hace una barra de pan mientras se toma un café. Si sale, sale, pero si no, no hay necesidad. 

Sí da cosita cuando te descontextualizan una broma porque a cualquiera le pueden convertir en alguien que no es»

¿Se censura alguna vez? ¿Hay temas intocables de los que se prohíbe hacer humor? ¿O no ha pensado en ello? 
Hay determinados temas que son más complicados para hacer bromas. Mi humor no va de decir cosas para descolocarte, no voy a pillar. Se puede hacer humor de lo que sea siempre que haya un contexto y que la gente lo ubique en él. No tiendo a meterme en jardines porque tampoco me apetece, pero sí da cosita cuando te descontextualizan una broma porque a cualquiera le pueden convertir en alguien que no es. 

Presume de jovencísimo, pero en el último programa de Yu quedó muy claro que no lo es tanto... 
Muchas veces las cosas que se decían refiriéndose a mí como 'el viejo' me lo escribía yo mismo, pero no creo que lo sea (ríe). 

Pero sí era el veterano...
Sí, quedábamos algunos pocos, yo lo vi nacer, crecer y marcharse. Me dio mucha pena. 

Ha estado ahí diez años. ¿Cómo han crecido Fox-David Ibáñez en este tiempo? 
Han sido diez años y Yu ha sido muchos Yu. Ha habido muchos universos, pero a mí me gusta creer que siempre había un poquito de mí en esos programas. He cogido más confianza en mí mismo y me he ido quitando la careta. 

¿Por qué se ha puesto fin a Yu?
¡Son diez años! ¡Es una barbaridad! Las etapas se acaban, yo lo sabía, me resistía a asumirlo, todos los veranos te quedas con la duda, hay una temporada que no sabes si va a renovar, y este año pasó, y me dio mucha pena, porque he crecido con él y tiene un espíritu que molaba mucho. Aunque ha cambiado mucho, y ha pasado mucha gente por ahí, yo siempre me lo he pasado muy bien. 

En 'Caiga quien caiga' lo pasé fatal, no quería volver a hacer televisión, es horrible, un examen todos los días»

¿Podría rescatar un momento de lo vivido en esta década?
Me hizo mucha ilusión el monólogo que hicimos en la Universidad de Burgos. Primero, porque nunca me he creído que pudiera hacer comedia, y, segundo, porque disfruté mucho viendo a la gente riéndose, fue un día muy bonito. Pero hay millones de momentos. Me quedo con este y con uno que no pasó. 

Lo puede hacer realidad ahora. ¿Cuál es ese momento que no fue?
Este año volví a hacer photocalls, que no hacía desde Caiga quien caiga. Entonces los tenía manía, porque tenía poca experiencia, iba de los nervios, llevaba preguntas de guionista e iba con la presión de hacer la pregunta perfecta, sin trabarme, y vas tan obsesionado con esa perfección que no disfrutas. Pero estos últimos meses, en los photocall me lo pasé muy bien. El último, que no sabía que iba a serlo, fue el preestreno de Jurassic World. Habían anunciado que venían Bryce Dallas Howard y Jeff Goldblum. Me parecía un cierre vital maravilloso, porque yo he sido siempre muy fan de Parque Jurásico. Estuve una semana preparando preguntas, ensayándolas en inglés con un amigo, y cuando me mandaron la lista de invitados la sorpresa es que todo el mundo eran celebritis de aquí, no venía ninguno de los actores, algo muy de moda. De repente, me pusieron a una chica delante, que resultó ser Teresa Cendón, la única actriz española de la producción, y fue adorable. 

Y entonces tuvo un poco más de sentido llevarse el muñequito de Jeff Golddlum de Burgos...
¡Sí! Hice a un amigo que se pasara por casa de mis padres. Pero al final no vino Jeff Goldblum. No pudo ser. En Yu me lo he pasado muy bien, con altibajos, como en todos los trabajos, pero muy bien. 

¿Donde no parece que fuera tan feliz fue en Caiga quien caiga?
Lo pasamos bien, pero no nos prepararon nada. Todo era muy estudiado, y no tenía la sensación de que funcionase, nos comparaban todo el rato con Argentina... Yo lo pasé fatal y decidí que no quería volver a la tele en mi vida. Es horrible, un examen todos los días, en la radio es cada tres meses y no te examinan directamente a ti. Luego he hecho cosas en la tele mucho más agradables, pero aquello era como 'vamos a morir mañana, un día más para sobrevivir'. 

Ahora que se tiende a polarizar todo, ponerte en una postura en la que no crees y encontrar argumentos es un ejercicio muy sano»

Y en esa radio la voz de Fox suena resolutiva en la sección Rojo y negro del programa líder de las mañanas, Hoy por hoy. ¿Volverá?
En principio es otra etapa que ha pasado. El último día me quedé con la sensación de que está la puerta abierta. Yo empecé por casualidad, en verano, un día me llamaron porque Yonyi hacía una sección en la que él defendía una posición y un experto la contraponía. Cuando habló de piscinas, pensó que podría ser la contraparte. A Pedro Blanco le gustó y me quedé ese verano. Luego dijeron que lo querían para el Hoy por hoy con Àngels, fui allí, muy nervioso. ¡Era Àngels Barceló! Y ha sido maravilloso, nos lo hemos pasado muy bien, lo he disfrutado cada día. 

¿Y en ese apartado aparece más David que Fox?
No, pero sí puedo hacer bromas de temas que en Yu no tratábamos, como política, meter alguna crítica velada, un chiste... Puede ser que aparezca el Fox más adulto. Cada semana uno elegía qué postura defender. Yo he tenido que defender cosas en las que no creía en absoluto, pero lo guay es que aun así terminase encontrando razones de una postura de la que, en principio, estás en las antípodas. Me parece muy interesante. El humor ayuda a relajar la cuestión, pero es una especie de club de debate y está la magia de dar motivos. Ahora se tiende a polarizar todo y estás conmigo o contra mí, y esto no es real. Ponerte en una postura en la que no crees y encontrar argumentos, a veces son puro chiste y otras reales, es un ejercicio guay, muy sano, que todos deberíamos hacer. 

¿Quién debe más a quién, Burgos a Fox o Fox a Burgos?
Burgos no me debe nada. A mí me gusta mucho hablar de Burgos porque soy muy feliz aquí. Es verdad que cuando vivía aquí y no había salido estaba deseando irme. Porque de pequeño mi sueño era ir a Madrid, que para mí era ir a Hollywood, triunfar y ser la persona que no podía ser aquí. Hacer cine era mi sueño. En aquel entonces te hubiera hablado de un Burgos que no reconozco ahora porque para mí era una correa, pero creo que ha cambiado muchísimo y que hay muchas iniciativas culturales. La pena es que las cosas están todas centralizadas y no puedes dedicarte a lo que quieres en cualquier sitio. Yo vengo aquí y soy muy feliz. Me cambia la cara. Hago propaganda de Burgos porque me gusta mucho. 

A mí me gusta hablar mucho de Burgos porque soy muy feliz aquí»

Pero no todo el mundo puede conseguir que una pescadería de un mercado se convierta en lugar de peregrinación... 
(Ríe). Metí en Yu un chiste de mi amigo el pescadero, estaba tan fuera de lugar que a la gente le pareció graciosísimo. 'En el apocalipsis no pasa nada porque tengo huevos y pescado de Pescadería Merche' (pone voz). Luego en un Hoy por hoy me pareció que venía a cuento en el argumento de turno y volvió a pasar lo mismo. Les pareció muy gracioso. Me dije que podría ser una broma recurrente. Me hace gracia hacer a nivel nacional una publicidad, que no está pagada, de una pescadería local. Igual mi amigo sí me debe más que Burgos. 

¿Cómo sigue el guion de su vida?
No tengo la más remota idea y es una de las cosas que más nervioso me pone, la incertidumbre, no saber qué va a pasar. Es verdad que lo de cuando se cierra una puerta se abre una ventana, pero no sé cómo es esta, si es ciega. Sí es seguro que con la productora de Yu sí vamos a seguir con nuevos proyectos. Me gusta mucho el doblaje y cuando empecé en Yu lo dejé aparcado, apenas sí hice con los años un capítulo de Rick y Morty. ¿Me preguntas qué haría? Volvería a hacer doblaje y alguna colaboración con reportajes y seccioncitas porque te hace sentir realizado. Me encanta jugar con la voz, y es más divertido haciendo doblaje, en un reportaje o en un programa de humor que en una publicidad. 

¿Tiene asegurada la voz?
No, pero debería (ríe), a lo Jennifer López. 

Nunca me he creído que el humor y yo estuviésemos hechos para trabajar juntos»