Lou Matilla

Déjame que te cuente

Lou Matilla


Dieciocho años

19/04/2023

La noche ya ruge oscura y silenciosa, por fin ha cesado el ruido de la calle y del tráfico y mi habitación, como cada noche a la misma hora, sólo está iluminada por las luces destelleantes de los botones de ese equipo 'Hi-Fi' del que me enamoré nada más verlo, fue un auténtico flechazo. 

Ya es la hora, va a empezar, sintonizo…y…ahí está: La Gramola; mi programa favorito de la radio, aquel en el que las personas podían llamar desde cualquier pueblo o ciudad para pedir que sonara la canción que deseaban o dedicársela a sus seres queridos. Creo que mi amor por la radio comenzó en ese instante, en ese donde no tenía que escuchar la música comercial del momento, sino las canciones que hacían sentir a las personas, muchas de ellas que yo desconocía, y con las que empecé a descubrir un mundo infinito de música que nunca había oído anteriormente. 

Empecé a pensar en cómo sería ese mundo detrás del transistor, en cómo sería el programa desde el estudio de radio; los técnicos, el presentador, el guion…me llamaba la atención todo aquello. Y así comencé en este mundillo, hice mis estudios y conseguí aterrizar en Onda Cero en 2005 de la mano de Promecal. Les confieso que es una satisfacción enorme el poder trabajar en lo que más te apasiona durante tanto tiempo; dieciocho años cumplí ayer mismo (también cumplió alguien de la casa pero unos poquitos más…). 

Programas como La Rosa de los Vientos, conducido por el maestro Juan Antonio Cebrián, sus Pasajes de la Historia y su voz serena con la que te trasladaba donde él se proponía, los grandes de Gomaespuma y sus locuras, Carlos Alsina tanto en La Brújula como en Más de Uno en la actualidad, Carlos Herrera, Julia Otero, Javier Ares y Javier Ruiz Taboada y muchos más me confirmaron mi amor por este medio.

Siempre he pensado que la radio es 'equipo', sin él no hay nada, y yo he tenido la suerte de trabajar con grandes profesionales y grandísimas personas, tanto es así que algunas de ellas se han convertido en familia, en verdadera familia. 

Quiero agradecer desde esta humilde columna a todas las personas que han hecho posible mi felicidad durante todo este tiempo porque gracias al esfuerzo y la constancia, lo que era normal, se convirtió en extraordinario.