Un soporte vital para la atención a personas inmigrantes

ANGÉLICA GONZÁLEZ
-

La Compañía de Jesús preside Atalaya Intercultural, que tras la marcha de las otras órdenes que la formaban cuenta en su nuevo organigrama con la Confederación Española de Religiosos. Fernando Millán, ex del Insalud y del Ecyl, será su coordinador

Uno de los servicios que presta Atalaya son las clases de español. - Foto: Valdivielso

El goteo de congregaciones religiosas que están diciendo adiós a Burgos desde hace varios años -y que el arzobispo, Mario Iceta, avanzó en este periódico que aún no había tocado fondo- no solo afecta a la estructura tradicional de la Iglesia Católica en esta provincia y a su sociología sino que toca muy de lleno a la obra social que muchas de ellas llevaban a cabo. El ejemplo más palmario es el del proyecto intercongregacional Atalaya Intercultural, del que ahora se cumplen 20 años, pues nació jurídicamente en 2003 aunque un par de años antes ya había empezado a trabajar de manera informal con la población migrante, que en aquellos años comenzaba a llegar a la ciudad en gran número en busca de unas mejores condiciones de vida. 

Atentas a esta realidad, la Compañía de Jesús, las Esclavas del Sagrado Corazón, las Religiosas de María Inmaculada y las Hijas de la Caridad constituyeron una organización -a la que en 2013 se sumaron los Salesianos- que durante todo este tiempo ha sido un soporte importantísimo para personas venidas de otros países, a las que ha dado formación para encontrar empleo, un lugar donde vivir en su casa de acogida, apoyo escolar, actividades de ocio infantil, ropero, vivienda o aprendizaje de idiomas, y que ha participado activamente junto con otras asociaciones de la ciudad en favor de la convivencia, de la integración y de la defensa de los derechos de los migrantes.

Dos décadas después, la entidad se ha reinventado con la Compañía de Jesús al frente y dos han sido las razones: la marcha el año pasado de las monjas de la Inmaculada y de las Esclavas, y la decisión de Salesianos y de las Hijas de la Caridad «de dar un paso a un lado» y dejar de ser socios jurídicos en atención a la edad de sus miembros aunque, en el segundo caso las monjas siguen al pie del cañón «hasta que el cuerpo aguante», como explica Isabel Olazagoitia, religiosa que sigue trabajando para formar a jóvenes de otros países  y para convencer a los empresarios burgaleses de la oportunidad que tienen de contratarlos. 

Una de las consecuencias inmediatas de esa marcha fue que el comedor en el que almorzaban y cenaban decenas de extranjeros, que se ubicaba en la comunidad de las Esclavas, cerró el pasado 14 de mayo, un servicio que fue asumido por el de San Vicente de Paúl de las Hijas de la Caridad, por lo que el superior de los Jesuitas en Burgos, Joaquín Barrero, ahora presidente de Atalaya, da las gracias tanto a las religiosas como a Cáritas por prestar esa colaboración.

«Era necesario, pues, reorganizar la entidad, ya que en ningún momento estuvo sobre la mesa su desaparición. Más bien al contrario, enseguida contamos con el respaldo del padre provincial de los Jesuitas y el delegado del Sector Social de la Provincia de España, que nos dieron su apoyo para que la asociación pudiera continuar con su buen hacer enfrentando los retos que nos presenta la inmigración, muy diferentes a los que había en el año 2003», afirma Barrero, que fue quien planteó la necesidad de buscar otras entidades que sustentaran jurídicamente el proyecto, ya que así lo requieren la reglamentación de las asociaciones, según indica: «Lo hicimos con la idea de partida de aglutinar la diversidad que significa la Iglesia y creemos que está logrado».

El resultado es que ya forman parte como socios de Atalaya la comunidad cisterciense de San Pedro de Cardeña, con la que se da presencia en la entidad (y por primera vez en un programa asistencial) a los religiosos de vida contemplativa; la Confederación Española de Religiosos (Confer), «que tuvo un papel fundamental en el nacimiento de Atalaya», en palabras de Barrero; la asociación laical Comunidades de Vida Cristiana (CVX-Hogar) y está en trámite la entrada de la Asociación de Antiguos Alumnos del colegio de Jesuitas de Burgos, que lo ha aprobado en su junta directiva y que debe ratificarlos en asamblea extraordinaria.

Además de la reestructuración, Atalaya Intercultural ha mantenido contacto estrecho durante todo este tiempo con la Red Íncola de Valladolid, que realiza una labor idéntica en aquella ciudad. «Nos está apoyando y dándonos ayuda en muchos niveles y desde luego vamos a seguir analizando de qué modo podemos seguir uniendo fuerzas, ya que el futuro le vemos de una mayor interrelación, tanto con Íncola como con el Sector Social de la Provincia de España de la Compañía de Jesús».

La coordinación técnica de todos los servicios (acogida, área educativa, inserción laboral, proyectos, casa de acogida, etc) correrá a cargo de Fernando Millán, exdirector provincial del Insalud y exgerente del servicio de Empleo regional Ecyl, que estará acompañado en el equipo -coordinado por Barrero- por Elena Tomé, Olga Alonso, María Monge y el jesuita Alberto Domínguez. Al frente de la formación del voluntariado y de la sensibilización sobre la realidad de la migración estará el veterano jesuita Manuel Plaza.