Ha comenzado el curso municipal y la alcaldesa Ayala y el vicealcalde Martínez-Acitores se han reunido en domingo con sus concejales para tratar sobre los siempre arduos presupuestos. Ya vemos que estos ediles se forjan en el sacrificio y la disciplina y no es necesario que les recuerden la vigente doctrina de Alfonso Guerra sobre quien no acata las normas, sobre quien se mueve, que no sale en la foto. Las fotos y las ruedas de prensa municipales tienen un escenario terrible. Nos explicamos; este escenario, que ahora llamamos photocall, como si quienes ante él comparecen fueran actores de Hollywood, es rojo, color del socialismo que ha gobernado el tambaleante destino de Burgos durante los pasados cuatro años, y ha dejado su rastro en la pared, en el photocall, como los neandertales de Altamira dejaron sus bisontes, manos y ciervos en los muros de las cuevas cántabras.

Este color rojo del fondo del escenario municipal hace que las caras de los que posan ante él parezcan ictéricas, amarilleadas por un subidón de bilirrubina, aunque estas son cosas sin importancia en las que nos fijamos cuatro que nos fijamos en casi todo. Cabe suponer que la alcaldesa Ayala cambiará el photocall rescatando el azul de los populares que usó el exalcalde Lacalle, o diseñando uno verdiazul para dar cabida a la identidad de Vox, que a estos detalles llegan la alternancia de poder y los pactos. Según la colorimetría, el rojo es color de alerta y el azul y el verde son tranquilizadores; que cada cual saque sus conclusiones. Pero la foto más llamativa no es la que se hacen los concejales ante el photocall rojo, sino la del pasado domingo, reunidos para tratar de los presupuestos mientras septiembre se deshacía en hilachas de lluvia, se desgajaba del recio tronco una rama de uno de los plátanos del Espolón, en los campos de fútbol rodaban los balones y los burgaleses dormían la siesta. No hay nada que temer porque este no es un domingo como cualquier otro, ha escrito Murakami. Se refería a otra cosa, claro, pero sirve para esta, los concejales trabajando en domingo, desenmarañando la madeja de los presupuestos para que luego nadie pueda decir aquello de Ontañón, aquí yace un expediente/ que de puro enmarañado/ el oficial encargado/ no pudo meterle el diente.

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