El ITM consolida sus ciclos de cocina en Miranda

Ó.C. / Miranda
-

Los estudios empezaron en 2016 «con la competencia de escuelas con 25 años de historia», recuerda el jefe del departamento. El docente y sus alumnos aplauden el impulso de la gastronomía local

Alumnos del primer curso del grado medio, en las cocinas de la escuela del ITM. - Foto: Jesús J. Matías

La escuela de cocina del ITM comenzó en 2016 y ya cuenta con un grado medio y otro superior, pero su tendencia está al alza por la influencia de las dos estrellas Michelin de Miranda. Así lo reconoce el jefe del departamento Rubén Morote y sus alumnos, quienes ensalzan que el estado actual de la cocina local sirve de aliciente para estudiar. El profesor detalla que tienen 50 matriculados, una cifra a tener en consideración, más si se tiene en cuenta que «competimos y nos hemos tenido que pelear con escuelas de hostelería con más de 25 años de historia de Vitoria o en La Rioja», advierte Morote.

Por eso, aunque habla de crecimiento, también matiza que el primer reto pasa «por retener a esos estudiantes que antes se iban». El prestigio de los restaurantes próximos, entre los que también menciona otros como La Vasca con un Bib Gourmand de la guía francesa, ayuda. Esas cocinas en la que pueden acabar los estudiantes actúan de imán, no solo a la hora de las prácticas, también para trabajar, puesto que «en el ERRE de Roca hay dos personas de la escuela y en el Alejandro Serrano entre tres y cuatro», puntualiza, lo que repercute en que el ITM cada vez adquiera una mayor relevancia.

Así lo ven también los estudiantes. Raúl Fernández de Labastida recogió el viernes el premio extraordinario de FP, por su curso de grado medio. «Somos la envidia de Vitoria y de Burgos, porque pese a ser más pequeños, en gastronomía estamos por arriba», afirma el ahora alumno de primero de grado superior. En su caso, cumplirá los cuatro años en el centro, formándose para salir al mercado laboral, y ensalza que la situación actual de la gastronomía local «hace que todos salgamos beneficiados, los hosteleros, nosotros los estudiantes, el centro en sí y también la ciudad».

Arkaitz García cursa el segundo año del grado medio y reconoce que la situación actual en la ciudad «es un orgullo, que además nos motiva para estudiar aquí porque vemos que no hace falta salir fuera para tener grandes oportunidades». Además, cree que de esta manera la formación del ITM «ganará prestigio», por lo que apuesta por continuar en el grado superior el próximo curso.

En ese peldaño, pero en primero, está Laura Gómez, quien valora las estrellas «como un mérito, que a nosotros nos impulsa a seguir, porque ves que puedes ir a grandes restaurantes para hacer prácticas o trabajar». También admite que «todo esto da energía para seguir estudiando, porque vemos que se pueden conseguir cosas importantes con trabajo y esfuerzo», pese a que en su camino aún no tiene claro si apostará por al alta cocina «o por la sumillería y los vinos».