Alfredo Scalisi

Plaza Mayor

Alfredo Scalisi


Vulpes en la Nebulossa

16/02/2024

Recuerdo aquella mañana de principios de los años 80 en la que, tirado en el sofá, veía un programa dirigido por uno de los críticos musicales más famosos del país, nuestro paisano Carlos Tena. En sus espacios actuaban grupos jóvenes que, en aquellos tiempos cercanos a la 'Movida', ofrecían frescura y a veces, muchas, una extravagancia muy divertida. Aquel día presentó a un grupo llamado Las Vulpes, vocablo latino que significa Las zorras. Era una banda de chicas 'punkis' que al son de una música que intentaba seguir sin ningún éxito la estela de los grupos más importantes de esa tribu urbana, tipo Sex Pistols, interpretaron una canción llena de frases de fuerte y explícito contenido sexual, bajo el estribillo de Quiero ser una zorra. Acababa de producirse uno de los mayores escándalos de la historia de la televisión patria. Ninguno de los espectadores que en ese momento mirábamos la pantalla dábamos crédito a lo que estaba sucediendo… y además en horario infantil. Tremendo. A Tena le costó el programa y el trabajo. Y tuvo suerte porque hasta le juzgaron por escándalo público. 

Cuarenta años después, Televisión Española compite en el Festival de Eurovisión con un dúo de diseño e imagen hortera -el nombre de Nebulossa lo dice todo- que interpreta una canción titulada Zorra. La única diferencia entre las dos composiciones es que la de Las Vulpes utilizaba tacos y palabras malsonantes y esta última contiene un lenguaje sin exabruptos. Pero vienen a decir lo mismo: soy una zorra y así consigo lo que quiero. Ante las críticas más conservadoras, TVE aduce que el grupo busca definir la palabra zorra otorgándole un nuevo significado en el contexto feminista actual.

Francamente, si la libertad de la mujer se basa en practicar el sexo a destajo para conseguir todos sus objetivos vitales y así estar en un buen momento, reconstruida por dentro, yo me quedo con aquellas Vulpes con su pelo atiborrado de laca, sus cutres guitarras y sus voces cavernosas que, sin mayor coartada que pasárselo bien, nos dieron a todos los españoles un buen puñetazo en el estómago.