Estudiarán en verano los 6.000 huesos del dolmen de Reinoso

S.F.L.
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Un equipo de arqueólogos identificará los huesos para conocer el número de individuos que descansan en el monumento megalítico

Durante las anteriores campañas de excavación en el conjunto funerario se hallaron restos humanos y diversos elementos como puntas de flecha. - Foto: S.F.L.

Las excavaciones en el dolmen El Pendón, ubicado en Reinoso, el municipio más pequeño de la comarca burebana, se retomarán en verano si el coronavirus lo permite. La esperanza de descifrar la incógnita y llevar a cabo la clasificación de los 6.000 restos humanos que se han hallado enterrados en el monumento megalítico -que data del año 3.300 antes de Cristo- se ha topado con la crisis sanitaria.

En un principio, el equipo de arqueólogos de Manuel Rojo, que pretenden continuar con la quinta campaña de investigación en julio y alargarla durante dos meses, desconoce si resultará un hecho factible.  «Nuestro trabajo depende de lo que el Gobierno decrete pero existen posibilidades de que se pueda retrasar un mes, es decir, comenzar en agosto y terminar en septiembre», manifiesta Rojo.

Para que los profesionales dispongan de medios para realizar el estudio específico de los restos óseos, la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta  ha destinado 5.000 euros. El trabajo consistirá en el lavado y restauración de los huesos descubiertos en los últimos años y la clasificación de los mismos por unidades anatómicas. A partir de entonces, los arqueólogos obtendrán la información para distinguir el dimorfismo sexual - variaciones en la fisonomía externa de los machos y hembras de una misma especie- la asociación de restos a un posible mismo individuo y la estimación de un número aproximado de seres mediante el recuento de unidades anatómicas repetidas en adultos e inmaduros.

También conocer la categoría de la edad de cada miembro y comprobar el análisis de indicadores de las posibles patologías sufridas como traumatismos, violencia interpersonal, enfermedades degenerativas o infecciosas. A través de estos datos podrán llegar a conocer los marcadores de la actividad de cada persona relacionados con movimientos y acciones cotidianas del individuo repetidas a lo largo de su vida. «Gracias a ello sabremos qué funciones fundamentales realizaban. En algunas de las muestras encontradas hemos visto que de forma habitual existen problemas en las inserciones musculares de deltoides y pectorales, posiblemente provocadas con el transporte en brazos de grandes pesos», expone el arqueólogo. Una vez finalice dicho estudio podrán manifestar el número mínimo de individuos que fueron enterrados en El Pendón.

Igualmente, el equipo pretende seguir con la excavación de la mitad del túmulo para dejarlo visible y que se aprecie bien la estructura. También continuar trabajando en el pasillo ya que en la anterior campaña aparecieron restos humanos que habían sido sacados de la cámara y depositados a modo de avenida en el corredor de la entrada.

El entorno del monumento prehistórico despertó el interés del investigador, que procurará proseguir con la exploración. «Hemos documentado la existencia de un nivel anterior 3.000 años más antiguo que el propio dolmen, lo que evidencia que en territorio hubo un asentamiento anterior», afirma. Así, descubrir evidencias importantes, interesantes o más abundantes que «nos definiera bien ese momento y avanzar con la biografía y la vida del dolmen que es muy interesante», añade.

Conclusiones. Tras los estudios realizados por el equipo de arqueólogos de Manuel Rojo, los especialistas han obtenido una serie de conclusiones. Se trata de un monumento de larga vida, que tiene una fase de construcción correspondiente a principios del cuarto milenio antes de Cristo y que a posteriori se produjeron como mínimo dos o tres episodios de reducción de cadáveres de reutilización. «Una clausura de toda la tumba verdaderamente espectacular», expresa el director de la investigación.

En el aire el curso para universitarios. De cara a la nueva campaña de excavación se había previsto lanzar un curso avanzado de arqueología práctica para 30 alumnos de universidades de ámbito nacional e internacional. Algunos estudiantes ya disponen de su matrícula pero Rojo ignora si se podrá llegar a realizar. «Aunque la situación mejore y el proyecto siga hacia adelante ¿quién se atreverá a venir?», se pregunta.

En principio, el programa se había desarrollado para trabajar en el dolmen por la mañana y por la tarde impartir una serie de conocimientos que con cierta frecuencia no se ofrecen en la facultad como fotometría o el registro del postprocesado de los materiales. Prometía ser una buena oportunidad de aprendizaje.