El sueño diablesco de Hugo y Juanjo

A.S.R.
-

Los tetines renuevan sus rostros por primera vez desde 2006 y fichan a Hugo Leal y Juan José Barga, que desde su etapa como Danzantes ansiaban vestir un día el traje arlequinado

Juan José Barga (i.) y Hugo Leal estrenarán atavíos a medida hechos por el Taller de Costura del Ayuntamiento. - Foto: Patricia

Juan José Barga nunca vio bailar a Julián Pérez con el zurriago. Pero el recuerdo del abuelo tetín permaneció siempre en casa. Se hacía más nítido en aquel pequeño cuando se vestía de Danzante. Lo fue durante tres años, del 86 al 89. Luego mantuvo el hilo con el folclore en Justo del Río. De jota en jota contó treinta años. Con la pandemia lo dejó y acarició su sueño de llevar un día el traje arlequinado, como lo había hecho su abuelo. Y a finales del año pasado le dijeron que le tocaba. Que calentara que había llegado su momento. Su debut en San Lesmes le pilló desprevenido, pero gozó como un niño. 

«Sientes mucha emoción. No puedo decir más. Te parece todo muy nuevo, pero a la vez todo es muy familiar. Lo has vivido en casa, te acuerdas de cuando eras pequeño, recordé mucho a mi abuelo, piensas que continúas un legado...», acierta a poner palabras Barga a ese estreno, en el que no rodó ninguna lagrimita, «para tanto no fue», pero sí pasó un frío que pela. De poco sirvió la térmica. 

Con una temperatura, a priori, muy distinta danzará Hugo Leal por primera vez. «Aguantaremos el tirón». Lo hará el próximo viernes, durante el pregón de las fiestas de San Pedro. Y entonces también él habrá cumplido un sueño que acaricia desde la infancia. Su historia difiere poco de la de su compañero. Entró con tres años en Justo del Río y a los seis ya bailaba con los Danzantes de Burgos. A los 13 se quitó el atuendo bermellón y volvió al grupo folclórico, que abandonó poco antes de la pandemia. Solo los bailes. De una u otra manera, como socio, siempre ha estado vinculado. 

En su caso existe igualmente un espejo en el que mirarse. Julián Villar, emblemático Tetín Mayor, era tío de su padre. «Es una tradición que he vivido desde muy pequeño. La inquietud siempre ha estado ahí latente. Se hizo más presente al saber que alguno de los tetines se iba a jubilar pronto. Hasta que me han llamado ahora», relata Hugo emocionado y confiesa que el primer día que entró en el local de ensayos se le removieron muchos sentimientos. «No ha cambiado nada. Hace treinta años yo también ensayaba en el mismo sitio (centro Francisco de Salinas)», agrega y pone todo el protagonismo en los niños. «¿Los tetines? Orden y concierto», bromea. 

Todas esas sensaciones le hacen estar más que contento por haber sido elegido y representar a esa figura que, cuentan las crónicas, viene del capidiablo, un ser grotesco que representaba al demonio y encabezaba la procesión del Corpus huyendo ante la presencia del Santísimo Sacramento. 

Esta fiesta es una de las fijas en su calendario. Colorean además San Lesmes, el Festival de las Marzas, Curpillos, proclamación de la Corte Real, San Pedro a tope...

A ninguno le ha costado meterse en el papel. Llevan toda la vida bailando, participando de las tradiciones de la ciudad, se han bebido el folclore. Sí advierten que ahora los tetines participan más de las danzas que antaño, que andaban más atentos a dirigir a los chavales. Se suman al valenciano, paloteos, arcos, espadas, Canastilla, Jota Burgalesa, Marcha Real, pasacalles... 

«La base de pasos y de las danzas ya la tenemos cogida. No tiene ninguna dificultad, el baile ni es difícil ni es físico. Nuestra labor más importante es cuidar de los niños. No eres su padre, pero en ese momento eres como un padre para ellos y te preocupas. Hay algunos muy pequeños y cuando no están con el 'me meo', es con el 'quiero agua' o 'a qué hora terminamos'», desarrolla Juan José, que ya ha escuchado esa cantinela, y que le gusta porque siempre ha sido muy niñero, aunque no tiene los suyos propios. 

Sí presume de ellos Hugo, de mellizos, Marco y Enzo, de cinco años, a los que el próximo año espera ver en los Danzantes de Burgos. «Sus padres son folcloristas. Lo han vivido desde siempre», apunta convencido de que les hará ilusión. Como a él bailar algún día con ellos. Otro sueño que cumplir. 

Uno antes y otro después habrán hecho realidad sus deseos. Aprenderán de sus mayores, del resto del equipo, Alfonso Rodríguez, Javito Gutiérrez, Javi Peña y Juan Carlos López. Y, además, estrenarán traje. 

Puntada a puntada, con mucho mimo, ocho mujeres del Taller de Costura del Ayuntamiento los han confeccionado. Desde los patrones al último cascabel (y han cosido 179). Hace dos semanas, Hugo y Juan José se dejaban hacer, obedientes y formales, en la antigua casa del conserje del Francisco Salinas, en la quinta planta. 

Marta González, María Dolores Cerezo, Ana Díez, Victoria Robertshaw, Iskra Goranova, Montse Zarzosa, Gloria Pérez (monitora) y Victoria Rebé (coordinadora) se muestran muy orgullosas del trabajo realizado. «Cuando los veamos en San Pedro, será muy satisfactorio saber que han pasado por nuestras manos. ¡Es increíble!». Se mueren de ganas de piropearlos. Lo harán a voz en grito.