Eterna Lady Di

Galena Koleva (SPC)
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Veinticinco años después del trágico accidente en el que Diana de Gales perdió la vida, el mundo no olvida a la siempre rebelde 'princesa del pueblo' que se atrevió a desafiar los protocolos de la realeza británica

Eterna Lady Di

En la madrugada del 31 de agosto de 1997, un Mercedes S280 se estrelló contra el decimotercer pilar del parisino túnel del Puente del Alma. Circulaba a gran velocidad para ahuyentar a los paparazzi y dos de sus cuatro ocupantes perdieron la vida en el acto. «Dios mío, ¿qué ha pasado?». Esas fueron las últimas palabras de una tercera víctima que falleció en el hospital poco después a causa del accidente. El mundo entero enmudeció al enterarse de que se trataba de Lady Di, una mujer fuerte y transgresora que no solo se atrevió a desafiar los protocolos de la realeza británica tras su fallido matrimonio con Carlos de Inglaterra, sino que inspiró a toda una sociedad, llegando incluso a modelar y suavizar la imagen de la monarquía. 
Diana de Gales se dio a conocer al mundo entero en febrero de 1981, cuando el primogénito de Isabel II presentó a su prometida sin imaginar si quiera que esta le superaría con creces en popularidad gracias a sus diversas apariciones públicas, su apoyo en diversas causas solidarias y su cercanía con la ciudadanía, lo que le valió el título de princesa del pueblo.
Lo cierto es que su destino siempre estuvo ligado a la corona británica y ya desde su nacimiento su nombre figuraba entre las altas esferas de Gran Bretaña. Nacida el 1 de julio de 1961 en el condado de Norfolk (Inglaterra), Diana Frances Spencer fue la cuarta de los cinco hijos que tuvieron el conde Edward John Spencer y Frances Ruth Burke Roche. 
Fue gracias a la condición nobiliaria de su padre como conoció al eterno heredero. Curiosamente, el primogénito de Isabel II estuvo saliendo anteriormente con la hermana mayor de Diana, Lady Sarah Spencer, pero unas desafortunadas declaraciones de esta y la presión sobre Carlos de Inglaterra por contraer matrimonio hicieron que el noviazgo se terminara. Y aunque el corazón del hijo de la reina siempre estuvo ocupado por su íntima amiga Camilla Parker-Bowles, con quien más tarde se acabaría casando, la belleza y la sencillez de Lady Di no pasaron inadvertidas. Así, la joven de alta cuna pasó de tener una vida normal, compartiendo piso y trabajando en una guardería, a ocupar los focos como nunca nadie lo ha vuelto a hacer.
A la realeza tampoco se le escapó el encanto de Diana y vio en ella la candidata perfecta para convertirse en la princesa de Gales. Pese a los 13 años de diferencia, no es de extrañar que la corona pusiese todo de su parte para que se fraguara la relación. Solo se habían visto 13 veces, pero Carlos, presionado desde su familia, oficializó su enlace en febrero de 1981 con un anillo azul de zafiro y diamantes que más tarde usó su hijo Guillermo para comprometerse con Kate Middleton. 

La boda real

La boda del siglo tuvo lugar el 29 de julio de ese mismo año en la Catedral de San Pablo ante la mirada atónita de más de 2.600 asistentes y las cerca de 750.000 personas que siguieron el histórico evento por televisión. Todo el mundo permanecía atento a la unión de lo que parecía que iba a ser un matrimonio perfecto. 
Nada más lejos de la realidad. Los primeros años de casados fueron solo un pequeño -e impostado- espejismo de ese cuento de hadas con el que la joven Diana siempre soñó, aunque la realidad es que la relación ya hacía aguas desde bien temprano. De hecho, tiempo después, la propia princesa llegó a reconocer lo infeliz que se sintió junto a su marido y defendió que lo suyo fue una relación de tres, en alusión a Camilla.
El nacimiento de sus dos hijos, Guillermo (1982) y Enrique (1984), se convirtió en su chaleco salvavidas y encontró en ellos el amor que no le había conseguido profesar su marido. No obstante, su llegada al mundo no fue suficiente para salvar la pareja. Tras sonados rumores, los príncipes de Gales anunciaron su separación en 1992 y el matrimonio se disolvió finalmente de manera oficial en agosto de 1996, justo un año antes del trágico accidente, poniendo fin a 15 años de desdicha y mutuas infidelidades.
A partir de ese momento, Lady Di no hizo más que aumentar su popularidad haciendo lo que más le gustaba: ser ella misma. Siguió apoyando numerosas causas sociales y humanitarias, cambió la actitud del mundo entero ante el sida, se desvivió por el cuidado de sus hijos, nunca escondió sus emociones y se convirtió en todo un icono de moda, adelantándose a una gran cantidad de tendencias que la sociedad no tardó en imitar. Todo el mundo adoraba a Diana y cualquier cosa que hacía se convertía en noticia. La prensa sensacionalista explotó su imagen hasta el último momento y la persecución mediática acabó por desencadenar su trágico final.

La llegada de Dodi Al Fayed

Después de desligarse de la realeza y admitir sus infidelidades en una entrevista de la BBC en 1995, Lady Di fue relacionada con una infinidad de hombres: Hasnat Khan, Will Carling o James Hewitt, de quien se llegó a rumorear que era el padre de Enrique. Pero fue el multimillonario egipcio Dodi Al Fayed quien conquistó su corazón.
De hecho, fue el único con el que se dejó ver en público y la prensa consiguió fotografiarles en el que se fue su último verano. Parecía que la princesa de sonrisa tímida y mirada triste por fin había encontrado la felicidad tras su mediático divorcio. Pero el 31 de agosto de 1997, el coche en el que viajaba junto a su pareja se estrelló mientras huían de la prensa rosa.
El mundo entero enmudeció al enterarse de la tragedia. Fue tal la admiración que Lady Di despertó en vida, que la monarquía británica decidió concederle el 6 de septiembre un funeral de Estado pese a que ya no contaba con el rango de alta realeza. Cerca de un millón de personas paralizaron Londres para dar su último adiós a la princesa y el evento fue, probablemente, el más mediático y multitudinario de la historia. Nadie quería perderse el último paseo de Diana de Gales. Veinte años después, la influencia de Diana sigue siendo incontestable y su figura sigue traspasando fronteras y corazones.

¿Accidente o conspiración?

Ha pasado un cuarto de siglo desde que Diana de Gales perdió la vida tras estrellarse el coche en el que iba contra un túnel de París, pero las circunstancias de su muerte siguen dando que hablar y son muchas las teorías conspirativas que aún siguen surgiendo. Los informes coinciden en que el chófer que conducía el automóvil iba a gran velocidad para escapar de la prensa, pero hasta ahí llega el consenso. Para muchos, no se trató de un simple accidente.

El papel de Henri Paul. La investigación tras el accidente dictaminó que Henri Paul, el jefe de seguridad del Ritz que debía llevar a Diana de Gales y a Dodi Al Fayed a un apartamento cercano, fue el culpable del siniestro que también le costó la vida por conducir bajo los efectos del alcohol. No obstante, hay quien niega que se encontrara en estado de embriaguez e incluso algunos dicen que trabajaba para los servicios de seguridad de Francia o el Reino Unido, y que habría provocado intencionadamente el asesinato.

- La profecía autocumplida. «Esta fase particular de mi vida es la más peligrosa. [...] está planeando un accidente en mi automóvil, un fallo en los frenos y una lesión grave en la cabeza para dejar el camino despejado para que Carlos se case». Esas fueron las palabras que dejó escritas Diana en una carta que más tarde reveló su mayordomo y que demuestran que llegó a temer por su vida. Conspiración o no, resulta paradójico que fuese precisamente un accidente el que causó su trágico final.

- Un posible embarazo. El empresario Mohamed Al Fayed, padre de la pareja de Lady Di, denunció que el supuesto accidente se había producido fruto de una conspiración por parte de la familia real británica, que no podía aceptar, en su opinión, que la madre del futuro heredero estuviese con un hombre de origen egipcio. Pero el multimillonario fue más allá al afirmar que los informes forenses escondieron que Diana estaba embarazada en el momento del siniestro. No obstante, nada de esto se pudo probar.

- El equipo médico la dejó morir. Los servicios de emergencias encontraron a Diana con vida tras el choque, pero a pesar de las maniobras no pudieron hacer nada por salvarla. Los amantes de la conspiración creen que el equipo médico no le prestó la atención necesaria, dejándola morir deliberadamente al no trasladarla en el momento al hospital más cercano. Más extraño resulta aún que uno de los bomberos que intervino en el rescate desvelase recientemente que, a su juicio, la princesa parecía «ilesa».

- La persecución mediática. La persecución de la prensa rosa para fotografiar a la pareja fue rápidamente catalogada por la sociedad como causa del accidente. Incluso los paparazzi que captaron el momento del siniestro fueron llevados a juicio por su comportamiento. Sin embargo, hay teorías que apuntan que hicieron que el coche se estrellara intencionadamente o que los propios reporteros crearon la situación que los conspiradores aprovecharon para matar a quienes iban dentro del vehículo.