Felicidad en el voluntariado

G.G.U. / Burgos
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Pilar de Mier acompaña desde hace cinco años a personas con necesidad de ciertos cuidados paliativos. «Al aportar algo hay sensación de gratitud», explica

Felicidad en el voluntariado

«No sé si es orgullo, pero sí satisfacción. Pensar en qué puedes hacer para aportarle un poquito de felicidad a una persona y que sienta que la escuchas... Al final, tú das algo de ti y ellos se hacen casi amigos». Con estas palabras explica Pilar de Mier, santanderina residente en Burgos, por qué motivo lleva más de cinco años y medio haciendo voluntariado con personas con necesidad de cuidados paliativos; un ámbito difícil, para el que hay que estar preparado emocionalmente, pero también muy gratificante. «Mi frase es: recibo muchísimo más de lo que doy», recalca.

De Mier entró en contacto con la Asociación para el Desarrollo de los Cuidados Paliativos y Tratamiento del Dolor (ACPD) por circunstancias personales y, pasado un tiempo, la entidad le ofreció hacer voluntariado con ellos, dentro del Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas que desarrolla la Fundación 'la Caixa'. «Sucedió en un momento en el que se daba la coincidencia de que yo había pasado de estar muy activa a la nada y, como de soltera había hecho algo parecido con gente mayor, me lo plantearon y acepté», recuerda, matizando que «yo colaboro en cuidados paliativos de continuidad, no terminales, en los que la persona necesita otro tipo de ayuda; entre otras cosas, porque puede tener más dudas sobre el final de la vida, el futuro...». 

En su caso, el voluntariado con la ACPD consiste en acompañar a cuatro personas con una situación que, por distintas causas, requiere de un apoyo externo. La coordinadora del programa en la asociación, Soraya López, añade que los objetivos «dependen del caso, pero en el acompañamiento al paciente o al familiar, suelen dirigirse a cubrir una cuestión de soledad, de sobrecarga en la familia, de claudicación o a darle un respiro a ese familiar para que pueda tener un poco más de tiempo para sí mismo». Así, Pilar de Mier cuenta que ella adapta su apoyo a cada persona y «a veces te limitas a escuchar, otras propones un paseo por la calle, salir a tomar un café... Depende, porque cada uno es un mundo». En ocasiones son cuestiones más prácticas, como acompañar al médico, hacer alguna compra... No delimita tiempos, a cada uno le dedica lo que cree que necesita. Y si surge una tesitura que le plantea dudas, pregunta al equipo de ACPD. «Tienes con quién consultar, una sensación de pertenencia y de estar arropada que te da seguridad», aclara.

De Mier no oculta que en estos años ha topado con algún caso complejo, pero el voluntariado es tan relevante para ella que, además del acompañamiento a través de esta asociación especializada, ayuda por su cuenta a otras tres personas. «Te aporta felicidad. Yo no he acompañado a muchas personas, pero todas han sido especiales», concluye.

Y añade que si alguien tiene interés en seguir su ejemplo puede contactar con la entidad. «Ha de saber que es un mundo en el que se viven situaciones de sufrimiento y muy intensas, pero también irrepetibles. Que te ponen en consonancia con tus valores y con lo más profundo del ser», apunta la coordinadora, Soraya López.