Una campaña imprevisible

P. Velasco
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La sementera de este año ha estado marcada por la escasez de lluvias, que han retrasado la siembra del cereal de secano y que condicionarán el desarrollo principalmente del trigo

Un tractor realiza labores agrícolas para preparar el terreno para la sementera. - Foto: Javier Pozo

Para muchos agricultores ha sido la sementera más complicada de su vida laboral a la hora de realizar las tareas agrícolas. Se encontraron con un terreno seco por la escasez de lluvias, con unos costes «elevadísimos» de las semillas y los abonos, y con la nueva PAC, que aunque entra en vigor en enero de 2023, las decisiones para cumplir con las exigencias agroambientales deben adoptarse ahora. Pese a estas circunstancias, las organizaciones agrarias destacan que la sementera, que se desarrolla con retraso respecto a años anteriores, prosigue con normalidad e incluso las lluvias de las últimas semanas han permitido que la nascencia de cultivos como el cereal sea «excelente».

La siembra de la campaña 22-23 se inició con la colza, uno de los cultivos que más ha crecido en superficie en los últimos años en la Comunidad debido a sus buenos resultados, que se desarrolló a finales de septiembre y primeros de octubre y cuya nascencia se vio favorecida por las pocas lluvias de esos días con «buenas perspectivas», como indica el responsable del Plan de Experimentación Agraria del Instituto Tecnológico Agrario (Itacyl), Gabriel Villamayor.

En el caso del cereal de secano, el que mayor superficie se siembra en Castilla y León, la escasez de lluvias durante el mes de octubre ha provocado un retraso en las labores agrícolas necesarias para su sementera, «por lo que falta mucho», explica Villamayor, que considera que solo se ha alcanzado el 50 por ciento del terreno que se prevé en esta campaña. Un tiempo que afectará más al trigo que a la cebada, ya que este primer cultivo tendrá problemas para desarrollarse si los agricultores esperan a las primeras semanas de diciembre.

Desde Asaja apuntan a que esta campaña se sembrarán 1,5 millones de hectáreas de cereal, cuando la superficie habitual eran los dos millones. «Ese otro medio millón se ha destinado a cultivos con menores costes como las proteaginosas, los forrajes o se ha dejado para girasol para el próximo año», detalla el presidente regional de Asaja, Donaciano Dujo.

Escasez de leguminosas

Las leguminosas también están de moda para poder cumplir las exigencias medioambientales de la PAC, aunque los agricultores se han encontrado con un problema esta campaña: la escasez de semilla certificada en el mercado. Y lo que hay en el tema de vezas o guisantes está a precios «muy elevados». «En este caso las siembras también van al 40 o el 45 por ciento, aunque se tiene más tiempo», señala Villamayor.
«Si los precios de las semillas de leguminosas hubieran estado más moderados, se hubiera sembrado más, pero al final han tenido que optar por cereal y dejar para girasol, que es un cultivo poco exigente en fertilizante», apunta el coordinador regional de UCCL, Jesús Manuel González Palacín.

Otra de las diferencias que está marcando esta campaña 22-23 es que los agricultores han reducido las dosis de abonos «de forma importante» por los altos precios. Desde el Itacyl consideraron esta práctica como «arriesgada». «Muchos han optado por no hace un abonado de fondo, se lo han ahorrado, y ya harán uno de cobertera en enero o febrero», explica Gabriel Villamayor, que añade que también se ha optado más por abonos orgánicos más baratos y así ahorrar costes.

Por último, el Itacyl y las opas prevén que aumente la superficie destinada a barbecho, ya que la nueva PAClo permite. «Creo que además se va a dejar bastante terreno para sembrar girasol y habrá menos cereales con respecto a otros años», asegura Aurelio González, coordinador autonómico de La Alianza UPA-Coag.