El polvorín de la izquierda

G.Fernández-M.C.Sánchez (SPC)
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PSOE y Sumar afrontan un 23-J muy tensionados. Los socialistas, por el enfado de los 'barones' ante la injerencia de Ferraz en las listas y la coalición por el veto de Díaz a Montero

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera; la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz - Foto: Alejandro Martínez Vélez Eur

La izquierda vive horas convulsas. El batacazo en las elecciones municipales y autonómicas del 28-M obligó al presidente del Gobierno a mover ficha a toda velocidad adelantando las elecciones generales para intentar suavizar el duro desgaste que se le auguraba hasta los comicios previstos para diciembre. Pero ese movimiento estratégico también destapó la caja de los truenos por la composición de las listas. Las turbulencias han sacudido tanto a las filas socialistas como a la denominada izquierda a la izquierda del PSOE (lo que ahora se conoce también como el espacio), esa zona de amplio espectro donde confluyen (aunque a la greña con Podemos por el veto a Irene Montero) Sumar y otras 14 formaciones políticas. 

Pedro Sánchez señaló con su dedo, todavía poderoso en Ferraz, para indicar por dónde debía ir la confección de un grupo parlamentario a su medida, plagado de ministros, fieles a su liderazgo, aunque ahora empieza a ser cuestionado, y rostros reconocibles del partido que no tuvieron un buen resultado en los comicios municipales y autonómicos.

Sin embargo, esa injerencia escoció porque fue interpretada por muchos barones como una desautorización en toda regla a sus planteamientos y a su propia gente, ahora relegada por la cúpula. 

El cabreo no se pudo ocultar pese al despliegue de sonrisas previo al arranque en el Comité Federal celebrado el pasado día 10 en Madrid para dar luz verde a esas controvertidas listas.

Aunque se hizo a puerta cerrada, trascendió que Sánchez tuvo que lidiar con una reunión muy tensionada por los nombres impuestos desde Ferraz, una situación que provocó la ausencia de primeros espadas como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el aragonés, Javier Lambán, críticos ambos con su líder y descontentos con la conformación de las candidaturas. También se ausentó el dirigente asturiano, Adrián Barbón, justificándolo en su asistencia a una boda. Algunos analistas llegaron a definir lo sucedido como el primer conato de rebelión serio al que se ha enfrentado el inquilino de la Moncloa.

La ola de descontento puso sobre el tablero más nombres. El secretario general del PSOE en Castilla y León fue otro de los que acudió al cónclave de Madrid con gesto áspero. Luis Tudanca, en lo que podría definirse como un perfecto agito mi descontento pero termino acatando los nombres propuestos, declaró antes de entrar: «Me siento enormemente decepcionado, enormemente indignado, dolido y defraudado». 

Tenía, al menos, dos razones de peso para estarlo. La primera fue la decisión de Ferraz de colocar al secretario de Estrategia y Acción Electoral de la Ejecutiva Federal, Javier Izquierdo, en la lista del Senado por Valladolid, por delante de Sara Galván, y en la del Congreso por Ávila a Manuel Arribas, diputado que estuvo en una cena en el restaurante Ramsés del controvertido Tito Berni, y que había sido previamente apartado por la provincial. Otro primer espada sobre el que se centraron los focos en ese tensionado Comité fue el presidente valenciano, Ximo Puig, deslegitimado también por la decisión de la dirección federal de respaldar los planteamientos de quien ya ha comenzado a posicionarse para sucederle al frente de la organización, el secretario provincial de Valencia y alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa. La propuesta de Bielsa la cambió Puig y posteriormente Ferraz se la enmendó volviéndola al formato original.

 El secretario general del PSOE valenciano optó por no alimentar el fuego con declaraciones pero le dejó claro a Sánchez que quiere seguir al fente del partido. Recordó también al órgano central que lleva 41 años de militancia. «Y voy a seguir trabajando como he hecho siempre», aseveró.

En su turno, Sánchez aprovechó la parte pública de su discurso para subrayar que «lo que importa de las listas del PSOE es lo que hay detrás de esos nombres», sin decir nada más en concreto sobre el malestar causado en algunos territorios.

Pero al final de su intervención, ya sin cámaras y en una alusión implícita a Page y Lambán, visibilizó su enfado por la insurrección interna y recalcó que el sitio para hablar «es el Comité, dentro de los órganos del partido, y no fuera», lo que provocó el aplauso de muchos de los allí presentes.

Con el reloj aproximándose al trascendental 23-J, las incertidumbres cercan a un PSOE que sabe que en esa cita con las urnas el sanchismo se juega su última carta para seguir vivo.

Dejar atrás el ruido

Pero las tormentas no acaban aquí. También salpican a un recién llegado a la arena política como es Sumar, el llamado partido instrumental que lidera Yolanda Díaz. La plataforma avanza en la configuración de su estructura, tras el acuerdo alcanzado con una quincena de partidos para concurrir al 23-J. De hecho, el equipo de la vicepresidenta segunda del Gobierno acaba de anunciar que la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop será la nueva coordinadora del programa con el que la coalición se presentará a las generales. Considerada como una de las precursoras teóricas del ecofeminismo en España, encaja con el carácter que Díaz pretende imprimir a su proyecto a corto y largo plazo.

Y es que, la ministra de Trabajo no ve más allá de las generales, en una focalización de objetivo muy clara en la que ya no hay cabida para el enfado de Podemos. Quiere dejar atrás el ruido generado por la polémica de las listas electorales y los ataques recibidos por parte de los morados, a raíz de la exclusión de Montero. De hecho, está molesta por los reproches vertidos desde el partido de Ione Belarra y, en especial, por no estar siendo capaz de que los mensajes de Sumar empiecen a calar en el electorado.

Pese a ello, en Podemos siguen inmersos en una guerra abierta contra la gallega para que incluya a última hora a la ministra de Igualdad en las candidaturas a las generales, liderada por el que fuera su líder, Pablo Iglesias. 

El pasado martes anunciaron la celebración de un consejo ciudadano estatal, el mismo día que tendrá lugar la constitución de los distintos Ayuntamientos tras el  28-M y en vísperas de que venza el plazo de presentación de listas. La realidad es que este cónclave tenía prevista una reunión sin fecha para analizar la debacle en las municipales y autonómicas. Además, romper el acuerdo con Sumar no está encima de la mesa. Todo ello a pesar de la enorme presión ejercida y el tono empleado contra la líder de Sumar desde hace semanas. 

Los de Belarra tienen claro que la coalición es la única forma de maximizar los resultados el 23-J para evitar que PP y Vox tomen la Moncloa. Pero también acusan a Díaz de haber vetado a su principal activo político, y confirman que seguirán presionando al equipo de la vicepresidenta segunda para incluirla in extremis. La gallega lo tiene completamente descartado, según su círculo cercano.