Jay Kaes, el grafitero burgalés que decora el mundo

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Radicado en Londres desde hace una década, triunfa con sus espectaculares murales en ciudades de todo el mundo y trabajando para compañías como Netflix, Marvel o Sony

Jay Kaes - Foto: DB

Sólo quiere ser identificado con su nombre artístico, Jay Kaes, quizás porque es la marca registrada, el sello con el que se le conoce en medio mundo, donde ha dejado estampada su firma, y en el cada vez más selecto del arte urbano. Pero aunque reside en el Reino Unido desde hace mucho tiempo, nació en Burgos hace 38 años. Aunque todavía era un niño cuando se trasladó de ciudad, lleva con orgullo su raíz burgalesa este grafitero profesional que se recuerda siempre dibujando: en casa, en el cole... «Disfrutaba dibujando, me daba mucha satisfacción». Cuando estaba en la calle solía observar con atención los murales con los que se encontraba. «Me motivé a dejar mi huella artística y comencé a dibujar en las paredes».

Para Kaes, el arte urbano «tiene la capacidad de llevar el arte al espacio público y permite que cualquier espectador tenga la posibilidad de experimentarlo. Además, inspira conversaciones valiosas acerca de los temas de nuestro tiempo. Llevo 24 años pintando en las calles y creo firmemente en el poder transformador que el arte urbano tiene en la comunidad», explica el artista burgalés, que está zambullido en numerosos proyectos en lugares diferentes. Siempre viajando de acá para allá. No en vano, está creando una serie de encargos privados en Escocia e Inglaterra a la vez que prepara el lanzamiento de un 'Art Toy' (juguete coleccionable de edición limitada personalizado). «Además, tengo un proyecto muy interesante con el Colors Festival, en Londres, y estoy trabajando en un mural en Suecia. Hay muchos otros proyectos interesantes en los que estoy involucrado tanto en España como en Inglaterra. Estoy emocionado y comprometido con cada uno de ellos y espero poder compartirlos pronto con todos», señala.

Concibe Kaes la calle como el espacio más ideal para la expresión artística. «El arte callejero tiene sus raíces en la rebeldía y en la necesidad de expresar la supervivencia espiritual. A menudo, era la única herramienta que tenían los marginados, los pobres y aquellos privados de sus derechos para comunicar sus historias y su sentido de pertenencia al lugar. Cuando no tienes nada, poder 'reclamar' un muro es una forma de afirmar tu propiedad sobre tu lugar y tu pueblo. Es una marca para reclamar la humanidad y una señal para el futuro. La calle ha sido, durante mucho tiempo, un lugar para defender y expresar opiniones personales, sociales y políticas. Desde su papel histórico como punto de encuentro de la revolución, en las últimas décadas, la calle se ha convertido en el lugar, el medio y el mensaje para la expresión artística y la comunicación social», afirma.

(Más información, en la edición impresa de Diario de Burgos de este domingo)