Atención a las necesidades del día a día

A.S.R. / Burgos
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La ampliación del Graciliano Urbaneja, la erradicación del chabolismo o los cuidados a la población más vulnerable, entre los deberes del próximo Gobierno en Burgos a partir del 28-M

El Graciliano Urbaneja se ha quedado pequeño para las asociaciones. - Foto: Valdivielso

No hay políticas que afecten más directamente al ciudadano que las municipales. Lo hacen las que se cocinan en todas las áreas. Y muy especialmente las que salen desde Servicios Sociales. Porque muchas de sus decisiones y de sus actuaciones tocan, además, a personas y colectivos vulnerables. Los frentes abiertos se alargan y tienen que ver con instalaciones, programas y empleados. 

Una de las urgencias, y reivindicación más repetida entre las asociaciones, radica en la ampliación del Centro Sociosanitario Graciliano Urbaneja, que acaba de cumplir 15 años y se ha quedado pequeño para dar cabida a todas las que trabajan por hacer mejor la vida de los distintos usuarios. 

El mismo objetivo busca el, de momento, fallido proyecto de dotar al barrio de San Pedro de la Fuente-Fuentecillas de un centro cívico. Hace tiempo que urge un edificio nuevo que complemente al CEAS que alberga ahora algunas de las actividades propias de estos espacios. Su planteamiento colea desde hace varios mandatos. ¿Llegará a ser una realidad en el que está a punto de empezar? 

El Encuentro será historia y los empleados resultan esenciales para el buen hacer de la concejalía. El Encuentro será historia y los empleados resultan esenciales para el buen hacer de la concejalía. - Foto: Luis Román

Más allá de las piedras, se encuentran las personas. Los retos en este punto se multiplican. Conseguir una sociedad más justa conlleva sus sudores. Desde el área de Servicios Sociales son muy conscientes y mantienen abiertas líneas de trabajo que deberán seguir entre sus prioridades. 

Se ubica ahí la meta de erradicar el chabolismo en la ciudad. Deberá culminar el desmantelamiento del mítico poblado de El Encuentro y volcarse por que no aparezcan nuevos asentamientos, como recientemente ha ocurrido en el entorno de La Ventilla. 

Estas realidades evidencian que la pobreza aún golpea a la ciudadanía. La pandemia y la precarización del empleo han provocado que muchas familias no lleguen a fin de mes. Entre los deberes, visibilizar estas situaciones, ponerlas remedio con la continuidad de las ayudas de urgente necesidad y agilizar el pago de las subvenciones a las entidades que reman por su bienestar y trabajan con los sectores más vulnerables. 

El creciente envejecimiento de la población plantea igualmente un desafío cada vez más urgente: la atención a los mayores. El Consistorio tendrá que velar por que sus vecinos de más edad tengan un lugar donde vivir, una eficaz ayuda a domicilio y dispongan de puntos de encuentro, donde disfrutar de esta etapa libre de ataduras profesionales. Aliviar su soledad con programas específicos se aúpa como otro de sus deberes. 

Los desvelos por los mayores no pueden restar mimos a los jóvenes. Se aúpan, si cabe, como la gran cuenta pendiente de los mandatarios. Se sienten abandonados por los políticos y no les falta razón. El desarrollo de un plan de ocio que los aleje del botellón, del consumo de otras drogas o de la adicción al juego o a internet se torna en urgente. Entra aquí la preocupación por su salud mental. Las campañas contra el acoso escolar o de prevención del suicidio deben intensificarse y afinar su foco. 

Y detrás de todas estas personas están los profesionales. La huelga de las trabajadoras sociales durante el mandato que acaba de terminar se erige como paradigma de la importancia de cuidar a los profesionales, tanto los contratados directamente como los que lo hacen indirectamente a través de las empresas adjudicatarias de los servicios externalizados. 

Hasta aquí, apenas un puñado de tareas a anotar por quien coja las riendas de los Servicios Sociales en el próximo gobierno.