La integración tiene voz y voto

D. ALMENDRES / Burgos
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Los ciudadanos llegados a Burgos de otros puntos del globo son parte activa de la sociedad y participarán en las elecciones del 28-M con el deseo de reforzar la estabilidad encontrada aquí. El acceso al trabajo y a la vivienda centran su discurso

Pavel Lezama, Brehima Diallo y Marcelo Sancholuz posan con la estatua de Ghandi, en el parque de la Cruz Roja. - Foto: Valdivielso

Está claro que en este mundo globalizado uno es de donde pace. Por eso, los burgaleses llegados desde el extranjero se sienten tan partícipes de las próximas elecciones municipales como los mismísimos descendientes del Cid Campeador. No se trata solo de sobrellevar con la mejor predisposición el difícil paso de la emigración. Son parte activa de la sociedad y por ello aportan su granito de arena para ayudar al desarrollo de la ciudad en la que se crían las nuevas generaciones.

«El que emigra no piensa en su interés, sino en los que vienen detrás. Es duro, pero lo que más valoro es que mis hijos se han criado aquí con seguridad y ahora lo hacen mis nietos», explica Marcelo Sancholuz.

Después de 33 años, este argentino conoce al dedillo la idiosincrasia de una ciudad que «ha evolucionado de una forma impresionante». «Ha cambiado muchísimo para bien», recalca, antes de confirmar que acudirá una vez más a la convocatoria electoral. «Es importante que la colonia extranjera participe con el mismo convencimiento que uno de aquí. Al fin y al cabo, es donde pagamos los impuestos y también somos españoles», explica, mientras asiente Pavel Lezama.

Procedente de México, son más de tres lustros en una capital que en nada se parece a la de su país y su perspectiva también se centra en el bienestar de la familia. Para él, Burgos es un sitio perfecto donde asentarse y, precisamente por eso, pide más iniciativas que favorezcan la plena integración de los extranjeros en el día a día de la ciudad.

«Hay que facilitar la organización de las iniciativas sociales en las que podamos participar. Me refiero a actividades lúdicas en las que, como extranjeros, podamos mimetizarnos con los burgaleses», propone. «Ya lo hemos hecho, pero faltan más ideas», matiza.

Lezama inculca a sus hijos «la mexicanidad y el cuidado de sus raíces» para que puedan unir ese sentimiento con su condición de burgaleses. Y para ello, es necesario compartir experiencias con el resto de la sociedad. «Se hacen actividades como las ferias. Así te ven, se interesan por lo que hacen, te preguntan... hacen falta más cosas así», insiste.

Aunque el Centro Cultural Mexicano, al que representa, ya participa en iniciativas como el Carnaval, este ciudadano va un paso más allá sin que sea necesario esperar a eventos «puntuales» para salir a la calle. «El invierno aquí es muy largo y estás deseando que llegue el verano para juntarnos. Yo me pregunto, ¿por qué no hacerlo antes? Hay un montón de espacios donde reunirnos y hacer actividades», plantea.

Esa integración es posible una vez que las familias se han asentado en Burgos tras cumplir con dos requisitos fundamentales: encontrar un trabajo y acceder a una vivienda. Brehima Diallo consiguió ambos objetivos después de pasar por Soria y Palencia. Aquí encontró el lugar ideal para establecerse, aunque no todo es tan sencillo al principio.

Que se lo digan a este maliense, quien defiende la importancia de ayudar a los ciudadanos en esta tarea. «Burgos me encanta por las facilidades que tiene para encontrar trabajo. Es algo que cuesta mucho, pero aquí es diferente», explica. Sin embargo, «la dificultad está en el alquiler». «Es algo que se puede cambiar», expone, apoyado por sus compañeros.

«Es un tema fundamental», zanja Sancholuz. «No tengo la estadística, pero seguramente casi la mitad de los pisos están vacíos mientras los precios son inaccesibles. Las exigencias cada vez son mayores y los políticos deberían ayudar al alquiler, aunque es cierto que no es un problema solo de Burgos», explica.

La perspectiva cambia según los ojos que miran y la experiencia de las personas. Por eso, los tres protagonistas destacan las virtudes de una ciudad que ha evolucionado en muchos aspectos. «Cuando llegué vi que la gente era muy reticente al cambio, sobre todo en asuntos estructurales», recuerda este burgalés de Argentina. «Aquí son tradicionales, pero con el paso de los años llegaron unos cambios que han traído una ciudad moderna», destaca.

Brehima Diallo lo tiene claro. «La gente nos trata bien y son amables. Me gusta vivir aquí y desde la Asociación de Mali colaboramos con el Ayuntamiento de Burgos», destaca. Y es que desde eso se trata, «de estar tranquilos y sin problemas».

Las «buenas conexiones» o los «servicios» son otros aspectos muy bien valorados, a pesar de que Diallo se sume con la boca pequeña a la polémica generada con la localización de las nuevas islas ecológicas. «Los contenedores están lejos. Antes estaban en la puerta y ahora hay que caminar. Está bien, aunque ojalá estuviera más cerca», apunta, si bien los tres señalan como punto positivo la «limpieza» de la ciudad. «A veces nos quejamos de llenos», resume Marcelo Sancholuz, quien consensúa con sus compañeros aspectos como la «tranquilidad y la seguridad» que ofrece Burgos.

¿Y el futuro? Aún está por escribir, aunque el optimismo no debe confundirse con la relajación. «Cuatro años no dan para un cambio radical», asume el representante argentino, quien tiene en cuenta que en campaña «se promete mucho y se pelean entre ellos». «Lo importante es el cambio progresivo. Burgos está muy bien situada y eso es importantísimo. Debe haber unión entre las administraciones para favorecer ese crecimiento», avisa Sancholuz, con un deseo. «Lo interesante es que encuentren ciertos puntos de interés para todos, más allá de las ideas o del programa», reflexiona. 

Mientras, Pavel Lezama muestra su esperanza para que Burgos aproveche los retos del futuro. «Espero que se avance durante los próximos cuatro años con nuevas infraestructuras, carreteras que unan más la ciudad y con la llegada de empresas tecnológicas», comenta, para ir un paso más allá. «Burgos lo necesita porque así vendría más gente a una ciudad excelente para vivir», concluye.