Un Mirandés de Primera

Área 11 / Villarreal
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La sorpresa de la Copa. El conjunto rojillo derrota al Villarreal en El Madrigal, se clasifica para los octavos de final y mañana conocerá su rival

Pablo Infante recibe las felicitaciones de sus compañeros al final del encuentro. - Foto: EFE

Villarreal: 0  Mirandés: 2

Villarreal: César, Joan Oriol, Musacchio, Ángel (De Guzmán, m. 62), Nilmar (Joselu, min. 70), Marco Ruben, Cani, Zapata, Marcos Senna (Camuñas, min. 61), Borja Valero, Bruno.

Mirandés: Nauzet, Ernesto, César Caneda, Alain, José Ángel (Muneta, min. 54) Mikel Martins, Borrell

(Mújica, min. 72) Iribas, Barahona (Pablo, min. 52) Álvaro Corral, Aitor.

Incidencias:

Árbitro: Pérez Lasa (comité vasco), ayudado por Sobrino Magán y Jiménez Moreno. Amonestó a los locales Ángel y Zapata, así como a los visitantes Barahona y Aitor.

Expulsó al local Musacchio en el minuto 89 por doble amonestación.

Goles: 0-1, min. 60: Pablo Infante. 0-2, min. 87: Pablo Infante.

Público: El Madrigal. 8.000 espectadores. Gritos de ´Garrido vete ya´ al final del choque y aplausos para el Mirandés.

Dos goles de Pablo Infante hacen historia para el Mirandés, eliminando con total justicia a un equipo de Champions League como es el Villarreal. Pensando en convertirse en un nuevo David, el Mirandés llegaba al Madrigal con la intención de hacer valer el empate a uno en el partido de ida y derrotar a Goliat en su propio terreno de juego. Pese haber sufrido su primera derrota en liga ante el Deportivo Alavés, la situación era la mejor en la que se podría encontrar, sobre todo por las circunstancias del conjunto amarillo, inmerso en una crisis de resultados y con la afición en contra de su entrenador. Precisamente por eso, Juan Carlos Garrido no se fió ni un pelo del conjunto leonés e introdujo un once de gala, con sus mejores jugadores disponibles, con la única excepción de César, dándole descanso a Diego López, guardameta titular del conjunto castellonense. Por su parte, Pouso sí que dio descanso a algunos de sus habituales jugadores en los onces íniciales de la liga.

Y al final lo consiguió. David derrotó nuevamente a Goliat, un Goliat menos gigante que nunca, que apenas pudo hacer nada para evitar la derrota, pese a que lo intentara. La confianza, las ganas y el ímpetu de los rojillos, hicieron que la hazaña fuera gigantesca. Sobre todo Pablo, que con sus dos goles, dejaba en evidencia a la defensa amarilla.

El encuentro empezó muy de cara para el conjunto rojillo, parecía que el milagro iba a producirse más rápido de lo que se esperaba. A los seis minutos, el amarillo Ángel derribó a Alain dentro del área amarilla. Pérez Lasa no dudó en señalar el punto de penalti. Alain se encargó de ejecutar la pena máxima, pero el meta amarillo César, estuvo más acertado y le adivinó la intención evitando que el Mirandés se pusiera por delante en el marcador a las primeras de cambio.

De todas formas, el que empezó a dominar el encuentro fue el Villarreal. Dominaba el juego, el balón, pero las ocasiones no las lograba aprovechar. La primera llegó a los veinte minutos, cuando Borja Valero consiguió deshacerse de la defensa castellana y quedarse solo ante el portero, pero Nauzet logró atrapar el disparo del amarillo. Poco después sería Musacchio quien a punto inaugura el marcador local, pero su remate de cabeza tras un saque de esquina, salió fuera rozando el larguero.

Pero el Mirandés no renunciaba a conseguir el gol que les pudiera dar la tranquilidad. En el minuto 23 fue Ernesto quien colgó desde la banda izquierda dentro del área y José Ángel, ante la pasividad de la defensa amarilla, logró rematar, pero casi cayéndose, mandando el balón fuera, ante el suspiro de alivio de la parroquia amarilla. Poco después, en el 29, fue Alain quien tuvo de nuevo en sus botas la posibilidad de estrenar el marcador, pero su disparo salió alto.

En El Madrigal, los pitos se hacían ya presentes, pues el Villarreal no podía doblegar por más que quisiera al conjunto rojillo. Pouso le estaba ganando el pulso a Garrido sobre el terreno de juego. Tras el descanso, Pérez Lasa no vio un posible penalti sobre Barahona de Ángel, que le puso el codo el codo en la cara cuando se disponía a rematar dentro del área. El Mirandés empezaba a apretar, frente a la casi nula actividad amarilla, que llegaba, pero sin peligro.

Tanto fue el cántaro a la fuente, que acabó por romperse. En el minuto 60, la alegría inundó las filas rojillas, cuando Pablo recibió un balón en la frontal del área, lo controló, recortó, dejó sentada a la defensa a amarilla y batió a César. Una jugada de auténtico crack. Un gol para la historia del club de Anduva.

El conjunto amarillo no quería dar por sentenciada la eliminatoria, y lo seguió intentando. En el minuto 67, Borja Valero puso un saque de esquina dentro del área, Bruno remató de cabeza al larguero, el rebote llegó a los pies de Nilmar, quien lo intentó de chilena, pero no tuvo suerte. Los gritos de ‘Garrido vete ya’ inundaban ya El Madrigal por parte de una decepcionada afición amarilla, al ver que su equipo no podía hacerle frente a un conjunto, a priori, inferior.

El éxtasis mirandesista llegó en el minuto 87, cuando el peligro del empate amarillo y la prórroga todavía era posible. Fue entonces cuando Mújika se sacó de la chistera una buena jugada, para dejarle el balón a Pablo, Don Pablo desde hoy, quien de nuevo vio puerta, batiendo por segunda vez a César. El banquillo y los jugadores del Mirandés se fundieron en un gran abrazo, pues ya habían conseguido el pase a la siguiente ronda de la Copa del Rey, demostrando un gran fútbol, haciendo ver que el equipo inferior era realmente el Villarreal, la humildad y el buen juego, lograron dejar totalmente KO a todo un Primera División.