Cristina Martín

Aguas Abajo

Cristina Martín


Papel electoral

24/05/2023

Llego a casa y, al disponerme a abrir mi buzón, veo que está colapsado por propaganda electoral de todos los colores que satura, literalmente, el hueco del correo. El desperdicio de papel que esta práctica genera es incuestionable además de ser, a mi juicio, una práctica desfasada orientada a un público de cierta edad, dado que los jóvenes poco usan el papel y menos aún se paran a leer discursos persuasivos con pocas garantías. 

Me pregunto si ningún partido se ha propuesto hacer llegar su publicidad a través de otros canales más sostenibles y, de paso, más orientados a atraer un público activo y con perspectivas de futuro. Desde hace ya unos años reconocemos el hecho de vivir en un mundo por definición cambiante y en continua transformación, donde el uso de la tecnología y la digitalización ocasiona que tengamos que adaptar nuestra forma de trabajar, de relacionarnos y, en definitiva, de vivir. 

Parece ser que esta cuarta revolución industrial no ha llegado al seno político dado que las campañas, discursos y la parafernalia que le sigue al periodo electoral sigue siendo igual de tradicional que en los inicios de nuestra democracia. 

El envejecimiento acusado de la población española responde al uso de estas técnicas, que van orientadas a acaparar el voto de los más mayores y se aparta de ser reclamo de los jóvenes dado que éstos, además de ser pocos, su interés por la política y la confianza en los políticos como agentes impulsores del cambio es más que cuestionable. 

En las últimas elecciones, a penas un 30% del electorado joven fue a votar, dato que fuerza a que ocurra un cambio notable tanto de las personas que lideran la política como de las propias formas de hacer política, apostando, entre otras cosas, por llegar al electorado con menos papel.