La ciencia salva la vieja estación 10 años después de cederse

R.P.B.
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Tras numerosos tumbos en su génesis y una rehabilitación compleja, el inmueble que albergaba la antigua terminal de ferrocarril es hoy un edificio vivo gracias a la tecnología

La ciencia salva la vieja estación 10 años después de cederse - Foto: Luis López Araico

Dio muchos bandazos respecto de su configuración -y otros tantos durante su rehabilitación, que fue larga y penosa-, pero diez años después de que la antigua y hermosísima estación del ferrocarril pasara a manos de la ciudad, tan elegante edificio es hoy una realidad consagrada a la ciencia y a la tecnología que vive un momento dulce: ha llegado a buen destino. No ha sido un camino fácil.Antes siquiera de que el Estado cediera el edificio a la ciudad, hubo ideas peregrinas respecto a qué hacer con él, qué contenido tendría, cuál sería en adelante su función. Seguro que hay muchos lectores que recuerdan aquella propuesta, que no tuvo buena acogida, de convertirlo en una suerte de Museo de la Historia de España (se habló, también, de un centro de interpretación del folclore local, ahí es nada).Hubo, es verdad, ideas algo mejores o más ambiciosas, como aquella que impulsó el Colegio de Arquitectos: hacer de la estación una 'Ciudad de las Artes'.  

Esta propuesta llegó a calar más que la otra: La Fábrica, el estudio de industria cultural que alumbró Matadero y la Casa Encendida de Madrid, llegó a visitar las instalaciones para analizar su potencial: se pensó que el inmueble podría acoger todo el tejido asociativo cultural de teatro, artes plásticas, escenografía...Además, en el horizonte estaba la Capitalidad Europea de la Cultura 2016, y se consideró que un proyecto de esa envergadura constituiría un punto a favor de la candidatura burgalesa. Pero aquella idea se terminó también diluyendo como un azucarillo.Ya con las obras en marcha, en el 2016 en el que Burgos no fue capital europea de la cultura aún no se sabía que acogerían las dependencias ferroviarias.

Lo de la rehabilitación fue otra muesca más en el complicado devenir de la estación.La UTE que resultó adjudicataria (Ferrovial Agroman y Aroasa) acumuló retrasos y esto puso en serio riesgo el asunto de la financiación, toda vez que de los casi 3 millones de euros que costó la reforma, un 80 por ciento venían financiados por fondos europeos Urban. Se logró sobre la campana, uno de esos milagros que de vez en cuando suceden. 

El edificio se inauguró como centro de ocio y nuevas tecnologías en marzo de 2017. Tuvo un arranque dubitativo; por más que se trató de llenarlo de contenido, la realidad es que los primeros meses fueron de cierta languidez.Un quiero y no puedo.Un no se sabe muy bien qué somos y queremos. Y eso que su interior estaba preparado: las dependencias contaban con salas destinadas a la construcción de muebles, a la creación en 3D, videojuegos, música, robótica y a diversas otras actividades juveniles. El mismo día de su inauguración, un pletórico Javier Lacalle, alcalde de la ciudad, anunciaba que La Estación cogería pronto «vuelo de crucero». No sucedió.Tampoco fue nunca una realidad que tendría cafetería y terraza, otro lastre más: nunca despertó el interés de nadie por hacerse con su gestión, y además, hubiese obligado a hacer obra, toda vez que no se contempló extracción de humos.

El papel de la UBU. Así andaba el asunto cuando, corría el año 2019, con Daniel de la Rosa ya en la Alcaldía, los designios de este infrautilizado inmueble viraron. Asumiendo el nuevo regidor que era un edificio desaprovechado, fue la Universidad de Burgos la que llegó al rescate. Y con un proyecto interesante, inspirado en uno similar que funcionaba, y muy bien, en la universidad portuguesa de Aveiro.La UBU propuso al Consistorio que le alquilara La Estación para desarrollar allí un proyecto que promocionara la cultura científica y tecnológica a través de la experimentación a la manera de la Fábrica Centro Ciencia Viva de Aveiro. Unos meses antes, el rector de la Universidad de Aveiro, Paulo Jorge dos Santos Gonçalves, acompañado del director de la Fábrica Centro Ciencia Viva, Pedro Pombo, visitaron el campus burgalés, donde ambos se entrevistaron con el rector de la UBU,Manuel Pérez Mateos, para firmar un convenio de colaboración con el propósito de «trasladar el modelo de la Fábrica a Burgos». Y qué mejor lugar que La Estación, pensó el rector, más aún cuando se estaba a la espera del Hospital de la Concepción, donde se había pensado desarrollar este proyecto.La Estación reunía todos los requisitos para desarrollar el proyecto de marras, lo que contribuiría a dinamizar el edificio ferroviario.

Dicho y hecho: a comienzos del año 2020, poco antes de que la malhadada pandemia lo truncara todo, se dieron los pasos para hacer realidad el proyecto. Ayuntamiento y Universidad acordaron destinar 500.000 euros (la mitad cada institución) para la adaptación de algunos espacios, la compra de equipamiento y material y su mantenimiento. Se realizaron cambios: la antigua zona de restaurante se convirtió en una sala expositiva de temática científica, mientras que la pérgola se convirtió en un espacio de biociencia más sostenible. La instalación se completó con el laboratorio de fabricación digital.Se programaron visitas de 32 centros con 800 alumnos y se acordó desarrollar los programas de la institución académica dirigidos al fomento de vocaciones científicas.El remate vino con el apoyo al proyecto de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)-Ministerio de Ciencia e Innovación.

Desde entonces, se ha convertido en lo que se soñó un día: un edificio vivo, con actividades a lo largo de todo el año.Incluyendo el verano: hasta 380 jóvenes participan durante estas semanas del 'Verano científico en La Estación'. La programación, elaborada por la Unidad de Cultura Científica de la UBU, se estructura en cursos semanales que vienen desarrollándose desde 4 de julio y que se prolongarán hasta el 2 de septiembre, destinados al alumnado de Infantil, Primaria y Secundaria. Para los más pequeños, magia, investigación y exploración con el objetivo de fomentar la curiosidad y el descubrimiento. Para los de Secundaria, cursos monográficos centrados en videojuegos y drones.