«Lo que hoy es cultura de la cancelación, antes eran vetos»

I.L.H. / Burgos
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ENTREVISTA| La Cabra Mecánica nació en 1997 con el CD 'Cuando me suenan las tripas' y se disolvió en 2010 con 'Carne de cañón'. En medio publicaron 'Cabrón', 'Vestidos de domingo', 'Ni jaulas ni peceras' y 'Hotel Lichis'. El sábado suenan en el Tribu

Lichis (en el centro) es el alma, compositor y cantante de La Cabra Mecánica. Actúa el sábado, a las 21 horas, en el Festival Tribu. - Foto: Juan Perez Fajardo

La Cabra Mecánica ha cumplido vienticinco años y lo está celebrando con una gira, planteada como un paréntesis en la carrera en solitario de Lichis (Miguel Ángel Hernando), que no ha dejado de tocar, aunque desapareciera la banda que lo encumbró como músico. Asiduo en Burgos a la Bolera, El Quinta y ahora La Rúa y el MEH, espera volver como Lichis en su formato trío. Hoy toca hablar del grupo de Felicidad, La lista de la compra, Fábula del hombre lobo y la mujer pantera, El último cantautor o El día de tu boda. Estará el sábado en el Festival Tribu (en los jardines de La Parrala), pero antes, su líder charla de lo que fue aquello, del regreso, de aquel mestizaje entonces innovador y de quienes no lo entendieron.

Empezaron el año pasado, ampliaron a cuatro fechas en 2023 y ya han anunciado que la gira crece. A ver si se les va a ir de las manos...
La cosa va bastante bien, todo dentro de los límites que nos habíamos impuesto: hacer poquita cosa, en sitios donde el tema se organizara con cariño y contando con que es una gira con fecha de caducidad. La verdad es que está siendo muy bonito. Quizá esta forma de hacer las cosas, así en exclusiva y a poquito, hace que el público lo valore y nosotros estamos también más entregados en cada ocasión. Nos han reclamado también ciudades grandes y hemos intentado buscar un equilibrio para no volvernos locos, porque no estoy en condiciones ni con ganas de meterme en un follón demasiado grande.

La Cabra se deshizo cuando estaba en su momento álgido. La gente, entonces, acudía a ver a Lichis en solitario y le reclamaba el repertorio del grupo. Visto ahora con la perspectiva del tiempo, ¿se arrepiente de haber disuelto La Cabra en ese momento?
No, todo lo contrario, me alegro de haberlo hecho entonces porque lo que quería es guardar buenos recuerdos de aquella etapa. Hay un público que solo conoce esa faceta de La Cabra, pero llevo en la música cerca de 35 años y ese grupo fue uno de tantos proyectos. El tiempo pasa, los proyectos van caducando y, como la vida, se quema una etapa e inicias otra. De mi carrera en solitario me siento muy satisfecho y es el fruto de lo que fui en La Cabra y de lo que hice en cientos de grupos. Y si entonces hubiera podido verme en el futuro, me hubiese gustado verme como estoy ahora. Así que fue un acierto. 

Con un panorama completamente polarizado y la cultura de la cancelación a la orden del día, ¿cree que hoy serían bien recibidas las letras mordaces e irónicas de aquel momento de La Cabra Mecánica? 
Tampoco lo fueron en su momento. Quizá ahora hay un altavoz mucho más grande sobre todo de las circunstancias que ocurren alrededor de la música o las expresiones artísticas. Pero en mi caso era igual. A nosotros nos costó mucho romper perjuicios. Lo que ahora es cancelación antes eran vetos. Recuerdo a la alcaldesa Rita Barberá prohibiéndonos tocar o anulándonos una actuación en Valencia porque no quería traer a un grupo que tenía un disco que se llamaba Cabrón. Y gente del negocio a la que nuestro mensaje no les cuadraba. De todas formas, lo procaz y marginal es un traje que no sienta bien a todas las edades. Es una antorcha que lleva mejor la gente joven que no un señor de mediana edad como es mi caso, que ya lo hizo en su momento y está en otra guerra.

Me voy a vengar, por supuesto. He pasado muchos conciertos de Lichis tratando de no tocar temas de La Cabra y ahora voy a resarcirme»

¿No le ponían pitidos en la radio por las palabras 'malsonantes' de Fábula del hombre lobo...?
Sí, pero eso fue una idea mía. Una de las radios que más nos apoyó en aquella época fue Cadena Cien, vinculada a la Conferencia Episcopal. Querían pincharnos, pero para ellos era un follón, así que les sugerí que pusieran pitidos en los tacos. Pero nos enfrentamos a censuras peores de determinadas emisoras que no quisieron ponernos. Al final lo hicieron con el tema de María Jiménez (La lista de la compra) y Felicidad, pero solo una semana y por cumplir el expediente. Nos enfrentamos con cosas muy raras en nuestra época.

¿Aquello era contra La Cabra o contra Lichis?, ¿era la industria u otros poderes?
Ocurrió, no sé. Quizá las puertas que a nosotros nos cerraron se abrieron para otros posteriores influenciados por La Cabra. En ese momento nuestra propuesta era diferente. No descubrimos la rueda, pero sí fuimos los primeros que mezclamos cosas que no estaban de moda o que no casaban bien, a priori, con el rock. A nosotros nos parecía que un pasodoble podía ser muy heavy. Quizá pagamos el pato de ser los primeros. Además de que en este mundo el triunfo tiene muchos padres y el fracaso solo uno. Y con nosotros nadie pudo apuntarse el tanto; no hubo ningún descubridor. Éramos muy libres y muy nuestros, y los seguimos siendo. El tiempo nos ha dado la razón, aunque hubiera preferido que nos la diera entonces. 

Ahora está en otro momento con su carrera en solitario. Sus canciones suenan frescas, pero están muy elaboradas. ¿Sufre cuando compone?
Siempre. Cuando tocas un instrumento lo que aprendes te sirve de base; es un proceso acumulativo, pero al componer siempre partes de cero. Siempre es un reto, un salto al vacío que nunca termina de ser divertido, pero que necesitas. Es como el tipo que acaba de bajar del Himalaya, ha perdido un compañero, le han amputado un par de dedos por congelación y se ha quedado en los huesos. Y según baja dice que en lo único que está pensando es en recuperarse y volver a ascender -ríe-.

¿Ha perdido mucho por el camino?
Sí, dedos no, pero otras cosas... -ríe abiertamente-. En la creatividad siempre hay una pérdida y un desgarro. Es algo implícito.

El triunfo tiene muchos padres y el fracaso solo uno. Pero con La Cabra nadie pudo apuntarse el tanto: no hubo ningún descubridor»

Aunque el concierto sea de La Cabra, ¿incluirá algún tema suyo o piensa diferenciarlo como intentaba hacer cuando era a la inversa?
Me voy a vengar, por supuesto. He pasado muchos conciertos intentando no tocar temas de La Cabra simplemente por no convertirme en una marca blanca en solitario, que ahora voy a resarcirme. Por otro lado, salvo los muy fans de La Cabra, el público en general conoce muy pocas canciones. Así que podría tocar las más conocidas al principio y al final y en el resto meter casi lo que quiera y no lo sabrían. Suelo bromear con esto, pero es cierto.

Si es eso es así, ¿cómo explica que le insistieran tanto en que las tocara, el éxito de esta gira o que sea casi un grupo de culto?
No lo sé. La gente vincula muchas cosas a la personalidad y el carisma de cierta persona. El personaje más que el trabajo en sí. La Cabra, por ejemplo, ha quedado en la memoria como un grupo que hacía rumbas y era lo que menos hacíamos. O la etiqueta que tanto odio de canalla. Con el tiempo todo se ve de otro modo.

¿Qué sabe del Festival Tribu, donde va a tocar y qué le animó de la propuesta?
Les conocí el otro día y me parece un equipo muy majo. Sé que tienen mucha ilusión porque esto se consolide dentro del enorme mercado de festivales. Pero, claro, compites con una oferta muy grande, con un mundo creo que sobredimensionado, con cachés increíbles; un mercado difícil que está viviendo una burbuja complicada. Pero espero que el Tribu funcione. Cariño, entrega y buen hacer me consta que no faltan.