Olés con acento castellano

R.E.C. / Burgos
-

Desde su fundación en 1996, la Casa Regional de Andalucía ha participado en las fiestas de Burgos activamente. Prueba de ello son algunas de las anécdotas y recuerdos de sus socias más veteranas, siempre dispuestas a pasarlo en grande

Rosa García, Paqui López, Marta Vicario y Mari Vázquez son socias de la Casa de Andalucía en Burgos. - Foto: Valdivielso

Un 28 de febrero de 1996 se fundó oficialmente en la plaza San Bruno la Casa Regional de Andalucía en Burgos con cerca de 50 familias. La fecha elegida, coincidiendo con el día de la Comunidad, no fue una casualidad. Y aunque en un principio, la mayoría de socios eran oriundos del sur, con el paso del tiempo se han ido juntando gente de «fuera» pero con una vinculación especial hacia la tierra, su cultura y sus tradiciones, hasta ser en la actualidad unas 200 familias que se reúnen periódicamente en su sede del pasaje de Fernando de Rojas 10 de Gamonal.

Allí, los socios sacan provecho a cada instante, no teniendo tiempo para aburrirse gracias a una amplia agenda que se extiende desde comienzos de año con la celebración de su aniversario y su semana cultural, para después comenzar con los preparativos de la Feria de Abril y conmemorar la Cruz de Mayo y El Rocío. Todo ello en un curso repleto de diversas actividades, incluyendo los viernes del Rincón Flamenco, y que tiene su puntilla final en junio con el Curpillos y su celebración en El Parral y, por supuesto, los Sampedros, donde es notable la presencia de esta hermandad pese a su corta edad.

Durante estos días, las blusas y petos de peñas junto a los trajes castellanos, se fusionan en Sampedros a una comitiva vestida de faralaes y de indumentaria multicolor que dan alegría a la ciudad. Una fiesta que no se pierden por nada del mundo Paqui López, Rosa García, Mari Vázquez y Marta Vicario y donde admiten que para ellas los festejos no han cambiado tanto y, si lo han hecho, ha sido a mejor.

Las cuatro tienen un arte que no se puede aguantar y alrededor de una mesa 'made in Andalucía' rememoran viejos recuerdos, donde destacan al unísono las numerosas anécdotas entre bambalinas, organizando los preparativos de los Sampedros.

«Cuando salí por primera vez en fiestas lo disfruté muchísimo. Sólo recuerdo bailar y pasarlo divino. Sales por ahí con el traje y la gente te mira, te piropea y todo el mundo te saluda», recuerda Marta, actual presidenta y también profesora de baile de la Casa. 

«No baila ni ná con el delantal puesto y la falda remangá», apostilla Paqui de Marta quien hace tres años encontró a una hermana que no sabía que existía. Y así la vida, después de conocerse y recuperar el tiempo perdido, le habló de la hermandad al compartir mismos gustos por esta cultura sin saber que un año, estando de vacaciones en Burgos para tratar de encontrarla, le vio bailar sin percatarse de que a quien estaba admirando vestida de flamenca era a la hermana que estaba buscando.

Mari tiene el número 17 de socia. Su hermano Antonio junto a otros fundó la Casa y aunque ella es burgalesa su arraigo procede de Huelva, aunque aclara «las raíces no son de donde naces sino de donde paces». «Mi madre se vino en tiempo de guerra, lo pasó mal en Andalucía, por eso a quien tenía que agradecer algo es aquí, a Burgos». Y ha sido en la urbe castellana donde guarda los mejores recuerdos, como en el desfile de la cabalgata. «Me acuerdo de que parábamos enfrente de la tribuna y nos reuníamos a cantar y a bailar sevillanas a la corte. Ahora ya no nos da tiempo, pero aun así sentimos una gran acogida por parte de la gente».

«Le gusta el jaleo como a la primera», vuelve a apostillar Paqui esta vez sobre Mari. «Otra es la bajada de los toros que era mundial, desde que empezábamos aquí hasta que bajábamos bailando… ¡y luego tocaba la subida! De los Sampedros me quedaría con eso, con ese ambiente, esa alegría de todas las peñas y la hora de la merienda. Me lo he pasado de maravilla».

Este 2023, la briviescana Rosa celebra dos décadas desde que se unió a este pedacito de Andalucía en Burgos y lo hace con cierta nostalgia entre la tristeza del recuerdo y la felicidad de lo vivido, «somos como una familia muy grande», afirma sin olvidarse de los que ya no están. Así, recupera dos actos relevantes de las fiestas: la cabalgata y la ofrenda de flores. Y es que a pesar de lo extenso y de salir los últimos en el desfile, junto a la Asociación de Amigos del Caballo, recuerda con cariño la acogida y la espera que han tenido siempre por parte de la gente, que lo vincula a «la alegría que tiene Andalucía, representada en cualquiera de sus palos, y que no lo tiene nadie más».

Una reacción del público que también es palpable cuando le cantan a la virgen, «aunque no sea a la del Rocío, que, aun siendo castellana, lo vivimos mucho». Como el año pasado, que con el micro cerrado lo hicieron a plena voz. «Canta como los ángeles», piropea Paqui, quedando claro que llevar sangre burgalesa y tener salero no son aspectos excluyentes.

'La Paqui', no responde por otro nombre. Para ella, la Casa de Andalucía, siendo ella de Melilla, pero con raíces en Granada, ha sido fundamental en su vida, aquí su hijo y su nuera se conocieron y se enamoraron, por ejemplo. Este año se ha propuesto participar en todo lo que pueda de las fiestas, siempre lo ha hecho cuando se lo han pedido, pero en esta ocasión con más motivo debido a un problema de vista que le han diagnosticado. Aun así, con ese espíritu espera repetir las hazañas del pasado cuando bajaba en la cabalgata y no volvía a casa hasta bien tarde, perdida con los demás por ahí buscando sitios para comer y pasar la tarde entre jarana y jarana.

Aunque puestos a elegir, de los Sampedros prefiere estar entre bambalinas, fuera del foco, con los preparativos de las cosas. «Es verdad que hay mucho jaleo y trabajo, pero lo pasamos genial. Y sobre todo a la vuelta, cuando termina todo, montamos nuestra fiesta particular y eso no ha cambiado a lo largo de los años, al contrario, creo que va a más con el paso del tiempo».