El 'director' estrellado

R. Pérez Barredo / Burgos
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Tal día como hoy de hace 75 años el avión en el que viajaba el general Emilio Mola se hizo añicos en Alcocero despejando el futuro de Franco como líder omnímodo

Este es uno de los monumentos erigidos en Alcocero a la memoria de Emilio Mola. - Foto: Tomás Alonso

La leyenda dice que cuando aquel 3 de junio de 1937 un ayudante entró azorado al despacho de Francisco Franco, que se hallaba sentado a la mesa trabajando con mapas y papeles, y balbuceante, las sienes palpitándole, le comunicó la muerte del general Emilio Mola en un accidente de avioneta en la localidad burgalesa de Alcocero, Franco, sin inmutarse, le espetó: ¡Qué susto me ha dado usted, creía que nos habían hundido el ‘Canarias’! Aquella sorprendente respuesta ante tan fatídica noticia para el bando sublevado, que se hallaba en plena campaña de Norte, no ha hecho sino abundar, todavía hoy, en teorías de todo tipo sobre la naturaleza de aquel accidente. Hay quienes aún sostienen que la avioneta en la que el conocido como ‘Director’ del golpe militar de julio del 36 viajaba de Vitoria a Burgos fue saboteada a instancias de Franco, que así se quedaba solo al frente del Movimiento, concentrando en su persona todo el poder. Sabotaje o no, lo cierto es que la desaparición de Mola despejó el camino de Franco, quedando como único caudillo de la rebelión, perpetuado en lo más alto del poder hasta su muerte.

El bimotor ‘Air Spik’ despegó de Vitoria con Mola y otros cuatro ocupantes a bordo. Pasadas las diez de la mañana, entre la niebla, un pastor lo vio volar demasiado bajo a la altura de Castil de Peones. Y después oyó el rugido metálico de la explosión. Capitanía General recibió el aviso a las 10,45 horas. Mola había muerto. No había supervivientes del accidente aéreo. La España sublevada se teñía de luto. El traslado de los cadáveres se produjo esa misma tarde, improvisando en el propio palacio de Capitanía la capilla ardiente. Se dice que toda la ciudad desfiló por allí. Franco llegó a Burgos entonces, contrito y emocionado según las crónicas, que rápidamente elevaron a Mola a la categoría de mártir ungido por la gracia de Dios y por la gloria de España.

Al día siguiente su cadáver fue reclamado por los navarros, para quienes Mola, que controlaba a los carlistas, era el preferido para dirigir los designios de la nación que saldría de la guerra si finalmente se ganaba la contienda. El general Dávila fue nombrado sucesor de Mola como jefe del Ejército del Norte.

Alcocero de...

Antes del final del año 1939 se erigió en el término municipal de Alcocero un majestuoso monumento a la memoria del general. Sobre 18.000 metros cuadrados, cientos de presos republicanos lo levantaron en un tiempo récord: dos meses. La larga escalinata, los cinco arcos solemnes y un hito en piedra de 22 metros de altura con el nombre del general inscrito en la base fueron inaugurados por Franco en el mes de junio. Además, al pueblo de Alcocero se le añadió el topónimo del desaparecido general. 75 años después de los sucesos el monumento sigue en pie. Y Alcocero sigue siendo ‘de Mola’.