Unos 8.000 adolescentes toman en Burgos bebidas energéticas

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Galicia va a prohibir su venta a menores y Castilla y León se lo piensa. Proyecto Hombre alerta sobre el riesgo para la salud que supone su ingesta por sus elevadísimas cantidades de cafeína y azúcar y propone aumentar la prevención con información

Cada vez es más frecuente que adolescentes y jóvenes consuman estas bebidas para estudiar o cuando salen de fiesta. - Foto: Luis López Araico

Tienen nombres que evocan fuerza, poder y diversión, patrocinan eventos deportivos de riesgo y motor y fiestas con mucha música y muy alta. Sus envases llevan colores chillones y logotipos rompedores y publicitariamente sus anuncios están vinculados a ese mismo imaginario de la velocidad, el peligro y la emoción. Son las denominadas bebidas energéticas, que están en el punto de mira de las autoridades sanitarias. Galicia va a prohibir su venta a menores, el Ministerio de Sanidad se muestra partidario y en la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León el asunto está también sobre la mesa. Es la población más joven la que las consume preferentemente y cada vez a edades más tempranas. «Es una imagen muy frecuente ver en los recreos de los institutos a chavales con el bocadillo y la lata de esta bebida, que no es un refresco», asegura la directora de Proyecto Hombre, Marta González, que apuesta por la educación y la prevención y porque la gente más joven sepa qué está introduciendo en su organismo y qué efectos le va a producir.

La clave fundamental es esta: no son refrescos sino bebidas que llevan una gran cantidad de cafeína (más del doble que cualquier refresco) y de azúcar (además de otros compuestos como taurina o guaraná, que a su vez también lleva cafeína) que les hacen altamente adictivas con severas consecuencias para la salud: «Un consumo excesivo puede generar obesidad, molestias digestivas, diarreas, dolor abdominal o alteraciones metabólicas y dado ese alto contenido en cafeína no es descartable que provoque efectos fisiológicos no deseados como la alteración de sueño, tanto en su conciliación como en la duración, alteración del comportamiento (irritabilidad, nerviosismo, agresividad...) y síntomas cardiovasculares o neurológicos como crisis epilépticas o convulsiones», relata la experta.

Es difícil precisar cuántos jóvenes consumen habitual o puntualmente este tipo de bebida, pero la Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España, ESTUDES, que hace bianualmente el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad puede dar una aproximación. En el último trabajo, que data de 2021, se indicó que más de mitad de los jóvenes entre 14 y 18 años habían tomado una en el mes anterior a la realización del cuestionario. Extrapolando los datos a este segmento de la población burgalesa, que en 2022 era de 16.207 personas se puede colegir que alrededor de 8.000 chavales las toman puntualmente o de forma habitual. Siempre según estos datos, este consumo más habitual en los varones (más del 50%) que en las chicas (un 39%) aunque las cifras se van acercando.

La encuesta preguntaba también si se había tomado este producto mezclado con alcohol, a lo que respondieron positivamente un 16% de los preguntados, por lo que en Burgos lo harían más de 2.500 adolescentes. Estas combinaciones elevan el peligro para la salud: «Es una forma de potenciar el riesgo ya no solo por el consumo de alcohol en sí mismo sino por sus efectos, ya que la mezcla de ambas sustancias es altamente peligrosa: el alcohol es un depresor del sistema nervioso central y las bebidas energéticas son estimulantes. Esto hace probable que al no notar los efectos depresores del alcohol se consuma más y se tenga una falsa percepción de control, lo que supone que se puedan realizar más conductas de riesgo como conducir a mucha velocidad o meterse en peleas».

El Ministerio de Consumo ha publicado una tabla de equivalencias para que la población pueda entender de la mejor manera qué cantidad de cafeína se ingiere con estos productos. Una lata de 250 mililitros contiene 80 miligramos de cafeína, que es el equivalente a un café expreso. Cuando la cantidad es de 330 ml. es idéntica a 1,3 cafés y si se consume el formato de 500 ml. es como si se hubieran tomado dos expresos. El departamento que dirige en funciones Alberto Garzón ha aclarado también que no sirven para la rehidratación tras practicar deporte, por lo que no deben sustituir al agua o las bebidas isotónicas, una advertencia pertinente, pues no son pocos los jóvenes que lo usan en gimnasios y otros contextos de ejercicio físico.

El «bombazo». Desde Proyecto Hombre reconocen que aún no han recibido a ningún chaval en su departamento de atención a los más jóvenes que tenga un consumo problemático de estas bebidas, pero sí están siguiendo el fenómeno muy de cerca, precisamente porque cada vez va a más. Su directora, Marta González, afirma que no tiene por qué ser un acceso al consumo de otro tipo de sustancias, pero sí se puede hablar de «conducta de riesgo»: «Por ejemplo, si buscan combinar alcohol y bebidas energéticas para sentir esa falsa sensación de euforia o 'el bombazo', como ellos lo llaman, o una pérdida de control, están iniciando un proceso de experimentación cercano y similar al uso recreativo del consumo de sustancias, que en ocasiones puede desembocar en un uso perjudicial y finalmente en el desarrollo de la adicción. También es cierto que las altas cantidades de cafeína que tienen generan una dependencia física que lleva a que la persona a seguir consumiendo con frecuencia. También, como en el consumo de sustancias, se produce lo que se denomina tolerancia, es decir, que se va perdiendo el efecto de la cafeína y por tanto, es necesario tomar dosis más altas».

González señala, además, que un elemento que llama la atención es el hecho de que los usuarios en proceso de desintoxicación de drogas -un colectivo que conoce bien, pues durante años dirigió la comunidad terapéutica de Proyecto Hombre en Ibeas, «siempre buscan un consumo mayor de bebidas energéticas o hablan de ello por el efecto que les produce en su organismo, similar a las sustancias consumidas, sobre todo las estimulantes; pero cuando están en consumo activo no es una bebida que tomen excesivamente».