Las sacristanas de la Catedral

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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María Lirio Angelical y María Madre dei Fedeli son las dos religiosas de la orden argentina Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará que llevan un año dedicadas a cuidar de los objetos de liturgia y atender a los peregrinos

María Madre dei Fedeli (izda.) y María Lirio Angelical se ocupan de todos los detalles de las misas y ceremonias que se celebran en la Catedral. - Foto: Alberto Rodrigo

Seguramente las ha visto más de un día por los alrededores de la Catedral y le han resultado curiosas porque visten un llamativo hábito de un color azul intenso, casi añil. También es probable que las haya confundido con dos monjas de la orden Iesu Communio, pues son igual de jóvenes y su vestimenta tiene un punto parecido al de las atrevidas túnicas vaqueras de las seguidoras de Sor Verónica. Pero no. Son María Lirio Angelical Muñoz y María Madre dei Fedeli, sorprendentes nombres de las dos religiosas de la orden argentina Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, que desde hace un año ejercen como sacristanas del primer templo de la provincia a instancias del Cabildo, que les ha encargado también la pastoral del mismo. 

Lirio Angelical es más habladora que Madre Dei Fedeli, pero ambas son igual de abiertas y simpáticas. Proceden de la misma ciudad de San Juan, en Argentina -«cerca de la cordillera de los Andes y donde hace un viento muy parecido al de Burgos, por lo que no nos ha costado adaptarnos»- e iniciaron idénticos estudios de Derecho: Lirio solo hizo el primer curso y a Madre dei Fedeli le faltaron apenas unas asignaturas para terminar. Las dos treintañeras sintieron la llamada de la fe y la canalizaron en esta orden, fundada en 1988 como la rama femenina del controvertido Instituto del Verbo Encarnado, aparecido apenas cuatro años antes: «Son dos instituciones distintas con dos gobiernos distintos», precisa Lirio. Desde entonces sus miembros -ellas son 1.700- están en más de 40 países, pues se consideran misioneras con el encargo de «evangelizar la cultura», pues ese, relatan, es su «carisma».

Es difícil que la gente entienda que pueda haber jóvenes que se hagan monjas, pero la vocación es un llamado de Dios» 

Llevan al cuello una vistosa cruz, que es una réplica de otra de madera que un indígena talló en los tiempos de la conquista con símbolos del catecismo que le habían enseñado los colonizadores españoles. «Muchos años después la encontraron, y como aquel hombre era de la tribu llamada 'de los mataraes' se puso ese mismo nombre a la Virgen, 'de Matará'. Esta cruz es muy importante para Argentina y la que nos identifica como institución», precisan.

Llegaron a Burgos el 3 de abril de 2022, un año que fue testigo de la marcha de varias congregaciones históricas en la ciudad por falta de efectivos. Justo lo contrario de lo que les pasa a ellas, que como las ya mencionadas Iesu Communio, tienen un insólito imán para muchas mujeres jóvenes: «Es verdad que es muy difícil que la gente entienda que pueda haber jóvenes que se hagan monjas, porque va en contra de todos los prototipos que son más frecuentes en estos días, pero nosotras siempre decimos que la vocación, no solo la religiosa, sino también la profesional, es un llamado de Dios y hay chicas que se acercan a nosotras, nos conocen y quieren tener el mismo estilo de vida que nosotras». Es la locuaz y argentinísima Lirio la que analiza esta realidad y hasta hace bromas: «Para mí, no hay mucha diferencia entre elegir para casarse a un hombre entre muchos, con lo que hacemos nosotras, que es elegir entre uno y ninguno». «¡Y elegimos al mejor!», apostilla dulcemente María Madre dei Fedeli. 

Decreto arzobispal. Como la inmensa mayoría de las órdenes religiosas, estas dos monjas viven en comunidad (en breve llegará una tercera joven) y aunque ocupan un apartamento en el edificio de la residencia sacerdotal, de forma oficial la suya se trata de una casa cuya erección fue autorizada en noviembre de 2021 por un decreto del arzobispo Mario Iceta y que lleva el nombre de Santa María la Mayor. 

El Cabildo, a través del arzobispo, pidió a nuestra orden que viniéramos a hacer estas funciones. Enseguida se dijo que sí»

El contacto con el Cabildo se produjo, afirman, casi de una manera espontánea. Es en Roma donde las religiosas de Matará tienen sus casas de formación, a las que llegan cientos de chicas de todo el mundo que aprovechan su presencia en Europa para venir a España a visitar lugares emblemáticos del catolicismo. Y el Camino de Santiago y la Catedral de Burgos son dos de ellos. Así que en varias de esas visitas comenzaron a hablar con los canónigos, que se acordaron de ellas cuando hubo que sustituir a los antiguos sacristanes. Y a través de Iceta se produjo la petición oficial para que se incorporaran a Burgos: «Obviamente, no fue poca cosa que nos llamaran de la Catedral de Burgos y enseguida se dijo que sí». Así, Lirio Angelical, que es religiosa de Matará desde que tenía 19 años, se vino desde un colegio en Vera de Bidasoa (Navarra) donde daba catequesis en un colegio diocesano y Madre dei Fedeli desde Roma, donde estaba terminando su formación.

Desde entonces se ocupan de la sacristía y de la pastoral de la Catedral. La primera función incluye fundamentalmente la atención a todas las ceremonias que allí se celebran: preparar y mantener los objetos sagrados, lavar y planchar casullas, encargarse de las flores, de las velas... También reciben y acogen a los peregrinos y les indican dónde pueden rezar «porque muchos vienen por turismo, pero también hay un gran número que lo hacen para encontrarse con Dios», preparan sus misas y echan una mano para que todo esté listo cuando hay una boda.

En cuanto a la pastoral, afirman que la Catedral, además de ser una joya artística y cultural, «es la casa de Dios» y, por lo tanto, ha de tener la misma dirección espiritual que cualquier otra iglesia y dar un «valor religioso al templo y a la gente de Burgos, en medio de tanto turista que entra». Han empezado con 10 niñas y 6 niños. A ellos les enseñan a ser monaguillos y con ellas hacen manualidades y a todo el grupo le enseñan «los secretos de la Catedral, los santos, el coro...» con el objetivo de catequizarlos. 

Hemos empezado la pastoral con un grupo de 10 niñas y 6 niños. A ellos les enseñamos a ser monaguillos y a todo el grupo,  a conocer el templo con el objetivo de catequizarlos»