Decía Kipchoge en su discurso al recoger el Princesa de Asturias, de manos de la impecable princesa Leonor, que «un mundo que corre es un mundo feliz y un mundo feliz es un mundo en paz». Al hilo de esta frase, les recomiendo que se acerquen hoy al Cross de Atapuerca. El mejor cross del mundo se disputa en nuestra tierra, Patrimonio de la Humanidad.
Aunque los límites precisamente de lo humano son lo que destrozan los atletas de élite, como a los que podemos admirar en Atapuerca. Así es el deporte, un reto continuo, un desafío constante por llevar el cuerpo a veces hasta donde parece imposible.
Y no todos los días uno puede ver de cerca a dos campeones del mundo. No me extenderé en la participación, que tan bien les cuentan en las páginas de Deportes, pero sí en el sentimiento de calzarse unas zapatillas, como lo haré yo, como cada año, en el Cross de Atapuerca. Un ratito de deporte te cambia el día. Será mantenerse sano. Será compartirlo, hoy con ¡casi 4.000 personas! Será lo de las endorfinas, las hormonas de la felicidad. Vamos, lo que todos anhelamos. Quizás la tengamos más cerca de lo que pensamos, al menos ratitos, en pildoritas, momentos. En nuestro cross se ve mucha gente feliz.
19 años llevando la marca Burgos a todos los rincones vinculada a un algo tan noble como el atletismo. Un deporte donde un atleta le dona a otro los 500 euros de premio tras entrar primero. ¿Por qué? Porque un error de los jueces desvió al que iba a ganar. Eso es lo que ha hecho el español Massat con el keniata Kariuki en la Media Maratón de Ciudad Real. Gestos que te reconcilian con un mundo en el que demasiadas veces parece que lo único importante es el dinero. Una lección de vida por ejemplo para los más de 2.000 chavales de toda España que hoy serán felices sufriendo, porque en el cross se sufre, pero sufrimiento del bueno.
Y felicito a los colegios de Burgos que han animado a sus alumnos a correr el Cross de Atapuerca. A esos padres que sacrifican muchas tardes para llevar a sus hijos a hacer deporte. Pocas herencias mejores que transmitir amor por el deporte. Y si buscan para ellos un espejo en el que mirarse, echen un ojo al vídeo del Cross de Atapuerca. La protagonista, Irene Sánchez Escribano, atleta… y doctora. Entre libros, en la maravillosa biblioteca de San Agustín, sobre las zapatillas, recorriendo nuestra bellísima ciudad y la tierra de nuestros orígenes. Ciencia y magia. Conocimiento y deporte. Dupla indispensable. ¡Embajadora ejemplar!