La Junta rescata el proyecto para unir la CL-629 y la N-623

P.C.P. / Burgos
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El ramal de 4 kilómetros entre las carreteras de Santander y Villarcayo salvará el desfiladero de Peñahorada, evitará el tráfico de los camiones hacia Abajas por varios pueblos y recortará el tiempo de viaje desde Merindades

Vista de la carretera actual con la zona en la que comienzan las curvas del desfiladero al fondo. - Foto: Alberto Rodrigo

La Junta de Castilla y León ha decidido recuperar del cajón en el que ha estado guardado más de una década el proyecto de ejecución del ramal para conectar las carreteras de Santander (N-623) y Villarcayo (CL-629), 4 kilómetros que salvarían el desfiladero de Villaverde Peñahorada, ahorrarían tiempo de viaje a quienes llegan desde las Merindades y evitarían el paso de los camiones de residuos hacia el vertedero de Abajas por varias localidades de la Merindad de Río Ubierna. El contrato llegó a estar adjudicado y se rescindió en 2012, aunque lógicamente ya no sirve y habrá que actualizarlo, además de volver a tramitar la declaración de impacto ambiental, que también ha caducado.

La nueva carretera enlazará la CL-629, que llega desde La Mazorra, a la altura del kilómetro 10, con la Nacional 623, que va de Sotopalacios hacia Cantabria por el páramo de Masa, a la altura del km 21,400. La Consejería de Movilidad acaba de sacar a licitación la redacción del proyecto constructivo por 55.726,55 euros y con 9 meses de plazo, por lo que al menos hasta finales de 2024 no estará listo.

Técnicamente, el anuncio de licitación habla de terminación de las obras, pero en la práctica no se llegaron a empezar, aunque sí estuvieron adjudicadas. El contrato se rescindió el 21 de febrero de 2012 y nunca más se volvió a hablar de este ramal hasta que la nueva consejera de Movilidad, María González, lo incluyó en el nuevo Plan de Carreteras 2023-2034. Los presupuestos de este ejercicio a punto de terminar tienen consignada una partida de 20.000 euros para ello, lo que permite iniciar el proceso de licitación antes de que concluya el año.

Este gráfico se publicó en Diario de Burgos el 17 de marzo de 2004. Puede variar ahora, porque se necesita una nueva declaración de impacto ambiental.Este gráfico se publicó en Diario de Burgos el 17 de marzo de 2004. Puede variar ahora, porque se necesita una nueva declaración de impacto ambiental. - Foto: Carlos García (Infografía DB)

«Se hace necesario proceder a la terminación de las obras, para lo que es necesaria la redacción de un nuevo proyecto conforme a la normativa vigente y precios de mercado de hoy, habida cuenta del tiempo transcurrido desde la redacción del que sirvió de base para la licitación de las obras indicadas», apuntan desde la Consejería en los pliegos del concurso. De igual modo «deberá rehacerse el trámite ambiental correspondiente adaptando también el nuevo proyecto al resultado del mismo», por lo que la alternativa que resultó elegida hace casi dos décadas, que discurría al norte de Villalbilla Sobresierra, no tiene por qué ser la escogida.

Hace 20 años, esa opción (la AB) convencía a las localidades de la Merindad de Río Ubierna, que ya urgían la ejecución de la obra, y no afectaba a los mejores terrenos agrícolas de la comarca. 

Según aquel proyecto (ver gráfico), la nueva carretera partía de la CL-629 en una zona próxima al actual cruce de entrada a Villalbilla Sobresierra en dirección hacia Villarcayo, y discurría al norte de esta localidad y de Gredilla la Polera, para conectar con la carretera a Santander por el Escudo nada más pasar el túnel que hay después del cruce de San Martín de Ubierna. En total, 4.156 metros de nuevo trazado con un puente para salvar el río y caminos de servicios laterales.

Los técnicos presupuestaron esta actuación en 2,7 millones de euros con un plazo de un año, aunque tanto tiempo después y con el encarecimiento de costes y materiales, no parece descabellado aventurar que necesitaría el doble.

10 minutos menos de viaje. Detrás de esta actuación asoma el proyecto global para la CL-629, que los alcaldes de las Merindades reclaman desde hace tiempo. En esta zona del desfiladero de Peñahorada se descartó tanto la conversión en autovía como la vía rápida o cualquier tipo de inversión, al entender que se trata de un espacio natural muy sensible y de una intervención extremadamente compleja que obligaría a construir dos túneles.

Los técnicos de la entonces llamada Consejería de Fomento plantearon este ramal que ahora se rescata como una opción mucho más sencilla de ejecutar, barata y que también mejora los tiempos de viaje, según los cálculos que realizaron hace dos décadas, supone 10 minutos menos que el trazado actual.