«Revisar la traducción de la Biblia implica una revolución»

I.L.H.
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Nuria Barrios presenta 'La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora', que ha merecido el XIII Premio Málaga de Ensayo y se acerca a su tercera edición. En la obra la autora se cuestiona el oficio y analiza su reflejo en la sociedad

La escritora charlará con los lectores mañana, a las 20:15 horas. - Foto: Asís G. Ayerbe

Angustia y fascinación. Eso es lo que siente Nuria Barrios cuando ve que su instrumento, la lengua, se le deshace entre las manos al no encontrar la palabra precisa que necesita en una traducción y descubrir con estupor, poco después, que ese camino que creía conocer «es mucho más amplio e interesante de lo que imaginaba». Del lenguaje, la autoría, el feminismo, la precariedad laboral, lo que conlleva una mala traducción de la Biblia, la polémica por el caso Amanda Gorman a la que ella traduce, de la sociedad y de la vida habla en La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora (Páginas de Espuma), libro que se acerca a la tercera edición, que ha merecido el XIII Premio Málaga de Ensayo y que presenta este viernes en el Museo de la Evolución Humana (a las 20:15 horas).

Nuria Barrios ejerce como traductora, pero también como escritora y poeta por lo que sabe lo que es estar a un lado y a otro de cada ejercicio y reconocer las dificultades de cada medio. «La escritura siempre me había ayudado a hacer conocido lo desconocido. La traducción hizo desconocido lo conocido», cuenta en un libro en el que utiliza su propia experiencia para hablar de los que nos atañe a todos.

Lo hace, por ejemplo, al mencionar la Biblia y cómo la interpretación de una palabra ha legitimado  una sociedad patriarcal a lo largo de la Historia. Barrios sostiene que la traducción de la palabra hebraica tzela como 'costilla' en lugar de como 'al costado' al referirse a Adán y Eva no ha permitido que durante siglos la mujer no fuera vista como igual al hombre. «Ninguna traducción es neutra», apunta.

Sin embargo, y dado que considera que las traducciones no son definitivas al estar ajustadas a la época, le preguntamos por qué no se ha revisado la traducción del texto bíblico durante siglos o al menos por qué no se subsana en esta época tal error: «Lo que planteas es interesante. Probablemente por una inercia y porque el cambio no es baladí. No es terminológico, sino que implica una revolución. Implica cambiar la jerarquía instaurada desde hace siglos en la sociedad de hombres y mujeres, y un modelo patriarcal que establece la superioridad del hombre sobre la mujer. Si la adaptación del Padrenuestro supuso una cierta perturbación y la gente protestaba, imagínate el cambio de una sola palabra que hace temblar todo el edificio social y político». En cuanto a la posibilidad de que la modificación llegue algún día, Barrios no cree que lo vean sus ojos. «Es más fácil que la gente salga de la Iglesia a que la Iglesia cambie la traducción».

Desde su papel como mujer y traductora, Barrios apunta al hilo de esta cuestión la invisibilidad que hay en el sector hacia las féminas, reflejo por otro lado de la sociedad. En La impostora cuenta cómo el 69% de las personas que traducen son mujeres y también el 90% de quienes estudian Traducción. «Sin embargo, solo 13 mujeres -frente a 48 hombres- han sido galardonadas con el Premio Nacional de Traducción desde 1984».

Y eso a pesar de que ellas corren los mismos riesgos que ellos al asumir que hay quien identifica al traductor con el pensamiento del autor y les traslada su odio o algo peor. Ha ocurrido con los traductores de Salman Rushdie, que han sufrido -como el propio autor- la ira de los fanáticos religiosos por llevar a sus lenguas Los versos satánicos. «La amenaza siempre está ahí. Aunque los autores a los que he traducido no tienen perfil polémico, podría pasar. Y más en estos tiempos de la cultura de la cancelación y en los que impera lo políticamente correcto, donde cualquier oficio creativo que exprese un punto de vista u opinión es susceptible de amenaza».

En cuanto a la poeta Amanda Gorman y la exigencia de su agencia de contar con un perfil concreto para traducirla, mujer y negra, Barrios no puede estar más en contra. Su trabajo, por otro lado, no le salpico porque ya había entregado la traducción cuando saltó la polémica:  «Va en contra de la esencia de la literatura y la creación en general. Va en contra de la imaginación. Es un disparate».