No se trata de una sangría empresarial propiamente dicha, pero bien es cierto que en los últimos cinco años el número de compañías que se han deslocalizado es superior a las que se han implantado en Burgos. Entre 2018 y 2022 son 157 las firmas que han decidido mudarse a otros puntos de España por las 143 que, por contra, han optado por la capital y provincia castellana como lugar en el que iniciar su actividad.

Los datos comprenden el movimiento de compañías de todo tipo, desde microempresas a otras de un porte más grande. En el seno de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos no se muestran sorprendidos por este dato. Es más, reconocen que no es una tendencia nueva y que se lleva repitiendo tiempo.

«Sabíamos que estaba sucediendo», reconoce el presidente de FAE. Miguel Ángel Benavente apunta a la presión fiscal y, especialmente, a la inspectora -también en materia de fiscalidad y no tanto laboral- como causas que subyacen dentro de esta fuga de empresas.

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