Para ella, un jilguero, lo natural es volar. Del inglés al castellano. Del country a las jotas. Del banyo a la bandurria. «Ha sido un ejercicio de libertad y me he sentido muy bien haciéndolo», confiesa Rosana Abad, el alter ego de Cardelina, que siendo una cantautora apasionada por la música tradicional -ya sea del sur de los Estados Unidos o de Duruelo- y sentimental y físicamente atada a los Pinares de Soria y Burgos.
Flor de Berezo se titula el disco y también primer sencillo de los 10 que lo componen, y refleja «una evolución, lógica y coherente» de la Cardelina de antes a la ahora, con sonidos nuevos y «temas superpersonales» escritos en castellano, un idioma en el que le resulta «un poco más complicado escribir» pero del que han salido reflexiones «a veces un poco crudas» sobre el paso del tiempo, la despoblación, la búsqueda del amor, el quiero y no puedo de la vida...
Precisamente de esto último habla el primer tema, el más folclórico del disco, como atestigua un videoclip en el que las danzas del grupo La Rueda de Duruelo sirven para escenificar la letra. «¡Anda! Pero si me están saliendo ritmos de jota», recuerda que pensó cuando empezó a componerlo. Ni lo hizo a propósito ni le gustaría verse encasillada -«si puedo evitarlo- en esa corriente actual de músicos que exploran el folclore tradicional y lo mezclan con otros ritmos con resultados sorprendentes y en algunos casos superventas. «Yo me sigo considerando una cantautora», subraya Cardelina.
Ha alumbrado un disco participativo como pocos, al que han aportado su talento un sinfín de burgaleses, desde Joaquín García (Dr. Music) hasta Diego Galaz con su serrucho, su mandolina y su zanfona. «Le conocí a través de mis compañeros de la banda y me ha demostrado que es una persona enorme, supergenerosa», apunta Rosana Abad, que también se muestra tremendamente agradecida con «otro regalazo» que le hizo el vilviestrino Manel Gil-Inglada, una institución en el campo de las bandas sonoras, al arreglar una de las canciones de este disco, Mar de cristal.
Cardelina define todas estas colaboraciones como «golpes de suerte, casualidades, algo mágico» que le emociona casi tanto como la respuesta de sus seguidores a la campaña de micromecenazgo que estará activa en Verkami hasta el 30 de octubre y que en 24 horas había cubierto el objetivo -modesto, ciertamente- de 4.000 euros que se había fijado para sufragar algunos de los gastos del proceso de masterización y fabricación del disco, inasumibles para esta profesora y musicoterapeuta que itinera por Duruelo, Vinuesa, Salas de los Infantes, Quintanar de la Sierra...
Entre las recompensas, ha habido quien ha elegido conciertos acústicos en el jardín de su casa y canciones personalizadas, un reto que a Rosana Abad le «gusta mucho» y que ya ha probado en alguna ocasión.
Aún sin fecha de lanzamiento del disco, ya tiene cerrados algunos conciertos en Salas de los Infantes (2 de diciembre) y en Soria (9) y ansía poner fecha a la presentación del disco con su banda, integrada por Joaquín García, Eduardo Abad, Luis Martínez y Pablo Cano.
Colaboraciones para llenar un bus
El disco Flor de Berezo se nutre de músicos de la banda de Cardelina (los 4 primeros) y otras muchas aportaciones.
Joaquín García: Bajo eléctrico y contrabajo. Responsable de la grabación de bajos, contrabajos, violín y viola en su estudio, y supervisor del proceso.
Rosana Abad reconoce que le ha resultado más complicado componer en castellano, acostumbrada al inglés. - Foto: CardelinaEduardo Abad: Batería
Luis Martínez: Violín y viola
Pablo Cano: Pedal steel, guitarra eléctrica.
Diego Galaz: Zanfona, mandolina, serrucho.
Jesús Enrique, Chuchi, Cuadrado: Guitarra acústica y eléctrica.
Manel Gil Inglada: Composición de arreglos y dirección en Mar de Cristal.
Blanca Altable, Luis Martínez, Sandra Melero, Zulaima Boheto y Joaquín García: Quinteto de cuerda (violines, viola, violoncello y contrabajo).
Rodrigo Cachorro: Guitarra eléctrica
José, Cope, Montero: Voz, guitarra eléctrica y piano.
Javier Román y Carlos Martín Aires: voz.