13 municipios siguen a la espera del arreglo de 5 carreteras

I.M.L.
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A pesar de las promesas y de que algunos proyectos ya han dado los primeros pasos, los vecinos de la comarca ribereña llevan décadas alertando de la peligrosidad de estas vías y de la necesidad mejorar las comunicaciones

Socavones en la vía que une Tubilla con Baños. / Hundimientos en la BU-921 por el continuo tráfico de camiones. / De Gumiel a Quemada hay tramos por donde no pasan dos vehículos. / El parcheo de la carretera de los tres Araúzos fue insuficiente. - Foto: A.R., I.M.L. y A.D.C.

Baches, derrumbes, curvas peligrosas, estrechamientos o nula visibilidad. Estos son algunos de los problemas a los que se tienen que enfrentar los vecinos de, al menos, nueve municipios de la comarca ribereña para desplazarse por cuatro carreteras comarcales que, aunque algunas están en cola de someterse a un arreglo, la espera lleva acumulando décadas de accidentes, rotura de vehículos y reivindicaciones ante la Administración de turno.

La carretera BU-921 es una de ellas. Conecta Caleruega con Huerta de Rey, pasando por Araúzo de Miel. Un tramo de vía que acumula calzada con curvas y cambios de rasante peligrosos, estrechez en múltiples tramos, socavones y falta de señalización horizontal, a lo que se suma que tiene un importante volumen de tráfico pesado, con camiones de reparto, el autobús del transporte escolar en su ruta diaria y el transporte de maderas. Los usuarios calculan que por aquí pasará una media de 90 camiones diarios de 40.000 kilos, sobre todo de las empresas madereras de Doña Santos, por lo que la vía debería tener las condiciones idóneas para soportar este elevado tráfico con la mayor seguridad para los que la transitan a diario. «Cuando hicieron la carretera no estaba pensada para que pasase tanto camión y se ha llenado de baches y socavones, sobre todo en los bordes, donde los vehículos pesados se orillan para dejar pasar a los que vienen de frente», reconoce un vecino calerogano que trabaja en Huerta. El arreglo de esta vía está pendiente de que se liciten las obras por parte de la Consejería de Fomento de la Junta, pero las quejas de los usuarios suman demasiados años. 

Los vecinos de Gumiel de Izán, Villanueva de Gumiel y Quemada también están conectados por una vía que está en la cola de espera para su arreglo: 12 kilómetros de la BU-912. Hace dos años ya se contaba con un documento inicial para licitar el proyecto definitivo, estimándose un coste de unos dos millones de euros, pero la mejora de esta carretera sigue durmiendo el sueño de los justos. En cuanto a los puntos más problemáticos que soportan los usuarios de esta vía, los técnicos de la Junta  destacaban en sus informes el paso superior del ferrocarril Madrid-Burgos, que se encuentra en el punto kilométrico 3,100, «un importante estrechamiento de la calzada, debiendo realizarse un ensanche de la estructura». El informe de 2020 resaltaba que «en los  últimos 10 años no se ha efectuado  sobre la misma ninguna actuación  importante» lo que ha provocado  por el uso continuado y el paso de los años «algún blandón localizado  y agotamiento del pavimento». 

Frente a municipios como Fuentecén, Adrada, Campillo, Fuentemolinos, Hontangas, La Sequera o Moradillo, que han visto en cómo se mejoraba la BU-200, otros siguen en la cola de espera de inversiones. Es el caso de Peñalba de Castro, cuya carretera BU-922 que la conecta con Caleruega confiaba en completar su arreglo en breve cuando en 2017 se realizaron las expropiaciones necesarias, pero no fue más que un espejismo. O Peñaranda de Duero y La Vid, conectadas por la BU-923, para cuyo arreglo, al menos, había un proyecto previo. «Vinieron los técnicos de la Junta a verla para poder sacar a licitación la redacción del proyecto, pero eso fue en marzo y, desde entonces, nosotros no hemos sabido nada más», reconoce Fernando Rioja, alcalde peñarandino. 

Otros que siguen esperando que sus reivindicaciones tengan respuesta son los habitantes de Tubilla del Lago y Baños de Valdearados. Son cuatro décadas reclamando que la BU-V-9102 se pueda usar sin riesgo a reventar una rueda en uno de los múltiples socavones. La última vez que se actuó en esta carretera, de escasos cinco kilómetros, fue en 1999. «Es un aquí caigo y aquí levanto, hay unos hoyos cortados que el que no lo conoce puede reventar una rueda, hay que circular con la máxima precaución», avisa Felicísimo Fernández, que fue alcalde tubillano y que sigue reclamando el arreglo de esta vía.

Otro tipo de quejas son las de vecinos como los de Araúzo de Salce, que lograron que se parchease su única vía de entrada y salida al municipio, la BU-V-9211, hace dos años con un resultado tan defectuoso que la calzada volvió a mostrar sus añejos socavones a los pocos meses.