El robo de quesos que se convirtió en rentable

A.C. / Valdenoceda
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El asalto a la quesería El Carluque, en Valdenoceda (Valle de Valdivielso, Merindades) provocó una gran ola solidaria con la que se ha visto fortalecida. Vendió por anticipado 340 lotes de productos que se empezarán a enviar el día 12

Gustavo Pérez, el maestro quesero y socio, cargaba ayer la mercancía para participar en la Feria Gustoko en Bilbao.

Enrique Dies recurre a una frase del sacerdote y profesor de Psicología José Luis Ysern de Arce, natural de Arroyo de Valdivielso, para explicar qué ha sucedido en la quesería El Carluque desde que fue asaltada el 11 de diciembre. Dice:«Un árbol que cae hace mucho ruido, pero un bosque entero creciendo no lo escuchas». «Empezamos a oír al bosque crecer cuando comenzaron a ayudarnos», recuerdan. Y es que desde que a las 5.50 de aquella mañana, Dies se quedó en «shock total» tras oír a Gustavo Pérez decirle que la quesería estaba «vacía», solo han sucedido cosas buenas.

El Carluque es una pequeña empresa de seis enamorados de Valdivielso que creen «en el poder de lo pequeño». La fundaron hace poco más de cuatro años. En el caso de Enrique Dies, arqueólogo, y su esposa Virginia Valls Ysern, experta en comercio marítimo, una indemnización por despido tras 25 años de trabajo de ella les llevó a invertir en la tierra que aman, en «un proyecto económico pero también emocional», al «estar aburridos de ver languidecer al Valle». Ahora Virginia, con raíces maternas en Valdivielso, trabaja en otra naviera en Valencia y a la vez se encarga de la labor comercial de la quesería.

El 11 de diciembre, todo el dinero que había reunido el negocio desde 2019 estaba invertido en sus productos, quesos semicurados, cremosos, de untar y yogures de leche de cabra ecológica y de oveja. Enrique Dies, que lleva la contabilidad, recuerda que en septiembre pasado por primera vez salían «números verdes» y la quesería podía afrontar todos sus gastos en productos, nóminas, facturas... con los ingresos.  

El robo les dejó a cero, sin dinero y sin productos. Pero la ola de solidaridad enseguida les empezó a reflotar. Los proveedores decidieron retrasar el envío de facturas. En apenas 24 horas comenzaron a llegarles Bizum, incluso de desconocidos que supieron del asalto. Ellos no querían donativos a cambio de nada y dos días después lanzaron el lote de productos El Carluque Por Venir, con el que poder reunir dinero de forma anticipada con el compromiso de entregarlos cuando salieran de la cava los primeros semicurados.

(El reportaje completo, en la edición impresa de este sábado de Diario de Burgos o aquí)