Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


Quiero ser del Burgos

15/12/2022

Puede que no haya ido al Plantío ni me sepa ni el nombre del portero, pero le tengo un cariño especial al Burgos CF por razones lógicas. Futbolera que no sabe ni quién es el entrenador; si habláramos de religión diríamos que soy 'creyente pero no practicante' pero esta temporada es difícil huir de la emoción cuando estamos a un punto del líder.

Columnista del Diario mientras celebramos el centenario del equipo y -lo más importante para convencerme- en el que llevamos una temporada estratosférica. Ya decía mi hermano que de pequeña siempre iba con quien ganase -y no le faltaba razón-.

En este proceso de conversión futbolística provincial que estoy viviendo quise empezar con el primer paso de todo el que quiere ser parte de una afición: comprar la equipación. Cancelé la suscripción antes de empezar cuando vi el precio de la camiseta de nuestro equipo (79,95 euros). Solo pensé en cuántos pequeños burgaleses querrían recibir su blanquinegra estas Navidades y en la partida presupuestaria excepcional que los Reyes tendrán que hacer con ese precio por un equipo de Segunda División, recordemos.

Por no ser injusta -y sobre todo para conocer si solo estaba fuera de mi presupuesto- quise buscar el precio de otros equipos de la misma categoría: la 'rojilla' del Mirandés, 67 euros; la del Depor, el mismo de la burgalesa; Zaragoza y Málaga, 69,95 euros y, la más barata, la del líder de la categoría - el Éibar- por 59,90 euros, 20 menos que la nuestra.

Quizás por estar acostumbrada a apoyar a un equipo de Segunda B como es el Melilla tengo otros estándares. El hecho de que la equipación de la Ciudad Autónoma se mueva cada año entre los 30 o 39€ hace que la mayoría de los melillenses tengan una camiseta en el armario -incluso yo- y que muestren sus colores a la mínima posibilidad.

Como recién convertida desconocía la problemática por el precio de los abonos de esta temporada y la equipación de nuestra ciudad. Ahí fue cuando empecé a sentirme parte de algo: una afición que no entiende que en nuestro mejor momento deportivo no se haga partícipe a los que apoyaron en las peores temporadas, a las familias futboleras o a los futuros 'conversos'.