Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


De mayor quiero ser astronauta

03/11/2023

Viendo las imágenes de la jura de la Constitución de Leonor no puedo evitar acordarme del discurso de la Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 Siri Hustvedt, una de mis autoras favoritas, que se lo dedicaba a «todas las niñas que leen muchos libros sobre un sinfín de temas, que piensan, preguntan, dudan, imaginan y se niegan a estar calladas».

Tengo muy claro que Leonor leerá infinidad de libros sobre un sinfín de temas, pensará e imaginará, pero me da escalofrío la capacidad que pueda tener de preguntar, dudar y negarse a estar callada. Es como si esa dedicatoria fuera para otras niñas que no son ella. Y no creo que sea la única que al ver los actos oficiales de esta semana haya tenido este mismo escalofrío. Ver a una persona de tan solo dieciocho años dar pasos hacia el inevitable destino que le asignaron mucho antes de que naciera sin la más mínima posibilidad de cambiar de carrera, y que esos pasos se aplaudan, me da vibraciones de delirio colectivo.

Es innegable que su destino es un privilegio, pero ¿hasta qué punto es ético programar a alguien desde la cuna para una sola cosa? Esto no es como el que su padre tiene una farmacia y se va a una universidad privada a que le enseñen química orgánica, esto es un poco más como nacer en el Palmar de Troya y ser hija del papa Clemente. Porque por lo menos su madre tomó la decisión consciente e informada de ser reina y además consorte, pero ni ella ni su padre han tenido esa opción. Por no hablar de que la misión en sus vidas es la jefatura del Estado, tener la responsabilidad más grande sobre una sociedad cada vez más diversa y que asumen con devoción personas que por definición no tienen ni idea de cómo es formar parte de esa sociedad que van a liderar.

Ejemplos de niños programados desde pequeños para hacer algo inundan la cultura pop estos días con la biografía de Britney Spears o las Stella Maris de La Mesías de los Javis, y ya sabemos cómo acaba eso. Esperemos, por nuestro bien, que a Leonor le vaya mejor. Quizás me equivoque y elija.