Los españoles del Titanic

J. V. (SPC)
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Este lujoso buque que acabó en el fondo del mar albergaba en sus camarotes los sueños de 10 nacionales que subieron a bordo en 1912

Los españoles del Titanic

En las gélidas aguas del Atlántico Norte el destino de 2.225 personas quedó sellado para siempre  hace 111 años, cuando el entonces transatlántico más moderno del mundo, el Titanic, chocó contra un iceberg y se hundió para siempre en  la sima abisal la fatídica noche del 14 al 15 de abril de 1912. Murieron 1.513 personas, incluyendo pasajeros y tripulación, y solo lograron salvarse 712.

La gran revelación es que en el lujoso buque, que hacía la ruta entre  Southampton y Nueva York, había 10 españoles, todos ellos con una infinidad de anhelos por alcanzar el Nuevo Mundo, llegar a la tierra prometida y hacer realidad sus sueños.

Para plasmar esta novedosa aventura se han puesto de acuerdo los periodistas Javier Reyero, Nacho Montero y Cristina Mosquera, y han sacado a la luz Los diez del Titanic (LID Editorial), un interesante y desconocido relato de este grupo de españoles que decidieron embarcarse en una hazaña hacia lo desconocido. De esta decena, siete lograron sobrevivir al naufragio y tres perecieron.

María Josefa Pérez de Soto, Víctor Peñasco, Fermina Oliva, Encarnación Reynaldo, Emilio Pallás, JuliánPadró, Florentina y Asunción Durán, Juan Monros y Servando Oviés son los nombres propios de aquellos que vivieron en primera persona una de las mayores tragedias acontecidas en el mar y que conmovió al mundo entero.

En un emotivo viaje a través del tiempo, los autores llevan a cabo una recreación precisa y documentada de aquellos acontecimientos centenarios por medio de fuentes escritas, testimonios de los supervivientes, investigaciones oficiales de la época, trabajos periodísticos y declaraciones de algunos de los descendientes.

Con todo ello elaboran un relato en el que entremezclan la crónica de los hechos históricos con los sentimientos y sensaciones personales de los pasajeros, así como con el aporte de multitud de anécdotas y curiosidades de los viajeros. Además, la obra cuenta con espectaculares infografías del buque, de los camarotes y de los botes salvavidas.  

La motivación de cada uno de ellos para embarcarse en el Titanic es muy distinta, desde una luna de miel, a un viaje de trabajo o un empleo entre la tripulación, pero todos ellos tienen una pieza en común: ninguno se imaginaba que se convertiría en protagonista accidental de una de las travesías más recordadas de la Historia.

Con destino a la Habana

Uno de los testimonios más personales es el de Julián Padró, un payés que decidió dar un vuelco a su vida y trasladarse a La Habana para hacer fortuna. En su afán por alcanzar su deseo, Julián acabó arrastrando a Florentina y Asunción Durán, además de a Emilio Pallás en un viaje que acabó siendo un trayecto sin retorno.

Después de trasladarse a Barcelona y montar distintos negocios, Julián convence a su amigo Emilio y a las hermanas Durán para vender sus propiedades y trasladarse a Cuba a hacer fortuna. Compraron cuatro billetes de segunda clase en el Titanic, en tránsito hacia La Habana, y confiaron en tener una buena travesía.

Tras el choque con el enorme iceberg, Florentina y Asunción suben al bote de salvamento número 12 y los hombres, después de zafarse de un marinero, saltan sobre una de las barcas que descendía, consiguiendo de esta forma salvar la vida.

El libro también reconstruye la historia del único miembro español de la tripulación, Juan Monros, que por puro azar es contratado como ayudante de camarero para primera clase y también por un fatal destino atrapado en un corredor de tercera sin opción a acceder a la cubierta de botes. Al final es encotrado en el océano Atlántico en avanzado estado de descomposición.

El relato de Encarnación Reynaldo es uno de los más desconocidos de los que se dispone, debido a la escasa información que se posee sobre ella. Se sabe que fue sirvienta de un empresario gibraltareño y que se embarcó sola en el Titanic, pero nada más. 

La historia de Servando Oviés es bien distinta. Perteneciente a una famosa familia de indianos de Avilés afincada en La Habana que viaja constantemente de Cuba a España, vía Nueva York, para adquirir artículos para su empresa. Siguiendo sus gustos, se embarca en primera en el Titanic para regresar a América. Muere en el naufragio, pero su cuerpo no aparece.

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