Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Marruecos

05/12/2022

Como era de esperar, en cuanto empezó a rodar la pelota nos olvidamos de todos los escrúpulos morales que nos provocaba la dictadura catarí y estamos disfrutando como niños con cada detalle de la copa del mundo de fútbol, así sean los apuros que pasan algunas selecciones ilustres como la aflicción de algunos favoritos eliminados antes de tiempo o el entusiasmo de un par de equipos modestos que se rebelan contra su papel secundario. Nos fascina el Mundial porque nos permite dar curso a esa pasión incomprensible que sentimos por el fútbol y también porque, más allá del deporte, la competición se convierte al cabo en una sugerente dramatización de la geopolítica, como ocurría con el Festival de Eurovisión en los análisis del recordado José Luis Ulibarri, y nos permite vislumbrar las transformaciones que están experimentando las relaciones internacionales.

Si en 1974 la copa del mundo acogió un enfrentamiento político de alta tensión en el partido que reunió a las dos Alemanias que entonces separaba el Muro de Berlín, y en 1986 el Argentina-Inglaterra puso en bandeja a Maradona y compañía una revancha inolvidable de la guerra de las Malvinas, en este 2022 hemos asistido, entre otras cosas, al hundimiento de Bélgica y Alemania, corazón institucional y motor económico, respectivamente, de la vieja Europa, lo que nos dibuja una inquietante metáfora de cómo están cambiando los equilibrios de poder en el mundo. 

Mañana España se enfrenta a Marruecos, y únicamente los más ingenuos concluirán que solo se trata de un partido de fútbol: también saltarán al campo los magrebíes que siguen intentando cruzar la valla de Melilla, o esos otros con los que el gobierno de Rabat pretendía invadir Ceuta, y hasta nuestro ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que sostiene que todos los muertos de la tragedia de septiembre quedaron al otro lado de la frontera con el mismo ahínco con que el árbitro del España-Japón decretó que la pelota del segundo gol asiático estaba a este lado de la raya. Hagamos votos por que, si alguien hubiese de dimitir mañana por la cuestión marroquí, no se trate del cachondo de Luis Enrique.