Mientras los casos de corrupción le surgen a los partidos hasta debajo de las piedras, los portavoces tratan de lavarse el lodo con el manido recurso del: "Y tú más". Es un bucle ya tan conocido como cansino y que, sin embargo, no llena de sonrojo a curtidos políticos como Patxi López, ex lendakari del Gobierno Vasco o Elias Bendodo, ex consejero de la Junta de Andalucía.
Ambos comparecen una y otra vez para exaltar su diligencia en el apartamiento del felón de turno como si, una vez fuera de las honorables siglas, el problema se evaporara.
López, que debe estar preguntándose cada mañana porque aceptó el cargo de portavoz del grupo socialista, cuando Sánchez decidido "perdonar" a los que no le apoyaron para volver al poder, pierde a veces la paciencia y contesta de malos modos a la inevitable pregunta de quiénes eran los diputados que acompañaron a Tito Berni a sus cenas de mercadeo.
"Y qué más da", respondió. Pues sí. Sí da. Porque puede que fueran meros comparsas pero su función, la de López, no es tapar. Ni acotar los daños reputacionales. Otra vez se actúa al grito de "corramos un tupido velo".
Por su parte el portavoz popular, Elias Bendodo, al que el procesamiento de exministro de Rajoy, Jorge Fernández, por el caso Kitchen le explotaba día antes, día después, se aferraba como un clavo ardiendo al argumentario de: esto no tiene importancia, ha pasado mucho tiempo, los socialistas lo sacan a relucir para tapar lo suyo... O sea, el "tú peor".
Probablemente, se estaba preparando para tener que explicar, también, la salida del escaño de su diputado, Alberto Casero, a un paso del banquillo, acusado de prevaricación y malversación cuando era alcalde de Trujillo.
No es baladí dejar constancia de que todos los diputados, cuando se ven pillados en delitos de corrupción, no sientan ningún dolor por dejar la militancia y abandonar el partido que les llevó al escaño, pero se aferren a este con los dientes. Tanto Tito Berni como Casero se negaban a entregar su acta de diputados cuál si fuera su tabla de salvación.
Después de tantos años de democracia, tantos políticos procesados, encarcelados y desprestigiados, resulta sorprendente que los partidos no hayan instituido un sistema de criba o de selección de personal. Y todavía resulta más sorprendente la tenacidad de los corruptos o su sensación de impunidad. En lugar de abaratar la malversación se deberían incrementar las penas a los que, desde un cargo público, roban el dinero de todos.
Lo que realmente les trae sin cuidado a los ciudadanos es el campeonato entre las siglas para achacar al "otro" la misma mugre que el tiene en su casa.
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