La situación que vive la Denominación de Origen Ribera del Duero poco o nada tiene que ver con la que atraviesan otras zonas de España y del mundo. Así lo constatan bodegueros y viticultores. Todos descartan por completo medidas drásticas como el arranque de viñas, que o bien se empieza a plantear o, incluso, ya se está aprobando y ejecutando en otros lugares. Esta misma semana, Asaja abrió el debate sobre las medidas estructurales que habría que aplicar en Castilla-La Mancha. Entre ellas, se citaba la de arrancar viñedo «para recuperar el equilibrio perdido». En Francia, se acaba de autorizar un importe de 30 millones de euros para esto mismo en la región de Burdeos. Y en La Rioja, aunque una decisión de tal calado no está sobre la mesa del gobierno regional, de vez en cuando surgen voces que abogan por arrancar viñedos. De hecho, el presidente de la Organización Internacional del Vino, Luigi Moio, asumió recientemente en una jornada sobre los retos y el futuro que el arranque resulta «algo inevitable» ante la situación actual en la que se encuentra el sector por la caída generalizada de las ventas.
Pues bien, en la Ribera del Duero este panorama resulta implanteable a día de hoy. «No tiene sentido arrancar viñedo porque estamos demostrando a todos los niveles que Ribera funciona», asegura el vicepresidente de Asaja, Javier Arroyo. A su juicio, la situación «es buena». En esta línea también se pronuncia el viticultor de Zazuar Tomás Bueno, quien apunta que «ahora mismo gozamos de buena salud y se va vendiendo vino», por lo que desecha esta opción al 100%.
En lo que respecta a los bodegueros, sus declaraciones caminan en el mismo sentido. El presidente de la Asociación Empresarial de Bodegas acogidas a la Denominación de Origen Ribera del Duero (Asebor), Iker Ugarte, sostiene que «en Ribera del Duero no tenemos estos problemas». Sobre el caso concreto de Burdeos, Ugarte explica que China era un «mercado fundamental» para muchas bodegas francesas. El hecho de que «de buenas a primeras se hayan encontrado con este mercado casi cerrado», ha elevado sus excedentes. Y «hasta que se recupere puede que lo pasen mal», agrega. Esta situación difiere bastante de la de Ribera del Duero porque, según el presidente de Asebor, el 80% de la producción ribereña se vende a nivel nacional. Si se tiene en cuenta que en los últimos años ha habido «cosechas cortas» (por las heladas o la sequía), Ugarte considera que «aquí hay casi más tensiones por falta de vino que otra cosa. No vendemos más porque no tenemos».
Por su parte, el gerente de Valderiz, Juan Esteban, destaca que «no tiene ninguna lógica que premien el arranque porque están autorizando nuevas plantaciones». Además, dice, «aquí no hay stocks», a diferencia de los excedentes que se acumulan en otros lugares. Factores que, en su opinión, convierten a «Ribera del Duero en una denominación de origen privilegiada».
«Puede haber problemas». Ahora bien, unos y otros piden cautela y analizar muy bien lo que sucede en otras zonas para no caer en sus errores. «Desde Asaja llevamos años planteando al Consejo Regulador que las nuevas plantaciones sean cifras muy bajas durante unos años para que no nos ocurra lo que a nuestros vecinos», expone Arroyo, mientras defiende que «es mejor adelantarse y tomar medidas». Algo que también sostiene Tomás Bueno, quien advierte de que «se han traído muchísimos derechos de plantación de fuera y eso nos puede generar problemas a medio plazo. Eso sí que se ha descontrolado». De ahí su reivindicación de vetar los llamados tránsfer. Finalmente, Esteban subraya que en el sector primario hay cierta preocupación y avisa de que «en el momento que haya 2 o 3 cosechas regulares, habrá problemas».