Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Una tierra sin referencias

23/04/2023

«Nos están ahogando». El alcalde de Villalar se quejaba con amargura este viernes del trato que recibe la fiesta del 23 de abril que todos los años se celebra en las campas de su pueblo. Lo que hoy se festeje en los aledaños del 'corazón' geográfico y sentimental de Castilla será lo que la sociedad civil quiera. De la Junta del PP y Vox, solo desprecio y olvido. Costó cuatro décadas consolidar esta fecha festiva y campera, casi siempre pacífica; día de tortillas, paellas, unos cuantos chiringuitos, unos pocos conciertos de música de raíz y unas flores en el monolito en recuerdo de la primera revuelta popular de Europa (con permiso de la de los Irmandiños gallegos).

Lejos quedaron los últimos años 70 y primeros 80 del siglo pasado en que se reunían hasta 200.000 personas y la 'electricidad' de un tierra con muchas cuentas pendientes hacía pensar en 'descargas' graves entre el personal. Con el avance de la democracia, Villalar se fue convirtiendo en una especie de romería con una participación decreciente y marcada por el clima. Es una buena metáfora de lo que es esta región. Ancha es Castilla y anchas las campas. Pero menguante la tropa para defenderla, más dada a escaparse de excursión que a blandir estandartes.

Hace dos domingos me pilló por Bilbao el Aberri Eguna nacionalista. Ellos también han aprendido que se gana más compartiendo que marcando distancias. Pero no olvidan quiénes son. Y quiénes quieren ser. Hoy se hablará de San Jordi, del día de la rosa en Barcelona. Nosotros, una vez más, volveremos a ser invisibles para el resto. Somos una comunidad tan grande que nuestras fronteras se han diluido. Y eso no debería ser malo. Salvo cuando detrás viene el olvido. 

Un presidente burgalés, Juan Vicente Herrera, fue el primero que se atrevió a pisar Villalar. Hasta entonces, había una progresía que exhibía el sacrificio de Padilla, Bravo y Maldonado como otros exhiben la bandera española: como el patrimonio de unos frente a otros. Esa puerta que se abrió poco a poco ahora vuelve a cerrarse. Debemos ser la única región que no se reivindica a sí misma. Y así nos va. 

Solo queda agarrar un buen pan candeal de Valladolid, una cántara de vino de la cercana Toro, unas morcillas de Burgos y un queso palentino y disfrutarlos tumbados sobre esas campas respirando la llamada de nuestra tierra. Esa 'bandera' nunca podrán quitársela a ningún castellano (y leonés que quiera sumarse).