De naturaleza progresiva

MÓNICA PURAS (SPC) / Burgos
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Las más fuertes (9) | La judoca Luana Gómez Mínguez es de las pocas burgalesas que compiten como sénior pese a contar con solo 19 años y está muy orgullosa de seguir los pasos de Esther San Miguel. Durante la pandemia obtuvo el cinturón negro

Luana Gómez Mínguez, judoca. - Foto: Alberto Rodrigo

Su camino en el judo comenzó como «un juego de autodefensa» en el colegio Padre Manjón con tan solo cuatro años hasta que en su vida apareció el Gimnasio Grandmontagne y, casi como una religión, inició su progresión. En el ballet, la hípica o el voleibol no halló la estimulación necesaria para depositar toda su energía, mientras que aquellas «medallas que nos ponían tras un combate en Navidad o fin de curso tras ganar o perder nuestros primeros combates» le motivaron al máximo. 

Actualmente es de las pocas, sino la única burgalesa, que compite en la categoría sénior con solo 19 años. Y, aunque sus estudios universitarios de Medicina en Cádiz le obligan a replantearse la competición, puesto que la mayoría de los campeonatos se celebran a más de 900 kilómetros, le llena de orgullo haber seguido los pasos de su gran referente deportiva, la judoca olímpica y mundialista burgalesa Esther San Miguel, a quien solía toparse en algún entrenamiento, y ahora los de Nico Shera, campeón del Mundo, a quien espera poder ver en los Juegos de París, «porque ya tengo las entradas sacadas desde el pasado enero para ver la competición». 

Lo suyo es puro amor a su deporte. En su tobillo tiene grabado en forma de tatuaje las letras japonesas de la disciplina que le apasiona. Viste un judogui impoluto con un cinturón negro que lleva su nombre bordado en letras de oro. «Soy primer DAN, pero no quiero quedarme ahí, quiero pasar al segundo». 

Llegué a cortarme el pelo para perder 500 gramos y alcanzar mi peso»

El momento que supuso un punto de inflexión en su trayectoria fue en su segundo año de infantil (11-12 años) en el que se clasificó para el Campeonato de España. «Era un nuevo mundo. Acudimos a Talavera de la Reina. Vestir el chándal, el dorsal, solo estar ahí... fue impresionante. ¡Es que solo va uno por Castilla y León, el mejor de tu peso!», rememora todavía emocionada, sin dejar de mencionar Copas de España en Asturias, Hondarribia, Pamplona, Avilés, Valencia, Galicia... Una de las técnicas que la distingue es su capacidad de hacer judo tanto por la derecha como por la izquierda, estrategia que distrae a sus adversarios. «Siempre es algo que me ha distinguido. Porque a un zurdo le molesta» que le puedan rebatir con su misma moneda. 

Modesta, risueña, acogedora y difícil de rendirse, «aunque muy nerviosa». Su constancia le llevó a perder cinco kilos en una semana para llegar a su peso de 48. Algo que no repetiría.  «Salía a correr en Valencia con un plumas y una térmica y pasaba el día con una manzana y una loncha de jamón. Me faltaban 500 gramos más y me corté el pelo», sonríe. El judo le ha brindado los mejores amigos, valores y experiencias. «'Torres más altas han caído', porque siempre creo que mi rival es mejor que yo; y 'Si caes, debes levantarte'», son los mejores consejos de sus maestros que extrapola a la vida diaria.